Por qué nos fascinan los dinosaurios
¿De dónde surge la extraña fascinación de los niños y no tan niños por estas bestias prehistóricas?
Mucho antes de que aparecieran los humanos, los dinosaurios merodeaban por el planeta.
Eran los amos indiscutidos de la Tierra hasta que, hace 66 millones de años, un asteroide impactó la Tierra y los borró del mapa.
Pero aunque ya ha pasado mucho tiempo de esta historia, niños en el mundo entero continúan fascinados con estos animales.
Las exhibiciones de dinosaurios suelen ser las más exitosas en los museos de ciencias naturales y películas como Godzilla o Parque jurásico continúan generando ingresos millonarios para sus creadores.
¿Cuál es el secreto de estos reptiles para continuar generando tanto interés, sobre todo en los niños, pero también en los adultos?
Terror bajo control
“A todos nos fascinan los malos y los dinosaurios eran los malos de la prehistoria“, le dice a la BBC el biólogo evolutivo Ben Garrod, que aprovecha la pasión de los niños en los dinosaurios para hacer que se interesen en la ciencia.
Laverne Antrobus, psicóloga infantil y educativa, recuerda esa “curiosa mezcla de terror y excitación que todos sentimos en torno a los dinosaurios”.
Brindan una sensación de seguridad, sostiene Antrobus, porque “si bien uno puede sentir terror frente a ellos, uno sabe que ya no existen”.
“Jugando o leyendo sobre ellos puedes hacerte una idea de cómo pudo ser la vida antes e imaginarte cómo hubiera sido vivir a su lado”.
“Puedes jugar con esas ideas sin necesidad de experimentarlo en la realidad”.
Autoridad
Muchos niños no solo se saben sus complicados nombres de memoria —tiranosaurio, diplodocus, estegosaurio, triceratops, por mencionar solo algunos— sino que también conocen sus hábitos alimenticios, adaptaciones y están al tanto de descubrimientos de nuevos fósiles.
Los psicólogos llaman a esto interés intenso enfocado en la adquisición de conocimiento en un dominio específico.
Esta obsesión por los dinosaurios, sostienen, pueden ayudar al niño a desarrollar la capacidad para procesar información, la persistencia y la confianza en sí mismos.
“De forma consciente o inconsciente, los padres y adultos contribuyen a este maravilloso mundo en el que los niños son los expertos“, señala Antrobus.
Saben tanto sobre ellos —si son carnívoros o herbívoros, por ejemplo— que tienen la sensación de estar en un “mundo de adultos”, agrega la psicóloga.
“Estos son los primeros momentos en que los niños sienten su autoridad y esta es una sensación muy poderosa”.
Criaturas reales del pasado
La devoción por estos animales tiende a desarrollarse entre los 3 y los 6 años, y luego se desvanece.
Según cuenta Antrobus, siempre que ella le ofrece a un grupo de niños una caja repleta de juguetes para jugar, los dinosaurios son los que más llaman la atención.
“No me sorprende que elijan a los dinosaurios. Son enormes, tienen una forma torpe… abren la puerta para hablar sobre muchas emociones, algunas de ellas muy poderosas”.
Además, el hecho de “saber que existieron de verdad pero que ya no están más aquí, es en sí fascinante”.
Quizás, en parte, acota Mary-Ann Ochota, antropóloga y presentadora de la BBC, “el interés que despiertan es que todavía se siguen descubriendo nuevos“.
“Hasta el momento, se han encontrado más de 700 especies de dinosaurios extintos, y cada año, se encuentran cerca de 30 especies nuevas“.
Gigante argentino
Una de esas nuevas especies es el Patagotitán, un dinosaurio tan largo como tres autobuses y tan pesado como un transbordador espacial, hallado en 2012 en Argentina.
Es la criatura terrestre más grande encontrada hasta la fecha.
“Recibimos el llamado de un campesino que vive en el centro de la Patagonia, y nos dijo que viniéramos a ver porque pensaban que tenían un hueso de dinosaurio en su campo”, recuerda Diego Pol, paleontólogo argentino que forma parte del equipo que hizo el descubrimiento.
“Fuimos hasta allí y vimos que se trataba de la punta de un hueso de dinosaurio que se asomaba del suelo. Empezamos a cavar y vimos que era un solo hueso: un fémur. Y nos dimos cuenta de que era el hueso más grande que se haya encontrado (2,4 metros)”.
El equipo encontró luego los huesos de la cadera, las costillas y otros huesos más.
El animal, de 37 metros de largo, cuatro patas y cuello largo, vivió hace 100 millones de años.
Amor perdurable
¿Pero hasta cuándo durará el interés y la atracción que sentimos por estos animales?
“Yo creo que nuestro amor por los dinosaurios será cada vez más grande”, dice el biólogo Ben Garrod.
“Cuanto más sepamos sobre ellos, cuanto más los entendamos, más nos enamoraremos de ellos”.
Diego Pol también cree que se trata de un amor perdurable.
“Es algo innato en la naturaleza humana. No es algo que desaparecerá fácilmente”.
Antrobus coincide con los demás expertos.
“No creo que los niños vayan a perder su obsesión por los dinosaurios”.