Mutilación genital femenina: “Por qué violé la ley para que me circuncidaran a los 26 años”
La mutilación genital femenina es una práctica condenada por decenas de organizaciones de derechos humanos en todo el mundo, pero para esta joven, someterse a ella fue una forma de manifestar su frustración
Sylvia Yeko, de 26 años, decidió someterse a una mutilación genital hace unas tres semanas, pese a que el procedimiento, que usualmente se les practicaba a adolescentes, fue prohibido en Uganda en 2010.
La ceremonia de su circuncisión fue pública. Nos mostró un video que fue grabado ese día.
La filmación muestra una multitud alegre, animada, que la rodeaba a ella y a otra mujer. Ambas tienen los rostros manchados con una harina de color marrón blanquecina.
Se acuestan en el césped con sus piernas abiertas. Una mujer mayor se les acerca y les corta rápidamente el clítoris, a una primero y a la otra después.
Ninguna de las dos grita porque hacerlo sería una señal de debilidad y anularía lo que en esta comunidad en el este de Uganda se considera un rito por el que una mujer debe pasar antes de que se pueda casar.
“Ese día me sentí muy orgullosa, muy emocionada”, le dice Yeko a la BBC mientras ve la grabación.
“Antes de que me circuncidaran, me trataban como si fuera cualquier otra niña, pero ahora soy alguien respetado“.
Condenas de prisión
Yeko sabe que podría enfrentar una condena de hasta cinco años de prisión por haberse sometido a la circuncisión, pero insiste en que quiere ser identificada.
La persona que le realizó el procedimiento podría ir a prisión por 10 años.
Desde diciembre, muchas de estas ceremonias de circuncisión públicas se han llevado a cabo en la región de Sebei, en el este del país. La mayoría de ellas en el distrito de Kween, fronterizo con Kenia.
Recientemente tres personas fueron condenadas por llevar a cabo procedimientos de mutilación genital femenina (MGF), incluyendo una adolescente de 15 años y una mujer. Otras 19 están detenidas a la espera de juicio.
La MGF puede llegar a ser potencialmente mortal. El riesgo más inmediato es que la mujer muera por una hemorragia.
Las infecciones son otro problema grave, no sólo tras la mutilación sino años después.
A las mujeres en el video también se les cubrió sus partes íntimas con harina y no está claro si la misma hojilla fue usada en otros procedimientos de ese tipo.
Las cicatrices se pueden convertir en queloides, que salen cuando el tejido de la piel, tras superar una lesión, crece en exceso.
En el caso de parto, éste también puede complicarse con efectos no sólo para la madre sino para el bebé.
Sin embargo, Yeko se ha convertido en una especie de celebridad en Sebei y cuando le preguntó si le preocupa que niñas y mujeres sigan su ejemplo y se sometan al procedimiento y, con ello, pongan sus vidas en peligro, me responde que no cree que la MGF sea perjudicial.
Mutilación genital femenina
- Comprende todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos.
- Se practica en 30 países de África y en algunos de Asia y de Medio Oriente.
- Se estima que alrededor de 3 millones de niñas y mujeres en todo el mundo están en riesgo cada año.
- Usualmente se practica entre la infancia y los 15 años.
- Existen varias motivaciones para hacerlo como creencias sobre lo que es considerado un comportamiento sexual apropiado, rito de transición a la vida adulta y previo al matrimonio y para garantizar la “pureza femenina”.
- Los peligros incluyen hemorragias severas, problemas urinarios, infecciones, infertilidad y complicaciones durante el parto, que pueden llevar a la muerte de los recién nacidos.
Fuente: Organización Mundial de la Salud
Para Yeko, la práctica no es sólo un rito cultural sino una forma de protesta por el fracaso del gobierno de cumplir sus promesas de ayudar a las jóvenes a acceder al sistema educativo y a tener mejores perspectivas de vida, una vez la circuncisión fuese prohibida.
La gente en estas áreas poco desarrolladas y pobres esperaba tener un mayor acceso a los servicios sociales y a infraestructura al abandonar la MGF.
Para que entienda su argumento, Yeko me lleva a la escuela secundaria Kwosir, que también funciona como un internado para niñas. Allí hay una placa que dice: “Promesa presidencial para acabar con la MGF”.
Aunque, según me cuenta, la escuela fue construida en el marco de la prohibición de la circuncisión femenina y estaba destinada a que fuese gratuita para todas las niñas, los costos pueden ascender a US$90 por periodo escolar, una cantidad que para muchas familias es imposible de pagar.
“Es mejor que se lleven su escuela porque no nos estamos beneficiando de ella ni la estamos disfrutando”, manifiesta.
En términos educativos, Kween es una de las áreas con los peores niveles educativos del país.
Según estadísticas gubernamentales, en promedio, alrededor de 6.000 estudiantes se inscriben en la educación primaria, pero al final de la escuela secundaria sólo quedan 200 alumnos en las clases.
Yeko asegura que consiguió tener una educación, pero como muchos jóvenes en la nación del este de África, no consigue empleo.
Graduada de la universidad y con un hijo de cuatro años, su decisión de someterse a la circuncisión es su forma de manifestar que los líderes ugandeses la han decepcionado.
Antes del procedimiento, incluso escribió una carta a la policía informándole sobre la ceremonia. Quería que las autoridades supieran con antelación lo que sucedería.
“Nos tratan como niños”
Para otra mujer que compartió su experiencia con la BBC sobre su reciente circuncisión, el motivo fue más personal.
Nos habló en condición de anonimato y nos contó que se sentía excluida porque como una mujer casada en la comunidad Sabiny, no se le dejaba hacer ciertas cosas por el solo hecho de no haberse sometido al procedimiento.
“Una mujer no puede ir al granero (comunal) o al corral a recoger estiércol de vaca”, se queja.
El estiércol de vaca con frecuencia es usado para emplastar las paredes de las casas, una tarea con frecuencia que hacen las mujeres.
“Un esposo se puede casar con otra mujer. Ella pudo haber sido circuncidada y por eso empezar a insultar a otras mujeres que no lo están. Eres puesta a la altura de tus niñas“, explica.
Sin embargo, esta madre de tres hijas no quiere someterlas a la circuncisión porque su esperanza es que puedan recibir educación y volverse menos sensibles a la intimidación de la comunidad.
“Rompió las puertas”
La primera presidenta del parlamento ugandés, Rebecca Kadaga, ha sido una activista clave en la campaña contra la MGF en los últimos 20 años.
Visita la región cada año y fue quien comisionó la escuela para niñas de Kwosir.
Kadaga sostiene que la decisión de prohibir esa práctica en Sebei fue una iniciativa de sus propios líderes, quienes en 2009 habían aprobado un reglamento local.
“Sé que no están felices por un número de problemas que enfrentan. Pero pienso que lastimarte a ti misma porque no hay una calle, no está bien. Sé que nuestra tarea es asegurarnos de que estas comunidades tengan acceso a servicios”, indica.
La prohibición ha llevado a un descenso significativo en los casos de circuncisión en Uganda. En 2011, un 1,4% de las mujeres fueron sometidas a la circuncisión; para 2016 la cifra había caído al 0,3%.
Pero el padre de Yeko, Arapkwures Chemegich, quien rechaza la MGF, cree que la prohibición ha creado una especie de resistencia.
Él mismo intentó detener a su hija de continuar con su plan de ser circuncidada.
“Cuando tratamos de detenerla, peleó y rompió las puertas”, cuenta mientras me muestra dos puertas de su humilde casa. Estaban afuera de sus bisagras.
“Pienso que la MGF debería acabarse, pero ¿cómo? No debería ser a la fuerza“.
“Debería ser algo que se enseñe”, dice.
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https://www.youtube.com/watch?v=OPBtbIkRIUc