La arriesgada apuesta de AMLO para lidiar con la inédita ola de migración que llega a México
Cada mes miles de personas entran irregularmente a México provenientes de Centroamérica
Desde hace varios meses México enfrenta un inédito aumento en el número de migrantes irregulares que cruzan su frontera sur. Pero la respuesta al fenómeno provoca controversia.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que una de las prioridades de su gobierno es respetar los derechos humanos de los migrantes.
Inclusive ofrece que pueden emplearse en los grandes proyectos de infraestructura que su gobierno planea en el sureste.
Pero al mismo tiempo mantiene la política de deportación a las personas que ingresan al país de manera irregular.
Una estrategia “que criminaliza la migración” y con eso “contribuye a justificar actos de autoridad que incluso pueden llegar a constituir graves violaciones a derechos humanos”, dicen organizaciones civiles.
“A corto plazo lo que vemos es lo de siempre: redadas, operativos, detenciones, deportaciones”, le dice a BBC Mundo Gretchen Kuhner, directora del Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI).
“Pero la otra parte son los pasos que toma el gobierno federal para -a mediano y largo plazo- cambiar las cosas”.
El gobierno de López Obrador plantea una estrategia de desarrollo regional, con inversiones en Centroamérica que contengan la migración irregular.
Una propuesta que incluye a Estados Unidos, el principal destino de los migrantes.
El objetivo es que las personas no tengan necesidad de abandonar sus países, insiste AMLO como se conoce en México al presidente.
El plan para el desarrollo del sureste mexicano y Centroamérica se presentará la semana próxima.
Es una solución a largo plazo, coinciden especialistas. Mientras, la crisis de migración irregular se profundiza.
Migración no vista
Entre enero y marzo de este año más de 300,000 personas cruzaron la frontera sur de México de manera irregular, reconoce la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero.
Es el trimestre con el mayor flujo de migrantes en varias décadas. De mantenerse la tendencia, las autoridades estiman que a fines de 2019 más de un millón de personas podrían haber cruzado la frontera.
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La mayoría proviene de Honduras, pero también se han detectado migrantes de Cuba, Afganistán, Eritrea, Congo, Somalia e India.
Es parte de un proceso que se agudizó en octubre y noviembre pasados con lascaravanas de migrantes.
Más de 10.000 personas partieron en distintos momentos desde Honduras, Guatemala y El Salvador hacia Estados Unidos.
López Obrador, entonces presidente electo, anunció un inédito programa de apoyo para los centroamericanos.
“Vamos a ofrecer empleo, ese es un plan que tenemos, el que quiera trabajar en nuestro país va a tener apoyo, una visa de trabajo”, dijo entonces.
La propuesta fue emplearlos en proyectos gubernamentales como la construcción del Tren Maya, una línea de ferrocarril en la Península de Yucatán.
Otra alternativa era participar en el programa Sembrando Vida, una estrategia para plantar millones de árboles frutales y de maderas preciosas en el sureste del país.
Para tener acceso a estos programas la condición era ingresar a México por las aduanas fronterizas y registrarse ante el Instituto Nacional de Migración (INM).
El siguiente paso era esperar por una tarjeta de estancia temporal que les permite permanecer en el sureste del país y conseguir empleo.
La oferta se mantuvo después del 1 de diciembre, cuando asumió el gobierno de México y varias caravanas llegaron a la frontera sur.
Pero la mayoría de los migrantes que desde entonces llegan a México siguen su camino hacia la frontera con Estados Unidos. La secretaria Sánchez Cordero dice que muchos no quieren registrar su ingreso al país.
No es así, aseguran organizaciones civiles como IMUMI, el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova o el Movimiento Migrante Mesoamericano.
Nuevos tiempos
En realidad, la capacidad del INM y otras instituciones del gobierno mexicano para atender a los migrantes está rebasada por la inusual ola de personas que llegan desde el sur, dicen activistas.
“Nos inclinamos a pensar que hay un incremento del flujo”, le dice a BBC Mundo Salva Lacruz, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova.
“Pero hay otro elemento: las personas que entran por este corredor se quedan atoradas en Tapachula (Chiapas, fronteriza con Guatemala)”.
Una de las razones es que el proceso para obtener el permiso de estancia temporal se demora varias semanas.
Y la lista de solicitantes aumenta cada día con la llegada de cientos de migrantes centroamericanos, según organizaciones civiles.
No es todo. Salva Lacruz recuerda que, en el caso de los migrantes cubanos y los extracontinentales –quienes provienen de África, Asia y Oriente Medio-, muchas veces se entregaban al INM a la espera de obtener un “oficio de salida”.
Es un documento donde el gobierno le ordena al migrante abandonar el país por cualquier puerto migratorio, pero que al mismo tiempo le permite viajar a la frontera norte sin riesgo de una deportación.
Entregar el oficio de salida, conocido como “salvoconducto” entre los migrantes, era común durante el gobierno anterior.
Pero ahora no. “Este gobierno está intentando evitar esa práctica, intenta disuadirlos”, asegura Salva Lacruz.
En este escenario, muchos migrantes no esperan a la regularización y siguen su camino. Otros cruzan la frontera por sitios informales, conocidos como “puntos ciegos”.
Muchos de ellos son detenidos, a veces de forma masiva como ocurrió a finales de abril cuando más de 350 centroamericanos fueron capturados en una redada del INM.
Contradicciones
Son estas operaciones las que desconciertan a las organizaciones civiles, reconocen los activistas.
“Hay una contradicción en la retórica del gobierno con lo que pasa en la práctica”, dice Gretchen Kuhner.
Sin embargo el presidente López Obrador insiste en que su política migratoria no ha cambiado.
El eje de su propuesta es que no existan razones para que los centroamericanos abandonen sus países.
Y por eso la idea de fomentar el desarrollo en la región a partir de una especie de Plan Marshall, que rescató a Europa del desastre por la Segunda Guerra Mundial.
“Impulsar mucho el desarrollo de los países de Centroamérica y de nuestro país para que la gente no tenga necesidad de migrar”, insiste el presidente.
Pero algunos cuestionan la estrategia.
Mejorar la calidad de vida en la región es un proyecto a largo plazo, que no atiende por el momento las razones del éxodo desde Centroamérica, coinciden los especialistas.
Una parte del plan es otorgar permisos de estancia temporal a las personas del Triángulo Norte de Centroamérica, formado por Guatemala, Honduras y El Salvador.
Antes ese beneficio era exclusivo de Guatemala y Belice.
¿Puede funcionar la estrategia de AMLO? “A largo plazo sería mil veces mejor que estuviera involucrado Estados Unidos”, advierte la directora de IMUMI.
“No lo sé. Pero tampoco puede seguir funcionando como está ahorita, deteniendo y deportando a la gente, y que México sea un país de contención que trabaja al gusto de Estados Unidos”.