Esta panadería da oportunidades laborales a personas sordas en Acapulco
Es la primera panadería inclusiva en el puerto
ACAPULCO – Pese a ser una de las ciudades mas violentas e inseguras de México, el balneario de Acapulco se ha convertido en los últimos meses también en un foco de ilusión para jóvenes con discapacidad auditiva que trabajan en la primera panadería inclusiva del puerto.
“Renacer de la Esperanza” es una panadería que abrió hace seis meses y cuyo germen nació en la azotea de una casa en esta turística ciudad del sureño estado de Guerrero.
El proyecto lo conformaron tres jóvenes sordos y un maestro panadero con el objetivo de poder ofrecer a estos jóvenes una “vida digna aprendiendo un oficio”.
“Ahora ya son seis jóvenes en la panadería. Este proyecto es para todos los muchachos con discapacidad que se quieran acercar a aprender”, comentó Antonia Gama, psicóloga y maestra de Comunicación y Lenguaje, además de fundadora de este proyecto.
Alrededor de 300 piezas de pan artesanal se elaboran diariamente a lo largo de unas tres horas.
Son las que se preparan diariamente los jóvenes junto con su maestro, Cristian Avellaneda, quien asegura que la única dificultad que ha enfrentado es la de no poder comunicarse con ellos, al no saber todavía el lenguaje de señas.
Pese a esto, considera que los jóvenes han tenido un avance progresivo, ya que al cabo de cinco clases los panes ya podían ser vendidos.
Ello hizo que el maestro cambiara por completo su perspectiva sobre el proyecto, pues al principio enfrentó el reto con escepticismo y nerviosismo por el compromiso que suponía.
“Le pido a la comunidad que vengan a comprar porque podemos hacer mil piezas, pero sino se venden, no tiene caso”, exclamó el maestro al darse cuenta de las adversidades con las que se enfrentan las personas con discapacidad.
Pablo Casimiro, papá de uno de los panaderos, quiere que su hijo, en un futuro, pueda tener su propio negocio y no tenga que depender de alguien.
“Me parece bien eso de enseñarle un oficio a mi hijo para que más adelante cuando yo ya no lo pueda ayudar, él solo se defienda en la vida. Yo quiero que él sea su propio jefe”, indicó el padre de Pablo.
El hombre contó que su hijo ha tenido que enfrentarse a la discriminación que existe por parte de la sociedad en personas con discapacidades auditivas.
Con este proyecto, los jóvenes se han involucrado más con la sociedad al no sentirse excluidos, tratando de regalarles un poco de felicidad a cada uno de los compradores.
Uno de los requisitos que se necesita para poder ser parte de esta panadería es que los jóvenes terminen sus estudios básicos, (secundaria y/o preparatoria), pues muchos de ellos no culminaron su escolaridad por la misma discriminación que viven.
A pesar de que esta panadería es sin fines lucrativos y no cuentan con apoyo por parte de alguna dependencia de gobierno, Antonia Gama aseguró que de ser necesario ampliar las instalaciones para poder ofrecerles esta oportunidad a mas jóvenes lo hará.
“Yo no gano nada más que la satisfacción de ver a estos jóvenes que están proyectándose en aprender un oficio noble y que ellos van a tener la oportunidad de ser independientes”, puntualizó la fundadora del proyecto, quien no descartó ampliar el espacio.
Dentro de las metas que tiene, a largo plazo espera convertir la panadería en una pastelería y así dar un ingreso extra a los jóvenes.
Y la oportunidad a más personas con diferentes discapacidades de ser parte de este proyecto que apenas comienza.
En el estado de Guerrero, el 6,1 % de la población en el 2014 sufrían de discapacidad auditiva, según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Población (CONAPO).