Escándalo en Iowa: El problema con el conteo que dejó a EEUU sin el resultado más esperado

Las autoridades del partido demócrata argumentaron en un principio que estaban realizando un "control de calidad", pero las dudas de votantes y equipos de campaña se dispararon

Varios candidatos, entre ellos Bernie Sanders, salieron a dar un discurso triunfalista.

Varios candidatos, entre ellos Bernie Sanders, salieron a dar un discurso triunfalista. Crédito: EPA/CRAIG LASSIG | EFE

Los caucus de Iowa terminaron, la gente se fue a su casa, los votos se contaron y los principales candidatos hablaron. Pero la esperadísima elección primaria, la primera cita electoral en la carrera a la Casa Blanca, terminó con un gran fiasco: los resultados nunca se conocieron porque el Partido Demócrata tuvo inconvenientes con la aplicación utilizada para el conteo, encontró ” inconsistencias“, y hasta tuvo que salir a desmentir que hubiera habido un “hackeo”.

“Encontramos inconsistencias en el informe de tres conjuntos de resultados”, indicó Mandy McClure, directora de Comunicaciones del Partido Demócrata, cerca de la medianoche, cuando la noticia ya había dejado de ser la elección de Iowa, para convertirse en un nuevo escándalo para los demócratas.

“Además de los sistemas tecnológicos que se utilizan para tabular resultados, también estamos usando fotos de resultados y un rastro de papel para validar que todos los resultados coincidan y asegurarnos de que tengamos confianza y precisión en los números que informamos”, agregó McClure. “Esto es simplemente un problema de informes, la aplicación no se cayó y esto no es un hack ni una intrusión. Los datos subyacentes y el rastro de papel son sólidos y simplemente tomará tiempo para informar aún más los resultados”, agregó.

Ante la insólita ausencia de cifras, los principales candidatos hicieron un poco de malabarismo al salir a brindar sus discursos, que quedaron envueltos en un impensado escenario: todos hablaron sin tener la menor idea acerca de si habían tenido una noche buena o mala.

“No sabemos todos los resultados. Pero sabemos que para cuando todo esté dicho y hecho, ¡Iowa, has conmocionado a la nación!”, fue la fórmula triunfalista que ensayó Pete Buttigieg.

Las campañas se preocuparon por dejar saber su profundo malestar a través los medios. El Partido Demócrata de Iowa hizo dos llamadas con los equipos de los candidatos para intentar explicar los inconvenientes. Y Bernie Sanders y Buttigieg decidieron dar sus propias cifras, que mostraban una buena elección para ambos. Según los datos de Sanders -sobre el 40% de los precintos-, el senador socialista quedó primero; Buttigieg, segundo, y Warren, tercera. Biden quedó en el cuarto lugar. El estratega de Warren dijo que era “una carrera muy cerrada” entre Sanders, Buttigieg y Warren, con Biden “lejos en el cuarto lugar”.

El equipo de Trump celebró el vergonzoso episodio: aprovechó para echar un manto de duda sobre la interna de la oposición. “Los demócratas se están metiendo en un lío de caucus de su propia creación con el desastre más descuidado de la historia. Sería natural para las personas dudar de la equidad del proceso”, dijo en un comunicado Brad Parscale, director de la campaña de Trump.

La sombra de 2016

El episodio trajo rápidamente a la memoria el caucus de 2016, que terminó en un “empate virtual” entre Hillary Clinton y Bernie Sanders por una diferencia de apenas tres décimas, 49.9 a 49.6 por ciento. Pese a ese ajustado resultado, Clinton obtuvo más delegados. En Estados Unidos, la elección interna es indirecta, al igual que la presidencial. Los votantes eligen delegados que luego eligen al candidato en la convención del partido.

Hasta este año, el Partido Demócrata en Iowa informaba solo el reparto de delegados y no los votos totales. Los delegados se asignan a través del sistema de caucus, una votación en asamblea.

En 2016, la campaña de Sanders cuestionó el resultado oficial de la elección porque hubo “discrepancias” entre la cantidad de votos y la de delegados. Hay seguidores de Sanders aún furiosos por la interna de 2016, en la cual el establishment demócrata jugó a favor de Clinton.

Este año, el Partido Demócrata cambió las reglas y decidió informar no sólo la cantidad de delegados, sino también la cantidad de votos. Pero todo terminó en un gran fiasco.

Una noche en un caucus

El caucus es una experiencia democrática bastante particular. Es un sistema de votación por asamblea. No hay urnas ni boletas, solo gente reunida en escuelas, iglesias o bibliotecas. El conteo es a mano. Y se cuentan personas, no votos. Y hay más de una ronda: los votantes de los candidatos con menos votos en la primera vuelta pueden pasarse a los candidatos con más votos al final. Luego viene el conteo final, y el reparto de delegados.

En Des Moines, en la escuela Callanan, casi 400 personas se reunieron en el salón de actos para decidir la elección. La Nación presenció la votación. El auditorio estaba dividido en secciones para cada candidato donde los votantes se sentaron. La primera ronda dejó primero a Bernie Sanders, con 148 votos, seguido por Elizabeth Warren, con 122. Peter Buttigieg obtuvo 38, y Biden 30. El resto se repartió entre Amy Klobuchar, Andrew Yang, Tom Steyer y Cory Booker, quien ya ni siquiera está en carrera. Tras esa primera votación, empezaron los “realineamientos”. La votación final: Sanders, 164; Warren, 138, y Buttigieg, 71.

Después de la primera ronda, cada campaña se esfuerza por atraer a los votantes sueltos. Cada candidato tiene “capitanes” que tratan de capturar votantes. Hay debates en vivo, mientras la gente se mueve de un lugar a otro según como cambie su opinión.

“¡Peeeteee!, ¡Peeeteee!”, se pusieron a gritar los simpatizantes de Buttigieg a los de Biden y Klobuchar, ansiosos por capturar un mayor respaldo. “¡Vayan por Beeernie!”, gritaba una simpatizante de Sanders, en la escalera del salón de actos, mientras el grupo de votantes de Biden -entrados en años- bajaba en busca de otros candidatos.

En los caucus puede haber realineamientos particulares. Kirsten Plowman, 38 años, fue a hacer caucus por Klobuchar, que quedó afuera de la primera ronda por las reglas del sistema. Quedó libre para elegir otro candidato. Iba a sumarse a los seguidores de Bernie Sanders, hasta que se dio cuenta que podía sumarse también a Buttigieg. “¡Ah, entonces voy a ir con Pete!”, dijo a La Nación, entre risas No es un proceso perfecto, pero lo amamos de todas maneras, y estamos comprometidos, ¿qué tal suena eso?”, cerró.

Por Rafael Mathus Ruiz


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