Huía de su maltratador. Ahora tiene que volver a su país harta de las políticas de Trump
Cristina Mejía y su familia dejan Tijuana pero ella no desiste en su intento de escapar del infierno machista que vivió en su lugar de origen y guarda un as bajo la manga
Cristina Mejía lleva cuatro meses esperando en Tijuana (México) una cita con las autoridades estadounidenses para solicitar el asilo para ella y sus cuatro hijos. Mejía, de 38 años, llegó a esta ciudad fronteriza de Baja California huyendo de la violencia de su último marido. Ahora se ve obligada a volver a la tierra donde aún vive su maltratador.
“Él me quitó la tranquilidad, no tenía paz en ningún lugar”, dice Cristina a Univision. Tras un ataque con machete, su agresor le dejó una gran cicatriz y una parálisis parcial en el lado izquierdo de su rostro.
“Él no sabe que vamos de regreso”, dijo Cristina al citado medio. “Una noche mi hija empezó a llorar y dijo: Mami, no quiero estar aquí, vamos a regresarnos“. La petición de la niña fue determinante para decidir poner rumbo de vuelta a Guatemala, de donde es la familia.
En Tijuana, la familia tenía el número 3,007 en la lista de espera. En el momento de irse aún tenían por delante a otras 240 familias. Cristina calculaba que en noviembre podrían asistir a la primera entrevista con la Patrulla Fronteriza, pero se cansaron de esperar y de las políticas amenazantes del gobierno de Donald Trump.
Los dos hijos mayores quieren quedarse en Tijuana e intentar vivir en Estados Unidos. Tanto Jeremías Rivera Mejía, de 15 años, como Diana Cruz Mejía, de 13, respetan la decisión de su madre y creen también que regresar con su familia es “algo bonito”.
Según dijeron a Univision los encargados de los refugios de migrantes del lugar, cada vez más personas quieren volverse a su país. Una de las razones principales son las largas listas de espera.
Cristina Mejía y su familia dejan México pero ella no desiste en su intento de escapar del infierno que vivió en su país y guarda un as bajo la manga: regresará sola a Tijuana para que sus hijos no tengan que volver a enfrentarse a las duras condiciones. “No quiero robarles la infancia […] ni que tengan que su frir”, indicó la mujer.
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