Estos son los rostros de la resistencia latina
10 latinos que están tratando de salvar a su comunidad
Miles de personas se tomaron hoy las calles del centro de los Ángeles para marchar en el día internacional del trabajo.
Entre la multitud hablamos con diez latinos sobre las acciones que están tomando para contrarrestar el acoso, presión y miedo que viven bajo la administración de Donald Trump. !Resistir es la consigna!
Leyla Dominguez, 8 años. La estudiante de tercer grado tiene que lidiar, a su corta edad, con la angustia de que su madre, sea deportada en cualquier momento. Desde que Alma de 48 años migró de Puebla, México hace 18 años nunca había sentido tan cerca esa posibilidad. Es Leyla quien hoy, ante el miedo de su madre a salir de su casa en Boyle Heights la que ayuda con las compras de la casa.
Vannessa, 36 años. Esta mujer transexual huyó de Honduras en 1992 en busca de un mejor futuro en EEUU. Luego de haber sido encarcelada en la prisión de San Pedro en Long Beach, donde vivió los abusos a los que son sometidos indocumentados de su comunidad, se convirtió en una vocera de los derechos Trans. “El odio se supera con educación y trabajo, eso es lo que hacemos a diario”.
Manuel Espinoza, 62 años. Este hombre salió de Usulután, Salvador hace 37 años. Luego de cruzar la frontera en dos ocasiones logró echar raíces en EEUU. Hoy con 5 hijos que trajo desde su país en 1985 teme lo peor para toda su familia. “Los pobres somos unidos, por eso nuestro trabajo se multiplica. Ante los ojos de Dios todos somos iguales, para él no hay raza ni color, esperemos que este mensaje llegue al presidente Trump”.
Martín Ortiz, 27 años. Este joven salió del Salvador en 1996. Hoy trabaja como asistente legal en Progresso Legal Group, una organización que presta atención y asesoría migratoria para personas indocumentadas de escasos recursos económicos. “No queremos faltarle al respeto al presidente solo exigimos que él nos respete como seres humanos que somos”.
Freddy Chávez, 60 años. Como miembro de la comunidad chicana en Spokane Washinton, Freddy viaja por todo el país promoviendo sus ancestros junto con su llamado a la unión. “Promovemos los vínculos entre latinos de todas las procedencias a través de nuestra riqueza cultural. Todos somos hijos de la madre tierra. No hay razón para pensar que no somos iguales. De este mundo no nos llevamos nada, solo el odio de nuestros corazones”.
Taylor James, 24 años. Esta organizadora y promotora social trabaja con la comunidad indocumentada de Los Ángeles a pesar de no tener sangre latina. “La injusticia no tiene raza ni color, cuando hay una llamado a asistir a un hermano que está en dificultades allí tenemos que estar. Eso es lo que nos hace humanos, el sentido de solidaridad”.
Virginia Martínez, 65 años. La mujer proveniente de Michoacán está hoy por terminar sus estudios en sociología en CAL State. Su meta es trabajar en apoyo a la comunidad indocumentada en estos días difíciles. “El miedo se tiene que combatir con información y con el trabajo serio de todos los actores de la comunidad. No hay duda que todos somos más”.
Víctor Sánchez, 29 años. Este joven de padre mexicano y madre costarricense ha estado toda su vida en el corazón de la comunidad indocumentada en Los Ángeles. Recientemente un amigo sin papeles le pidió ser el padre guardián de su hijo ante una eventual deportación. “No lo pensé dos veces, ahora tengo la oportunidad de ayudar a mi gente, si no lo hago yo quien lo va a hacer”.
Suliapa Reyes, 52 años. La mujer salió de San Pedro Sula en Honduras hace 28 años con rumbo a la ciudad de los Ángeles. Hoy con cuatro hijos teme que alguno de los miembros de su familia puedan ser deportados. “Hemos tenido que aprender a convivir con el miedo. Últimamente se ha convertido parte de nuestro ADN. Rogamos que esta persecución termine”.
Benjamín Zermeño, 30 años. Este joven de padres mexicanos es trabajador en la industria hotelera en la ciudad de Los Ángeles y como miles teme que en cualquier momento alguno de sus familiares sea deportado. “Le pedimos al gobierno que acabe con la separación de familias, destruir las comunidades será un daño irreparable para la economía de este país”.