Cuando el síndrome premenstrual es tan fuerte que te quieres suicidar
A Sarah con apenas 14 años la hospitalizaron y le diagnosticaron trastorno bipolar, pero lo que tenía no tenía tanto que ver con psiquiatras como con ginecólogos
Para la mayoría de las mujeres el síndrome premenstrual es una parte desagradable pero llevadera del ciclo de cada mes. Pero entre el 5% y 8% de las mujeres en edad fértil, tienen síntomas tan severos que pueden llegar a ser fatales.
Laura, de 38 años, notó por primera vez que había un problema cuando tenía 17. “Un día me caí”, recuerda. “Estaba hiperventilando y mi madre llamaba a los médicos para que me sedaran”.
Durante la veintena Laura sufrió ansiedad y ataques de pánico. Solo podía hacer trabajos temporales porque no lograba mantener un trabajo estable.
“Cada mes me cansaba tanto que tenía que dormir 18 horas durante tres días. Empecé a tener pensamientos suicidas “.
Laura tenía s índrome premenstrual s evero , también llamado t rastorno disfórico premenstrual (TDPM) , una condición reconocida oficialmente, en la que los síntomas severos, como la irritabilidad y la depresión severa, interfieren con la capacidad de una persona para funcionar normalmente.
Quienes la sufren pueden tener síntomas hasta tres semanas al mes.
El caso de Sarah
Sarah, de 23 años, empezó a tener TDPM a los 14 años. “Tenía ansiedad y depresión y con el tiempo psicosis -veía y oía cosas- y manía”.
La hospitalizaron y le diagnosticaron trastorno bipolar. Se pasó un año entero entrando y saliendo de una unidad psiquiátrica hospitalaria para adolescentes .
“Con frecuencia se hace un mal diagnóstico del TDPM”, dice el especialista en ginecología profesor John Studd. “Como los síntomas son cíclicos, los psiquiatras a veces creen que es un trastorno bipolar y entonces los pacientes siguen un tratamiento durante años con terapias y anti psicóticos como el litio”.
El caso de Rachael
Rachael, de 35 años, tiene síntomas desde los 14 y dice haber experimentado momentos de furia “en los que podría haber matado a alguien “.
“Me despertaba en medio de la noche sintiéndome furiosa por ningún motivo y empezaba a romper platos”.
Fue su ex pareja quien la diagnosticó correctamente por primera vez, una década después.
“Leí la información y dije, “Dios mío, esa soy yo”. Se lo mencionaba a los doctores pero solo me daban antidepresivos y medicación contra la ansiedad “.
Con el tiempo su vida se derrumbó. Dejó su trabajo en la policía y a sus hijos con su madre durante seis semanas. “Llegué a un punto en el que iba a conseguir que me internaran en un psiquiátrico. Iba conduciendo y de repente me daban ganas de empotrarme contra un camión“.
“Casi siempre es tratable”
Lo que comparten Laura, Sarah y Rachael son las dificultades para conseguir que los profesionales médicos reconocieran su condición.
“Ahora tengo un ginecólogo que está convencido de que lo que yo tengo es TDPM, pero mi psiquiatra, del que ya no soy paciente, todavía dice que tengo trastorno bipolar con un componente hormonal”, dice Sarah.
Un médico le dijo a Laura que se sintiera afortunada de no vivir en la Edad Media, porque la habrían quemado por bruja.
“Lo que con frecuencia me llama la atención al ver a una mujer con esta condición es la cantidad de tiempo que les llevó hacer que las tomaran en serio, y lo aliviadas que se sintieron cuando finalmente alguien les ofreció tratamientos basados en evidencias“, le dijo a la BBC el ginecólogo especialista Nick Panay, presidente de la Asociación Nacional sobre el Síndrome Premenstrual de Reino Unido.
“Casi siempre es tratable”, asegura el doctor Studd, que normalmente receta un tratamiento hormonal con estrógeno, en parches o en un gel cutáneo.
“Esa es una manera segura de dominar el ciclo y los síntomas cíclicos”. A principios de este año un estudio descubrió que la TDPM puede estar causada por una vulnerabilidad genética.
“Eso es muy emocionante”, dice Panay.
“Una vez que encuentras un factor genético causativo tienes la posibilidad de desarrollar un test de diagnóstico y terapias genéticas específicas. Todavía están en una fase muy temprana de investigación así que no hay perspectivas inmediatas de que esas opciones vayan a estar disponibles en los próximos años. Pero definitivamente se están haciendo progresos”.
Así evolucionaron Laura, Sarah y Rachael
El gel hormonal funcionó para Rachael. “Ya no tengo pensamientos suicidas. Casi no discuto con mi pareja. Es una mejoría del 95%”, dice. Ahora planea estudiar psicología.
“Me encantaba trabajar para la policía y tenía un buen salario. Después pasó todo esto y sentí que nunca más volvería a ser parte activa y constructiva de la sociedad. Por eso ahora creo que mi destino es ayudar a otras mujeres”.
Por su parte Sarah depende de una combinación de cuatro tratamientos para controlar su ciclo. Pero solo funciona durante seis meses antes de tener una nueva recaída. Por eso está considerando hacerse una histerectomía (extirpación de útero) y una extirpación de ovarios.
“El verano pasado me hospitalizaron en un psiquiátrico dos veces y pensé “esto no puede seguir así””.
Sobre la histerectomía, dice que la gente le advirtió que se arrepentiría, pero “yo no quiero traer a nadie a este mundo para después hacerles daño o que me pase algo a mi”.
“Recientemente durante una crisis grave casi intenté suicidarme. A veces pienso que es mejor hacerse la operación que volver a pasar por eso”.
Mientras, Sarah se centra en acabar sus estudios universitarios. Vive con la esperanza de un futuro en el que pueda “viajar, hacer planes con antelación y poder comprometerse con algo durante un año o más. Tengo esa determinación, y me está yendo bien”.
Laura también se mantiene optimista: “el 2017 es el año en que todo esto se soluciona”. Ahora está esperando a que le aprueben una histerectomía. A sus 38 años no tiene ahorros ni una carrera profesional, pero sí una pareja que la apoya.
“Hay cosas que sé que puedo conseguir. ¡Imagínate todo lo que puedo hacer con cuatro semanas al mes!”
De hecho Laura lidera un proyecto llamado Ciclo Vicioso (Vicious Cycle) con el que trata de diseminar información sobre su enfermedad para que los médicos la conozcan mejor. También gestiona un grupo de Facebook de apoyo a pacientes que ha sido de gran ayuda también para Rachael y Sarah.
– Lucinda Everett