El sorprendente factor que puede ocasionarte Alzheimer, Parkinson o demencia
Y todo empieza en tu estómago
En los últimos años, la higiene se ha convertido en una preocupación de primera mano, más que antes: gel antibacterial, jabón antibacterial, toallas antibacteriales, todo contra las bacterias. Sin embargo, la falta de exposición a los microorganismos está generando una menor diversidad en las bacterias de nuestro estómago lo que, a su vez, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades que en otra época no eran tan comunes, como el Alzheimer, el Parkinson o la demencia.
Ésta es la hipótesis que sostienen algunos especialistas en salud que han estudiado cómo las bacterias presentes en el estómago y los intestinos se comunican con el cerebro y ayudan a prevenir enfermedades autoinmunes, alérgicas y de otros tipos. Entre menos variada sea la microbiota intestinal, mayor es el riesgo de desarrollar enfermedades degenerativas neuronales.
El doctor Miguel Valdovinos, jefe del Laboratorio de Motilidad Gastrointestinal del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán en México, explicó que el desequilibrio de la microbiota intestinal, conocido como disbiosis, eleva el riesgo de que una persona pueda desarrollar Alzheimer, demencia o Parkinson.
“Esta condición fomenta fenómenos inflamatorios en el cerebro y disminuye la producción de neurotransmisores que afecta a las diversas proteínas de amiloides normales y trae como resultado la enfermedad de Alzheimer, demencia o Parkinson”, dijo el especialista a la agencia EFE.
Valdovinos señaló que la disbiosis está relacionada con la presencia de diversos padecimientos y el uso de antibióticos durante los primeros meses de vida. También con el desarrollo de obesidad, alergias y enfermedades autoinmunes.
Bacterias que se comunican con el cerebro
El especialista aseguró que la microbiota intestinal es un grupo de bacterias, hongos, arqueas, levaduras protozoarios y virus que habitan en el intestino y tienen una función muy importante no sólo en el estómago, también en el sistema inmune y a nivel cerebral.
“Las bacterias del intestino se comunican con nuestro cerebro y hoy ya hay evidencias muy interesantes y muestras de que aquellos individuos que tienen una microbiota en la boca anormal, tienen riesgo de desarrollar enfermedades cerebrales“, añadió.
Esto, dijo, es porque la microbiota no sólo protege contra la invasión de gérmenes, sino que estas bacterias se comunican con las células del cerebro y lo ayudan a tener un mejor desarrollo o pueden afectarlo si esta no está saludable.
“La gingivitis, periodontitis o pérdida de piezas dentales, alteran la microbiota y crean una disbiosis oral, la cual se ha asociado, en estudios epidemiológicos, con el desarrollo de Alzheimer”, recalcó.
En la actualidad se ha puesto mayor énfasis en estudiar la microbiota y los especialistas han descubierto que “tenemos 10 veces más bacterias que células humanas y 150 más genes bacterianos que humanos”, agregó. El experto dijo que la composición que tendrá nuestra microbiota está determinada por diferentes aspectos.
Desde el nacimiento
“Desde la forma de nacer. Por ejemplo, los niños que lo hacen por cesárea tienen disbiosis, es decir, una disminución significativa de la microbiota, o se altera su estructura en comparación de los que nacen por el tracto vaginal”, explicó el especialista.
Agregó que “los bebés alimentados con leche materna tienen una mejor microbiota que aquellos que son alimentados con fórmulas lácteas. Asimismo el uso de antibióticos durante las primeros tres años de vida, determina la composición de la microbiota de la edad adulta”.
Valdominos destacó que las condiciones de vida que existen en la actualidad también han afectado la configuración de la microbiota.
“Las condiciones de higiene y la convivencia con mascotas han venido a disminuir la exposición de los humanos con bacterias con las que antes teníamos contacto y esto también genera una disminución en la diversidad de bacterias”, subrayó.
Esto ha dado pie a la “Hipótesis de la higiene“, la cual señala que entre “menos exposición a microorganismos, existe menos diversidad a las bacterias en nuestro intestino y por ello hay un mayor riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes, alérgicas y de otras”, advirtió.
Con información de EFE