#DreamBigPrincess cuenta las historias de “princesas reales”
Disney, Girl Up y Unicef narran con imágenes los desafíos de niñas de varias partes del mundo
El cine es conocido como la “fábrica de sueños”, pero también la constructora de discursos que se reproducen una y otra vez y, en muchas ocasiones, socavando la diversidad y la libertad de las personas.
Estudiosos de la industria cultural, como Julia Kristeva, Umberto Eco, Benjamin Walter, Max Horkheimer, escudriñaron cómo el cine ha contribuido a promover discursos de discriminación y opresión.
Sin embargo, fue el movimiento feminista el que se adentró al análisis de la cinematografía y su impacto en la construcción sexo-genérica, así como en la reproducción de discursos donde la opresión de la mujer es una constante, como si sus únicos “sueños” fueran “servir” a un hombre y formar una familia, por encima de sus anhelos personales, tal como lo han demostrado los trabajos de las teóricas Theresa de Laurentis, July Chanteton y Judith Butler.
En ese contexto, las películas de Disney tienen un papel importante, por una simple y poderosa razón: llegan al “corazón” de las familias, es decir, a los niños, que son seres en formación, quienes inmersos en los mundos espectaculares creados por la productora, podrían reproducir discursos que en lugar de hacerlos evolucionar contribuyan a asumirse en posiciones de opresión, de sueños limitados.
Al tiempo que la poderosa productora de Hollywood ha sido criticada por las investigadoras sociales respecto a sus discursos –aunque quizá no en respuesta– ha modificado sus personajes y sus propias historias, ofreciendo una mayor diversidad y empoderando a las mujeres con personajes como “Moana” o “Valiente”, princesas admiradas por millones de infantes.
Con base en esa nueva línea de discurso –aún inacabado–, Disney se unió a la Unicef y a la fundación Girl Up para contar la historia de princesas reales que hubieran enfrentado situaciones extraordinarias para alcanzar sus sueños y enviar un mensaje de esperanza y superación a las niñas del mundo.
Dos mexicanas y Moana
Theresa Balderas, una fotógrafa mexicana, y Paty, de 8 años de edad, forman parte de este proyecto mundial, para el que fueron elegidas 19 fotógrafas y el mismo número de niñas, quienes debieron desarrollar conceptos únicos tomando como base una princesa de Disney y los mayores anhelos de las pequeñas.
A Paty le gusta mucho Moana, contó Balderas en entrevista, “y a mí también”, expresó. “A las dos nos encantaba… pensé en la paleta de colores de la película, aunque hay diferencias, pero ella, Paty, se me hacía como un estilo Moana… trigueña”.
El sueño de Paty era tener una familia, luego de que a los cuatro años de edad tuvo que ser sacada del ambiente de violencia de sus padres biológicos, durante casi tres años estuvo esperando que alguien la adoptara, en la casa hogar de la familia de Theresa en México.
“Ella ya está adoptada, la conocí cuando entró en la casa hogar… su adopción es especial, porque a sus papás les costó mucho trabajo, porque ya son mayores”, explicó.
De algún modo ambas lograron parte de sus sueños con el proyecto, ya que Balderas quería hacer algo más personal artísticamente, pero empatado con su amplia experiencia en campañas de moda y publicitarias para revistas como Vogue y Elle.
“Y qué mejor que este proyecto de Disney, de impacto mundial”, comparte. “Yo creo que Paty no dimensiona todavía lo que representa compartir su historia de este modo”.
Con el apoyo de Girl Up, de la Fundación de Naciones Unidas, la campaña inspira con imágenes positivas y las historias que se relatan, además de que pretende generar un impacto tangible en la vida de las niñas que se enfrentan a importantes desafíos.
“Por cada fotografía de #DreamBigPrincess que se publicó durante la campaña, Disney donó un dólar a Girl Up para apoyar el liderazgo y el desarrollo de las niñas”, se afirma en un comunicado. “Desde su lanzamiento en la red en agosto, las imágenes han sido compartidas y han recibido conjuntamente millones de ‘me gustas’, permitiendo a Disney donar un millón de dólares a Girl Up”.
La exposición, que abrirá este jueves en el edificio de la ONU en Nueva York, y permanecerá hasta enero para luego recorrer otras ciudades, también puede servir de inspiración para las hijas de inmigrantes. “Sin duda, es una forma de decirles que no hay nada que pueda limitarte”, expresa Theresa, originaria de Celaya, México, y quien vive en Nueva York. “Hay que luchar por los sueños”.
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