La alfabetización mediática es un derecho civil

La alfabetización mediática permite a los estudiantes acceder, analizar, evaluar, crear y actuar utilizando todas las formas de comunicación

El uso de computadoras en las escuelas y también el estudio del fenómeno de los medios digitales son claves en la formación de los estudiantes.

El uso de computadoras en las escuelas y también el estudio del fenómeno de los medios digitales son claves en la formación de los estudiantes. Crédito: Getty Images

Hubo un tiempo en que las noticias se imprimían en el periódico para que la gente las leyera al día siguiente. Las cadenas de televisión tenían que movilizar a un ejército de ingenieros, productores y reporteros con camiones satelitales para transmitir las imágenes de los acontecimientos de última hora. El esfuerzo requería tiempo y mucho dinero. Solo las grandes y poderosas cadenas de televisión podían permitirse ese despliegue de recursos.

Ahora, esa práctica es cosa del pasado. Hoy en día, cualquier persona con un teléfono móvil puede transmitir cualquier contenido desde cualquier rincón del mundo con poco esfuerzo y dinero. Técnicamente, una persona sin entrenamiento en la ética periodística puede llamarse reportero de noticias y tener la capacidad de transmitir contenido como una cadena de televisión internacional. Con este argumento es como comienzo a enseñar la primera unidad de mi clase de medios informativos en la preparatoria Cristo Rey Jesuit High School en Pilsen.  Sinceramente, no podemos culpar a estos estudiantes de la Generación Z por no entender la complejidad de la transmisión análoga. Muchos apenas recuerdan cómo funcionan las líneas residenciales de teléfono, raramente ven televisión de transmisión abierta o han leído las noticias en un periódico impreso.

Como adultos, debemos aceptar que nuestros jóvenes tienen una visión muy diferente del mundo. Por ejemplo, mis contemporáneos de la Generación X teníamos que memorizar los números de teléfono y buscar en el TeleGuía los cambios de horario de nuestros programas favoritos. Conocíamos la diferencia entre las páginas amarillas y las blancas. Esperábamos semanas para que la correspondencia llegara a nuestros buzones. Para personas como yo que nacimos en ciudades pequeñas, solo teníamos tres o cuatro canales de televisión abierta para elegir. La situación se complicaba aún más cuando los huracanes golpeaban la costa de Veracruz y derribaban las antenas analógas de los tejados de las casas. En general, tuvimos que ser más tolerantes y pacientes.

Ahora, la vida se mueve mucho más rápido y está saturada de muchas opciones. Hoy, los jóvenes no requieren esa inmediatez para consumir contenidos e información en las redes sociales solo por capricho sino porque así ha evolucionado el mundo a su alrededor. El hecho es que el acceso a Internet, o lo que en su día se llamó en los años 90 la “superautopista de la información” ya no es un lujo sino una necesidad. Ahora hay que aprender a circular en ella y a denunciar cuando alguien va a alta velocidad o no respeta las señales de tráfico. Por eso creo que el acceso a internet y especialmente a la alfabetización mediática e informacional es un derecho civil al igual que el acceso a la educación, al voto y al agua potable. Desgraciadamente, muchos estudiantes de minorías o de comunidades con bajos ingresos no tienen la misma experiencia que otros estudiantes de comunidades más privilegiadas. Cuando por fin logran pagar por el acceso a internet, se pierden en la interminable invasión de contenido basura.

Tenemos que reconocer que, para algunas personas, la llamada “World Wide Web” se parece más al “Wild, Wild West”, donde encuentras peligro en cada pueblo. Cuando las plataformas de medios sociales utilizan algoritmos para predecir lo que debemos leer y ver, nos polarizamos y marginamos. Debemos asegurarnos de que nuestros jóvenes adquieran las herramientas educativas necesarias para identificar la información sesgada, falsa y engañosa. Debemos ser conscientes de que cualquier persona carismática con un teléfono móvil y una cuenta de YouTube puede ser su líder de opinión que influya en sus decisiones. A menudo les pregunto a mis alumnos: “¿Quieres estar informado o influenciado?, porque son dos cosas muy diferentes”. Debemos enseñar a los alumnos a tomar el control de sus redes sociales. Sabemos que cualquier TikToker con una agenda maliciosa está a un clic de ellos. Podría mencionar varios ejemplos, pero solo decir los conspiradores de QAnon que asaltaron el Capitolio en enero de 2021 aclara de qué estoy hablando.

En julio del 2022, el gobernador JB Pritzker de Illinois firmó la ley HB 0234. La medida modificó el código de las escuelas públicas del estado y requiere que cada escuela secundaria pública incluya una unidad de instrucción sobre alfabetización mediática en su plan de estudios. Es un buen comienzo, pero no se le asignó presupuesto. Esta ley deja que los distritos escolares tomen la decisión de cómo los maestros incorporarán esta unidad en sus lecciones. La nueva normativa entró en vigor en el curso escolar 2022-2023, convirtiendo a Illinois en el primer estado del país en incorporar estos estándares.

Según la Asociación Nacional para la Alfabetización Mediática, conocida por sus siglas en inglés como NAMLE, la alfabetización mediática permite a los estudiantes acceder, analizar, evaluar, crear y actuar utilizando todas las formas de comunicación: las impresas, visuales, de audio, interactivas y digitales. Es una forma de enseñar a los estudiantes a pensar de forma crítica sobre el funcionamiento de los medios de comunicación. Así aprenden a cuestionarlos y a tomar el control de su consumo de información. Yo aplaudo esta ley y los extraordinarios esfuerzos de todas las organizaciones que la han hecho posible, empezando por la Coalición de Illinois para la Alfabetización Mediática (Illinois Media Literacy Coalition). Esta coalición cuenta con la participación de activistas, profesores universitarios, maestros, administradores escolares, periodistas y organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan con el mismo objetivo. La alianza pretende promover un diálogo y abogar por que se obtengan los recursos necesarios para que los maestros los utilicen en sus clases.

Por naturaleza, la alfabetización mediática se percibe como un curso de periodismo y se asigna la mayor parte del tiempo al curso de inglés. Este tema debería abarcarse más ampliamente y debería incluirse en todas las clases. Por ejemplo, en matemáticas los alumnos pueden aprender cómo se miden los raitings de la audiencia de la televisión y radio. En ciencias, también pueden aprender la tecnología de cómo se informa el pronóstico del tiempo en las noticias. En la clase de ciencias sociales se puede enseñar cómo los periódicos cubrieron los movimientos sociales históricos de la época. Mi idea favorita es la de las clases de idiomas. Los maestros de la clase de español pueden analizar el contenido y aprender nuevo vocabulario de las noticias televisivas o de los periódicos locales e internacionales. Estoy segura de que muchos maestros ya lo hacen, pero ¿cómo podemos asegurarnos de que se haga en todas las escuelas?

En 2016 decidí renunciar a mi trabajo como reportera de investigaciones en Telemundo Chicago y comenzar un nuevo capítulo en mi carrera profesional como maestra de preparatoria. Sinceramente, no me arrepiento de haber dejado atrás la cadena de televisión. Amo mi vocación y, sobre todo, mi escuela y mis estudiantes. Durante 16 años en Telemundo Chicago, informé de todo, desde la escalada de violencia en las comunidades minoritarias en los barrios de bajos ingresos hasta la defensa de los consumidores, la política local y nacional. Me enorgullece decir que mi desempeño periodístico me llevó a ganar siete premios Emmy regionales. Ahora como maestra me satisface ver que mis estudiantes entienden la importancia de distinguir el periodismo serio y balanceado del que no lo es. Si Illinois está a la cabeza de la enseñanza de la alfabetización mediática, deberíamos hacerlo bien desde el principio y apoyar todos los esfuerzos para conseguir fondos para esta legislación.

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