Narrativa antiinmigrante encuentra hueco en corriente política principal en EEUU

Los comicios de mitad de término dejaron claro que la retórica antiinmigrante sirve a la base conservadora pero no aporta rédito político en las urnas

Centro de votación en Queens de las elecciones primarias del 13 de septiembre. Foto David ramírez

Centro de votación en Queens de las elecciones primarias del 13 de septiembre. Foto David ramírez Crédito: David Ramírez/El Diario

WASHINGTON— La narrativa antiinmigrante de la extrema derecha en países desarrollados como EEUU ha encontrado un hueco en la corriente política convencional y, aún con la derrota de candidatos antiinmigrantes el martes pasado, busca influir en el proceso político en el país.

En las postrimerías de la contienda electoral, el presidente Donald Trump recurrió a una retórica incendiaria contra la caravana de inmigrantes centroamericanos que emprendió rumbo a EEUU en busca de asilo a mediados del mes pasado.

La estrategia de la Administración Trump, claro está, fue atizar las ansiedades de la base conservadora respecto a cambios demográficos en EEUU –y todo lo que eso conlleva-, así como a los desafíos económicos que enfrenta de cara a la globalización.

Trump no inventó el concepto de “populismo económico” ni la corriente “nativista” –EEUU ya ha tenido olas semejantes en el pasado, por ejemplo contra chinos, irlandeses, polacos, alemanes e italianos-, pero su mensaje sobre la seguridad fronteriza ha resonado en su base.

En declaraciones a este diario, Demetrios G. Papademetriou, cofundador y analista político del Instituto para Política Migratoria (MPI), explicó hoy que el populismo de Trump tiene tres vertientes, centradas en la inmigración, el nacionalismo económico y su postura contra la globalización.

“Su postura sobre inmigración es un regreso al ´nativismo´, pero con facetas entrelazadas que se complementan”, dijo Papademetriou, co-autor de un análisis divulgado hoy por MPI sobre el crecimiento y arraigo de corrientes populistas y “nativistas” en países desarrollados de Occidente.

Esas facetas incluyen asuntos de “ley y orden”, como el combate contra la inmigración ilegal y la criminalidad; preocupación por el acelerado cambio social y cultural en EEUU; el costo fiscal de la inmigración; el impacto de la inmigración en el mercado laboral, y su preferencia por un sistema migratorio con base a “méritos”, explicó el experto.

Su informe destacó la urgencia de que los gobiernos adopten medidas para reducir las divisiones sociales o, de lo contrario, corren el riesgo de crear un hervidero para nacionalistas extremistas.

Votantes le pasan factura

Trump dijo que los comicios de mitad de término serían un “referendo” sobre su mandato y apostó por el tema de inmigración, por encima de sus logros económicos.

Pero las encuestas indican que la mayoría de los votantes acudió a las urnas más preocupados por  el tema del cuidado de salud, y no tanto por el temor a una “invasión” de extranjeros criminales, como hizo creer Trump.

Muchos candidatos republicanos, algunos respaldados por Trump, quisieron emular su retórica pero quedaron derrotados en las urnas, en lo que grupos cívicos y activistas hispanos calificaron como un claro “rechazo” a la política migratoria de la Casa Blanca y aliados conservadores.

Por ejemplo, Lou Barletta y Corey Stewart, perdieron la contienda por un escaño en el Senado en Pensilvania y Virginia, respectivamente, mientras que, según datos preliminares,  el senador republicano por Nevada, Dean Heller, perdió la reelección frente a la demócrata Jacky Rosen.

Mientras, el republicano Kris Kobach, un acérrimo aliado de Trump, perdió de forma apabullante su contienda por gobernador en Kansas, frente a la demócrata Laura Kelly. Su derrota es mayúscula, tomando en cuenta que Kobach mantuvo hasta el final una dura campaña decididamente anti-inmigrante, en un estado de tendencia conservadora en la zona central del país.

“Las derrotas de Barletta, Kobach y otros candidatos que lanzaron campañas explícitamente anti-inmigración apuntan a las limitaciones de candidaturas centradas en solo un asunto que no tienen gran impacto en contiendas estatales o que simplemente son tan estridentes que crean sus propios anticuerpos”, observó Papademetriou.

“Puede que haya personas que simpaticen con el mensaje de un candidato pero se asquean con un extremismo tan brutal”, agregó.

En Virginia, el legislador republicano, Dave Brat,  apostó por una campaña de anuncios contra “radicales pro-amnistía” pero perdió por un margen de unos 5,000 votos en un distrito bajo control republicano durante 47 años.  Una derrota similar sufrieron sus colegas republicanos en otros distritos del estado, Scott Taylor y Barbara Comstock.

Comstock lanzó anuncios de ataque contra la pandilla “MS-13”, pero perdió frente a su rival demócrata, Jennifer Wexton, que utilizó anuncios a favor de inmigrantes.

¿Hubo “efecto Trump”?

El grupo “New American Economy” (NAE) destacó en un análisis que, en las contiendas más reñidas para escaños en la Cámara de Representantes, la plataforma antiinmigrante quedó sin oxígeno.

“La estrategia antiinmigrante demostró ser una apuesta fallida en muchos de los distritos que decidieron (el rumbo) de la Cámara Baja. Los candidatos que en el pasado hubiesen podido ganar al cortejar a su base con retórica anti-inmigrante enfrentaron un electorado nuevo y crecientemente diverso que registró grandes cambios demográficos en tan solo los últimos dos años”, dijo NAE.

Así, 37 distritos electorales en disputa, que no tuvieron nuevas demarcaciones en sus mapas, vieron un incremento en la cuota de votantes hispanos y asiáticos entre 2016 y 2018.

NAE indicó que los candidatos a diversos puestos locales y estatales, que mantuvieron mensajes a favor de los inmigrantes ganaron en cada distrito “rojo” o de ideología conservadora, como fue el caso con el alcalde demócrata, Ben McAdams, en el distrito 4 de Utah; el republicano Tom McArthur, en el distrito 3 de Nueva Jersey, y el republicano Will Hurd, en el distrito 23 de Texas.

En Oregon, los votantes rechazaron una medida contra la ley “santuario” en el estado, que además fue el primero en adoptarla en el país hace 31 años.

Ya antes de los comicios, grupos como la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Elegidos (NALEO) y la consultora “Latino Decisions” habían dicho que la retórica de Trump contra la caravana de migrantes movilizaría a los latinos a las urnas.

El informe de MPI advirtió de que el populismo, y el “nativismo” que lo alimenta en buena medida, “son cada vez más elementos fijos en el panorama político de hoy en día (y muy probablemente del mañana)”.

Por ello no sorprende que grupos conservadores se arropen en el eslogan de “EEUU primero” (“America First”) de Trump, o se apoyen en argumentos de “seguridad nacional” y protección de los trabajadores para influir en la opinión pública y exigir al Congreso más “mano dura” contra los inmigrantes indocumentados y una reducción en la inmigración legal.

Para contrarrestar la ola “nativista”, los grupos progresistas optan por una estrategia multifacética que destaca las contribuciones de los inmigrantes, la movilización de los votantes minoritarios, el activismo en las calles y, de ser necesario, litigios en los tribunales.

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