Inmigrante abandona iglesia luego de que juez suspendiera su deportación
Un gran triunfo para la mujer y sus dos hijos y una gran esperanza para miles de personas
CHARLOTTE – Una mexicana, que formaba parte de un grupo de tres inmigrantes que recibieron santuario en iglesias de Carolina del Norte, salió hoy de su refugio en la ciudad de Greensboro donde permaneció tres meses.
Minerva Cisneros, de 41 años de edad, tenía una orden para salir del país a fines de este mes por eso permanecía refugiada en la iglesia Congregacional Unida de Cristo al que ingresó el pasado 29 de junio junto a sus dos hijos menores, Antonio, de 6 años, y Mateo, de 3, ambos ciudadanos estadounidenses.
Esta tarde, tras recibir la orden de un juez federal de inmigración del estado de Texas suspendiendo su deportación, la mexicana dejó su refugio y salió a la calle.
“Quería saltar, cantar y gritar de la felicidad. Ahora volveré a ver el sol y hacer mi vida normal”, declaró Minerva a Efe.
“Espero que ahora que mi caso salió favorable, también Juana y José sigan por el mismo camino”, agregó en alusión a los otros dos inmigrantes que siguen refugiados.
Se trata de Juana Tobar, quien lleva refugiada desde el 31 de mayo en la Iglesia Episcopal San Bernabé de Greensboro y José Chicas, quien está desde el 27 de junio en la Escuela para la Conversión en Durham.
En el anuncio, realizado durante una conferencia de prensa en la iglesia, Minerva estuvo acompañada por su familia, activistas y miembros de la comunidad religiosa.
“Es una alegría enorme, no solo por Minerva sino también por las otras personas que están en santuario en Carolina del Norte, porque es una esperanza para ellos”, manifestó Kim Porter, de la Coalición de Santuario de Winston-Salem, una de las entidades que ha asesorado a la mexicana desde que se dio a conocer su caso.
Hellen Parsonage, abogada de Cisneros, explicó que aunque el caso ya “está terminado”, el próximo paso legal sería lograr que consiga un permisos de trabajo y los documentos correspondientes a su cliente.
Cisneros fue detenida en el 2001 por la Patrulla Fronteriza al tratar de ingresar al país de manera ilegal, junto con su hijo mayor, afectado por una retinoblastoma, un tumor en los ojos.
En 2007 murió uno de sus hijos, Diego, y en 2009 fue arrestada en un retén, que hizo que fuera procesada por el programa de deportaciones 287g lo que activó su proceso de deportación.
No obstante, en 2013, debido a la condición de salud de su hijo, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) suspendió de forma provisional su deportación.
Desde entonces, la madre hacía visitas periódicas a las oficinas de ICE en Charlotte para renovar su estancia en el país, hasta el pasado 25 de mayo, cuando le ordenaron abandonar el país bajo las nuevas directrices migratorias de la Administración del presidente Donald Trump.
La reverenda Julie Peebles, de la Iglesia Congregacional Unida de Cristo en la ciudad de Greensboro, indicó a Efe que aunque la experiencia fue muy dura y extrañará a Minerva, “la situación sirvió para concienciar a los miembros de la comunidad, especialmente anglosajona, de la problemática que viven millones de inmigrantes en el país que a diario se ven obligados a separarse de sus familias debido a la falta de oportunidades legales existentes”.