Tenía tres años con ataques de sudoración y el diagnóstico fue sorprendente
Durante tres años, un hombre de mediana edad tuvo episodios de sudoración recurrentes. Cada mes podía ocurrir sufrir ocho ataques, sin explicación alguna, hasta que durante una consulta el paciente comenzó a sudar y los médicos que lo trataban encontraron la causa de su padecimiento.
El paciente estaba sano y, salvo por los episodios de sudoración extrema que podían durar varios minutos, no había otros síntomas, y todas las pruebas que le realizaron a lo largo del tiempo arrojaron resultados normales. Sin embargo, cuando los médicos lo vieron sudar notaron que también bajaba la cabeza y la metía entre sus manos y redujo las respuestas verbales durante unos dos minutos. La sudoración era “profusa” y dejó un charco de sudor en la mesa en la que lo examinaban.
Los cambios en la capacidad de respuesta del paciente, de acuerdo a los médicos, “sugerían un ataque”. Esa señal los llevó a practicarle una electroencefalografía ambulatoria (EEG) y así llegaron a un diagnóstico inesperado: la causa de la sudoración era convulsiones en el lóbulo temporal.
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Desde entonces, al paciente se le han recetado medicamentos anticonvulsivos y ha tenido pocos episodios de sudoración en los últimos 18 meses.
Por sus características, el caso fue documentado por dos especialistas de Wisconsin, Mark K. Chelmowski y George L. Morris, en un estudio que se publicó en Annals of Internal Medicine con el objetivo de alertar a los médicos sobre una causa poco frecuente de sudoración excesiva. El nombre del paciente no fue revelado, pero sí informaron que se trata de un hombre de 60 años que trabajaba como consultor de negocios.
El desafío de las convulsiones
“El diagnóstico de las convulsiones y la epilepsia a menudo es muy desafiante, en parte, porque las convulsiones pueden reproducir casi cualquier cosa que somos capaces de experimentar o hacer, dependiendo de dónde comience la convulsión en el cerebro y hacia dónde se propaga la convulsión”, dijo a CNN Christopher Ransom, profesor de neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington.
Los mismos pacientes pueden ser otro obstáculo para diagnosticar convulsiones. Los médicos confían en lo que reportan y puede pasar que esa información se centre en un solo síntoma. El mejor escenario es que el especialista pueda presenciar la convulsión para diagnosticar, más allá de las pruebas que se lleven a cabo (como la EEG, que registra la actividad eléctrica en el cerebro).
“Creo que este es un buen ejemplo de eso, en el que se habló simplemente sobre esta sudoración cíclica, pero finalmente se hizo evidente que no era tan simple como eso”, explicó Ransom. Muchos pacientes que sufren convulsiones informan sudoración o enrojecimiento, y no es común que sea un síntoma aislado.
De acuerdo al especialista, este caso significó un desafío aún más grande porque el paciente solo describió el patrón cíclico de sudoración, no los síntomas neurológicos, y no fue hasta que se observó directamente un episodio (y las alteraciones del comportamiento, como respuestas verbales más lentas) que se pudo diagnosticar.
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