2019, el último año adolescente
Si comparamos, al final del día en EEUU y Venezuela está pasando más o menos lo mismo, bajo el gobierno de un caudillo narciso y evasivo, electo en dudosas circunstancias, que se hace llamar nacionalista y apela a la división social. Mientras, Rusia y China se aprovechan de ambos.
Hace unos días la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, pidió al mundo apoyo ante la avalancha imperialista china, que no reconoce democracia, derechos humanos ni soberanía a la hora de pasar rastrillo.
La doña tendrá que tomar número para ser atendida, como sucede en las panaderías o carnicerías congestionadas. Es la triste realidad mundial.
EEUU va para cuatro semanas con el Gobierno federal semi cerrado por falta de acuerdo presupuestario entre el Congreso y el mandatario.
Venezuela toda está paralizada hace años porque esos mismos poderes públicos se anulan entre sí y, desde el 10 de enero, hay dos gobiernos: uno electo y otro impuesto, cada uno con su respectiva corte suprema y fiscal general (adentro y en el exilio), mientras millones huyen del hambre, la hiperinflación, los apagones y la narco-inseguridad.
Lo que varía entre EEUU y Venezuela es la proporción geográfica y, claro, el peso de las instituciones y el tiempo: en Caracas el caudillismo arrancó hace exactamente 20 años, en febrero de 1999. Y en Washington, hace dos, en enero de 2017.
Entre las dos situaciones, un país se ubica literalmente en el medio: México.
Según la “lógica” de Trump, la parálisis obedece a que la oposición demócrata -y muchos republicanos- han descuidado la soberanía y no apoyan su plan de construir un muro en una de las fronteras más violadas del mundo (irónicamente, solicitar una visa para EEUU es un proceso costoso y complicado alrededor del planeta, pero a pie es mucho más fácil entrar).
México es también el nuevo país americano que le está dando aliento al cuestionado régimen de Maduro, además de naciones con economías pequeñas y frágiles como Uruguay, Cuba, Bolivia y Nicaragua. Tal apoyo alimenta los rumores de la ayuda que López Obrador habría recibido de Caracas para sus campañas en 2006, 2012 y 2018.
Con apenas un mes en el poder, la escasez de gasolina que padecen los mexicanos es otro titular calcado de Caracas 2002, cuando Chávez “recortaba” sueldos, proclamaba austeridad y comenzaba la destrucción de PDVSA, alegando el “rescate” de una “empresa elitista” que pasaría a ser “de todos”. Entre sus excusas incluyó el contrabando a Colombia de la baratísima gasolina venezolana. López Obrador también habla de combatir las reventas ilegales.
México y Venezuela fueron y podrían volver a ser naciones prósperas, por la privilegiada abundancia de recursos y riqueza histórica.
El primero fue un imperio pre/post colonial y el segundo lideró la independencia de media Suramérica y llegó a ser la cuarta economía más grande en el mundo post segunda guerra mundial, mientras recibía inmigrantes a granel.
Pero hoy la realidad de ambos es de impunidad, emigración, inequidad y corrupción. Sus políticos han sido un Robin Hood a la inversa, robando a los pobres para darle a los privilegiados de su entorno.
2019 es, en inglés, el último año adolescente (“teen”) de este siglo maltrecho, que ya es hora de que empiece a madurar, máximo siendo un milenio nuevo que no tendría excusas para seguir en este retroceso frívolo y mercenario.
Andrés Correa Guatarasma es corresponsal y dramaturgo venezolano residenciado en Nueva York, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
(Las Tribunas expresan la opinión de los autores, sin que EFE comparta necesariamente sus puntos de vista)