Crisis en Argentina: por qué hay que ir a 3 tiendas para un comprar un producto
La inflación en Argentina está disparada y con eso vuelven las tácticas de rebusque. Pero, ¿sirven?
Que si en internet, que si en mayoristas, que si en clubes de trueque. Que con promociones, que con tarjetas de descuento, que lunes de alimentos y martes de productos de limpieza.
Comprar en Argentina puede ser un trabajo de tiempo completo. Según dos estudios recientes, cada vez son más los canales que los argentinos frecuentan —entre tres y cuatro en promedio— para hacer sus compras de rutina. Que si el supermercado, que si el chino, que si la verdulería.
Aunque la diversificación de la compra es una tendencia global, las constantes crisis económicas en Argentina han llevado la práctica a niveles que no se suelen ver en otros países.
El formato de la promoción, por ejemplo, existe en todas partes, pero acá se lleva a otro nivel: te dan cupones, te asignan días, te regalan tarjetas de afiliación, te entregan un folleto del tamaño de un periódico. Y prometen: 2×1, cuotas sin interés, 70% de descuento en el segundo producto.
Es abrumador, pero inevitable: el 90% de los argentinos, según encuestas, aseguran que usan los mecanismos de promociones ofrecidos por los comercios. El doble de lo que ocurre en EE.UU., país pionero en estos esquemas.
Debido a que Argentina ha tenido una alta inflación casi todo el tiempo desde los años 30, las tácticas de la gente para comprar al precio más bajo han desarrollado una arraigada cultura del rebusque.
Y en tiempos de crisis como ahora, cuando los precios han aumentado un 54% en el último año, según cifras oficiales, esa cultura toma vuelo y se instala en la psiquis de cada argentino.
“Ilusión de compra inteligente”
El 95% de los argentinos dijo recientemente que va a regular sus compras por la crisis, según Trendsity, un centro de estudios de tendencias y mercados.
Su directora, la psicóloga Mariela Mociulsky, asegura que “al tener la necesidad de regular los consumos, se genera la ilusión de la compra inteligente“.
“Dedicarle tiempo y esfuerzo a encontrar el mejor precio ya es una fuente importante de angustia”, le explica Mociulsky a BBC Mundo. Los precios cambian tanto que el mismo producto se puede encontrar a costos muy disímiles según el lugar.
“Pero imagínate lo que es cuando el comprador se da cuenta, después de hacer la compra, que se metió en una promoción engañosa o que podía conseguir la leche a mejor precio en otro lugar”, añade.
Mociulsky indica que la mayoría de los argentinos, según sus estudios, se califican a sí mismos como de clase media, no importa si son de alta o de baja. “Eso hace que sus estándares de consumo sean relativamente altos”, asegura.
Y aunque Argentina llegó a tener una amplia clase media en la primera mitad del siglo XX, la pobreza y la desigualdad han aumentado durante las últimas cuatro décadas, dominadas por la inflación, las devaluaciones y la incertidumbre económica.
La ilusión de ser de clase media, sin embargo, se mantiene. Y con ello la voluntad de no perder ciertas costumbres que se intentan mantener a través del rebusque.
Pero esa idea de oportunismo a veces genera una ilusión de que se esta comprando al mejor precio: “Una de compra inteligente”, en palabras de Mociulsky.
El problema es de fondo
El gobierno de Mauricio Macri ha intentado varias estrategias para contener esta angustia de la gente.
Su último gran anuncio en este sentido, el mes pasado, lo hizo desde la sala de la casa de una vecina de Buenos Aires que votó por él, pero estaba descontenta.
“Vamos a generar alivio a corto plazo“, le dijo Macri, sobre un esquema de control de precios de un centenar de productos básicos.
En su momento, varios medios reportaron que los comerciantes y supermercados habían remarcado los precios antes de que se congelaran, una práctica similar a la que se reporta en los días previos de las jornadas de descuentos como Black Friday.
“Sí, subimos los precios, pero no por el acuerdo de precios (del gobierno), sino porque lo teníamos pensado hace meses”, confirma a BBC Mundo el gerente de una multinacional agroalimentaria que da pérdidas hace varios años en su operación argentina.
“Los precios aumentan por la inercia inflacionaria, no porque haya un complot“, afirma.
Macri también intentó hace un par de años regular lo que acá llaman la “letra chica” de las promociones; esos “términos y condiciones” que a veces son confusos o leguleyos y entre líneas pueden esconder un engaño.
La idea era, entre otras, que las empresas dieron información en internet de manera más didáctica. Pero según los expertos del sector, las prácticas engañosas se mantienen.
Y mientras no haya una solución a la inflación, estiman, comprar en Argentina seguirá siendo un abstracto trabajo de tiempo completo.
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