La dramática carta de una madre a su hijo sicario, muerto en guerra de narcos en México
"Hoy estás otra vez en la casa, pero me duele mucho, me quema el alma porqué solo viniste a tu velorio”, lee parte de la misiva
El origen de la carta y cuándo exactamente empezó a circular en redes sociales, se desconoce.
De los protagonistas de la historia tampoco se tienen detalles, aunque el Blog del Narco compartió la imagen de un joven que sería el destinario ausente del mensaje.
Sin embargo, la falta de datos no ha evitado que la desgarradora misiva fuera difundida en el ciberespacio este mes como uno de los resultados inevitables de la narcoviolencia en México.
En el texto, una madre se dirige a su hijo muerto para cuestionar cómo, motivado por sus ganas de “vivir mejor”, optó por el camino equivocado.
La madre agrega que siente vergüenza de haber traido al mundo a “un ser que no se le puede llamar humano”.
La mujer procede a preguntar por los falsos amigos y por su “patrón”, los que no llegaron a verlo a su velorio.
La progenitora culmina expresando: “Hoy estás otra vez en la casa, pero me duele mucho, me quema el alma porqué solo viniste a tu velorio”.
Aquí te dejamos la carta íntegra:
Hola, mijo. Hoy estás de nuevo aquí en la casa, recuerdo qué un día te fuiste gritándome que querías vivir mejor, más, sin embargo, nunca vi esos lujos de los que hablabas. Estabas harto de comer siempre lo mismo, pero en el cerro comías sólo sopas instantáneas. Querías ganar mucho dinero pero los 2,000 pesos que te daban los hubieras sacado cortando limón.
Querías tener armas y mujeres pero no sabías que la sangre de las manos no se quita con agua y jabón. Hoy te tengo aquí conmigo, pero es solo un instante. Uno no se debe avergonzar de los hijos, pero creo que sí se puede describir como vergüenza, cuándo la gente te señala por ser la mujer que trajo al mundo a un ser que no se le puede llamar humano.
Quería preguntarte: ¿Dónde están tus amigos, esos que en las fiestas se amanecían contigo, los que daban la vida por ti y tu patron? Tu ‘apá’ como tú le decías, ¿sabes si vendrá a verte?
Hoy, por fin, aprendiste la lección; ya no me gritaras más. Te veo tan tranquilo, pero creo que por dentro estás sufriendo. Que ironía, el camino que dijiste que era el fácil resultó el más difícil para ambos.
Hoy estás otra vez en la casa, pero me duele mucho, me quema el alma porqué solo viniste a tu velorio.