5 creencias falsas sobre las violaciones y la agresión sexual
Te contamos por qué estas cuestiones y las respuestas que presuponen están totalmente equivocadas
Casi no hay una semana en que los medios no publiquen algún caso de violación o de abuso sexual cometido en el pasado.
Sin embargo, el malentendido sobre la naturaleza de la violencia sexual da lugar a opiniones distorsionadas que pueden contribuir a que aumente el sentimiento de culpa y vergüenza de las víctimas.
Los mitos comunes alrededor de la violación y las agresiones sexuales también socavan la capacidad del jurado de evaluar objetivamente los hechos cuando estos casos llegan a los tribunales.
Aquí te presentamos cinco creencias comunes y los hechos detrás de ellas.
1 – La mayoría de las agresiones sexuales son cometidas por un extraño
Puede que la televisión muestre muchas veces escenas en las que una mujer es agredida sexualmente cuando camina por un callejón oscuro.
Sin embargo, en el mundo real, es mucho más probable que las violaciones y las agresiones sexuales ocurran en el hogar y el victimario sea una persona conocida.
En Inglaterra, Gales y Australia, una de cada cinco mujeres ha sido víctima de violencia sexual al menos una vez en su vida.
Un sondeo en Estados Unidos ofrece resultados similares, una de cada cinco mujeres y uno de cada 71 hombres ha sido víctima de una violación.
Pero en Reino Unido, por ejemplo, otro reporte encontró que el perpetrador era un extraño sólo en el 10% de los casos de violación y agresiones sexuales, mientras que en el 56% de los casos era la pareja de la víctima y en el 33% era un amigo, conocido o un miembro de la familia.
2 – Un sobreviviente de una agresión sexual reporta el caso inmediatamente
Según datos del Ministerio del Interior de Reino Unido, el 46% de las violaciones registradas fueron reportadas el día en que ocurrieron, mientras que el 14% de la gente demoró más de seis meses para reportarlo.
Si la víctima fue un niño, la demora era aún mayor: sólo el 28% de los menores de 16 años reportan el delito el día que ocurrió, mientras que un tercio espera más de seis meses.
Esto se aplica, evidentemente, a los casos reportados. Pero muchos no se reportan.
En Estados Unidos, por ejemplo, estudios estiman que dos de cada tres agresiones sexuales no son reportadas.
Hay muchas razones por las que alguien demora en hacer la denuncia o nunca la hace, como muestran los testimonios publicados en Twitter con la etiqueta #WhyIDidn’tReport (Por qué no lo denuncié).
“Mucha gente no lo reporta porque no quiere que el perpetrador vaya a la cárcel: puede que estén enamoradas de él, o que sea un miembro de la familia, o una pareja de la que dependen económicamente”, dice Nicole Westmarland, directora del Centro Durham para la Investigación de la Violencia y Abuso en Reino Unido.
“Otra razón común entre estudiantes es que no quieren arruinar el resto de la vida de la otra persona”.
Incluso así, “no hay evidencia que indique que el momento en que se hace la denuncia esté vinculado a la veracidad del reporte”, dice Westmarland.
3 – Si se informa inmediatamente de la agresión, es relativamente fácil investigar el caso y presentar cargos
Es cierto que los sobrevivientes de violaciones y agresiones sexuales que denuncian lo ocurrido de forma inmediata tienen más chances de ser sometidos a un examen médico forense, que involucra la toma de muestras del cuerpo de la victima para identificar el origen del semen, la saliva o el ADN.
Los examinadores también documentan heridas como por ejemplo cortes o moretones, que sirven para apoyar las acusaciones de uso de violencia.
Pero estos exámenes físicos no significan necesariamente que el agresor sea atrapado o condenado, o incluso que el caso sea investigado, como lo demuestran miles de equipos para tomar muestras y evaluar si hubo violación que permanecen sin analizar en departamentos de policía e instalaciones forenses en todo EE.UU.
Y la evidencia física tiende a ser de menos ayuda si la persona acusada es la pareja un conocido cercano.
“La mayoría de los casos no tienen que ver con si la relación sexual ocurrió o no, o con evidencia forense sobre el acto sexual. Tienen que ver con si fue consensuado o no“, dice Westmarland.
Según cifras del Ministerio del Interior británico, el 26% de las violaciones y serias agresiones sexuales reportadas el mismo día concluyen con la presentación de cargos contra alguien, y caen a 14% cuando ha pasado uno o más días.
Quienes reportan el delito en el día tienen más posibilidades de que su caso llegue al tribunal.
En EE.UU., solo el 18% de los casos de violaciones reportadas concluyen con un arresto y el 2% con una condena.
4 – Si “realmente” no querías, te hubieras resistido
La gente varía en cómo responde ante una violación o agresión sexual.
En el libro Serial Survivors, la criminóloga Jan Jordan, de la Universidad de Wellington, en Nueva Zelanda, describe la variedad de técnicas utilizadas por 15 mujeres que fueron agredidas sexualmente por el mismo hombre: algunas trataron de hablar con él, otras pelearon, otras trataron de alejarse mentalmente de la situación, un proceso que los psicólogos llaman “disociación”.
Otro estudio, que examinó 274 informes policiales de EE.UU., encontró que solo el 22% de los sobrevivientes se resistía a la violación peleando y gritando.
La mayoría (56%) trató de suplicarle al perpetrador, mientras que otros reportan haberse “quedado heladas por el miedo”.
Distintas respuestas resultaron más o menos efectivas en distintas circunstancias.
La mujeres que pelearon, por ejemplo, tuvieron más posibilidades de evitar la violación, pero corrieron un riesgo mayor de resultar heridas, si había un arma presente.
Por otro lado, rogar, llorar o razonar con el perpetrador estuvo asociado con más heridas físicas si el ataque ocurrió en un lugar cerrado o mayor agresión sexual si por ejemplo alguien apareció en la escena.
También es importante reconocer que la gente no puede necesariamente controlar sus respuestas en estas situaciones.
Algunos entran en un estado involuntario de parálisis física, conocida como “inhibición tónica”, cuando se ven enfrentados con una amenaza extrema.
Un estudio sueco de 298 mujeres que visitaron una clínica de emergencia por violación dentro del mes en que habían sufrido la agresión indicó que el 70% reportó inmovilidad tónica significativa, y un 48% reportó inmovilidad tónica extrema durante el episodio.
5 – Puede que estés confundiendo lo que pasó.
Mucha gente que ha sido violada o agredida sexualmente dice con frecuencia que tiene memorias vívidas de ciertas imágenes, sonidos y olores asociados con el ataque, incluso aunque haya ocurrido hace décadas.
Sin embargo, cuando les piden que recuerden exactamente a qué hora del día fue o qué estaba dónde en un momento específico -el tipo de detalles en los que la policía y la fiscalía suelen centrarse para establecer los hechos de un crimen- puede que tengan dificultades para hacerlo o que se contradigan a sí mismos, socavando su propio testimonio.
“Hay una discrepancia trágica entre lo que se espera dentro del sistema de justicia criminal y la naturaleza de las memorias traumáticas y cómo la gente suele reportarlas”, dice Amy Hardy, psicóloga clínica del King’s College de Londres.
Esto es porque el recuerdo de eventos traumáticos se guarda de manera diferente a los recuerdos de todos los días.
Normalmente, codificamos lo que vemos, escuchamos, olemos y sentimos físicamente, así como cómo se combinan y qué significa para nosotros.
Todo eso junto -todos esos tipos de información- nos permite recordar eventos como una historia coherente.
Pero durante un evento traumático nuestro cuerpo está inundado de hormonas del estrés.
Estas hacen que nuestro cerebro se concentre en el aquí y ahora, a expensas del panorama general.
Esto tiene sentido desde un punto de vista evolutivo.
“Cuando estamos bajo amenaza, es mejor concentrarnos en lo que estamos experimentando, lo cual nos prepara para luchar, huir o quedarnos paralizados, no para centrarnos en el significado más amplio”, dice Hardy.
“También sabemos que si la gente se disocia durante el trauma -una parte cognitiva del cerebro se cierra y se vuelve como anestesiada-, eso exagera el proceso de fragmentación, por eso sus recuerdos son muy del tipo aquí y ahora”.
Hardy examinó el impacto de estos procesos de la memoria en la experiencia de los sobrevivientes que reportan una agresión sexual a la policía.
La investigadora descubrió que quienes reportaron un mayor nivel de disociación durante el incidente percibieron sus recuerdos de una manera más fragmentada cuando fueron entrevistados por la policía, y que aquellos con un mayor nivel de fragmentación tenían más tendencia a sentir que habían hecho un recuento incoherente de lo ocurrido.
Y estos factores, a su vez, hacían que sean menos proclives a presentar un caso legal.
Haz clic aquí para leer la nota original en inglés.
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