¿Por qué debemos aprender a ser flexibles?
La flexibilidad es entender que existen cambios y que debemos evolucionar con el tiempo
La flexibilidad es la capacidad que tenemos para adaptarnos rápidamente a las circunstancias, con el objetivo de convivir de forma sana y amena con nuestro entorno.
Hay un dato importante a destacar aquí: La flexibilidad no se debe malinterpretar como una debilidad de carácter, o una tendencia a “ceder” para evitar conflictos y optar por una vida “fácil”. Tampoco nos podemos ir al otro extremo, de vivir con rigidez, pensando que lo sabemos todo y que nuestra opinión siempre es la correcta.
A través de la flexibilidad tratamos de aprender a rectificar oportunamente nuestra actitud o punto de vista, cuando algo o alguien nos demuestra que estamos equivocados o que debemos ser más tolerantes con las maneras ajenas de pensar.
La flexibilidad es entender que existen cambios y que debemos evolucionar con el tiempo.
Ahora bien, esa capacidad para cambiar y adaptarnos a los cambios es muy importante para la vida en general. Podemos ser muy firmes y obstinadas con los objetivos y metas que nos hemos planteado en la vida, pero debemos ser flexibles en cuanto a los métodos para conseguirlos, puesto que las circunstancias pueden ir cambiando con el tiempo.
Ahora bien, aquí te ofrezco unas buenas razones para ser flexible:
La flexibilidad aumenta nuestra disposición para llegar a un buen acuerdo y enriquecernos con la opinión de los demás, para que todas las partes se beneficien y complementen. Tendemos a pensar que tenemos razón en todo y que nuestro modo es el mejor. La verdad radica en la diversidad y en los distintos modos de pensar y actuar y debemos ser flexibles ante ellos
La falta de flexibilidad nos vuelve insensibles y poco dadas al diálogo y a la conciliación, y de ese modo se dificulta la convivencia pacífica. Para ser flexibles debemos sentir empatía por los demás, ponernos en sus zapatos, tratar de entender sus circunstancias particulares. Esto aplica en todos los ámbitos de tu vida, especialmente en los más importantes: el familiar, el laboral, el social.
A veces nuestra flexibilidad debe pasar por pruebas más duras. Por ejemplo, la mudanza a una nueva ciudad, un cambio de empleo o cualquier cambio radical en nuestras vidas. La rapidez con que podamos adaptarnos a la nueva situación marcará la diferencia entre el éxito y el fracaso de esta nueva etapa.
Si somos flexibles estaremos en capacidad de ajustarnos a cualquier cambio que debamos atravesar, y de ese modo podremos salir victoriosas, viviendo en paz con nuestros semejantes, entendiendo que la vida está llena de cambios y que si nos quedamos en nuestra zona de confort, nos atascaremos y no podremos seguir adelante.
Si queremos encontrar la felicidad en cualquier circunstancia de nuestra vida, debemos aprender a evitar la impulsividad, a reducir todo a un ‘sí’ o un ‘no’, evitar los pensamientos en blanco y negro y a detectar esa gran variedad de grises que hay en el mundo.