Acepta un trabajo como lavaplatos en el hospital solo para poder ver a su esposo enfermo de Covid-19

El coronavirus ha separado a muchas familias, que tuvieron que distanciarse por temor a contagiarse

Yolanda Coca de la ONG bhip cms, muestra una vivienda sin lavaplatos.

Yolanda Coca de la ONG bhip cms, muestra una vivienda sin lavaplatos. Crédito: Gerardo Romo | El Diario

Mary Daniel de Jacksonville, Florida, no había visto a su esposo, Steve, en 114 días después de que una orden estatal prohibió las visitas a hogares de ancianos debido a la pandemia de coronavirus.

Steve, de 66 años, que tiene Alzheimer, reside en una unidad de cuidado de la memoria de un hogar de ancianos.

Daniel, de 57 años, le dijo a Today que su esposo comenzó a vivir en Rosecastle en Deerwood, un centro de asistencia en Jacksonville, en julio pasado. Ella dijo que fue una decisión difícil para él ir, pero finalmente, Steve había demostrado que prosperaba en un entorno donde tenía oportunidades para socializar.

Hace cuatro meses, todo cambió cuando la pandemia de COVID-19 azotó a Florida. “Fui a verlo todas las noches, le ayudaba a irse a la cama. Fui a visitarle el 10 de marzo, pero el 11 de marzo me llamaron y me dijeron que no podía volver”, cuenta a NBC.

Según directrices del gobernador Ron DeSantis, los hogares de ancianos en Florida no pueden recibir visitas debido al riesgo de propagación y contagio de COVID-19. Los hogares de ancianos y las instalaciones de asistencia se han visto muy afectados por la pandemia. Los residentes son mayores, a menudo tienen problemas de salud subyacentes y viven en lugares cerrados que pueden aumentar la propagación del virus.

Daniel explicó que ella trató de visitar a su esposo y verlo a través de una ventana, pero el hombre que solo lloró y no podía entender lo que estaba pasando. Tras mucho pensar, se le ocurrió una idea para poder verlo y contactó al personal de Rosecastle. Preguntó si podía ser voluntaria u obtener un trabajo en el centro de atención, estaba dispuesta a todo con tal de ver a su esposo en persona nuevamente.

Así es como a los pocos días la llamaron y le ofrecieron ser lavaplatos. Ella aceptó con gusto. No puede estar más contenta con su trabajo, un empleo que le da la oportunidad de estar con su esposo cada día.

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