Salvadoreños migrantes, varados en México tras última prórroga del TPS
Alrededor de 200,000 salvadoreños eran beneficiados por el TPS que operaba desde los años 90
MÉXICO – A Ramiro Canales le gusta El Salvador. Prueba de ello es que desde hace nueve años, cuando lo deportaron de Estados Unidos, no intentó regresar hasta que los pandilleros llegaron a su límite porque la empresa para la que trabajaba como repartidor de dulces se desentendió de las extorsiones y era él quien tenía que pagar para que no lo mataran mientras iba de tienda en tienda para vender las golosinas.
“Véngase para acá y yo le ayudo’’, lo animó su padre quien vive en EEUU desde hace 25 años.
Ramiro empacó a principios de enero una mochila con dos pantalones, dos camisetas, $50 y emprendió el camino sin saber que pronto las cosas cambiarían.
“Acaba de perder el empleo que tenía en Virginia ’’, cuenta Canales en entrevista con La Opinión desde el albergue “Nuestros Hermanos en el Camino“, fundado por el sacerdote Alejandro Solalinde en Ixtepec, Oaxaca, sin dar más detalles.
Y es que para alrededor de 200,000 salvadoreños beneficiados por el Estatus Temporal de Protección o TPS – que operaba desde 2001 para ayudar a las víctimas de los terremotos de ese año- el anuncio de la administración Trump de prorrogar solo por 18 meses es casi lo mismo que una cancelación definitiva.
Sin el apoyo del padre, beneficiado por el TPS, Canales piensa que se las verá difícil para seguir adelante.
Apenas entró a México le robaron la mochila y se quedó sin nada. Ahora trabaja de manera esporádica en la construcción y así piensa pagarse el viaje hasta la frontera.
A sus dos hijos, de dos y seis años, los dejó en San Miguel, El Salvador, con la madre y algo de ahorros.
“Los migrantes no se quieren quedar en centroamérica, a pesar de la cancelación (sic) del TPS porque saben que a largo plazo con la deportación masiva, tarde o temprano eso va a explotar la situación social’’, advirtió Solalinde en entrevista con La Opinión.
“Es una situación desastrosa lo que ocurre en El Salvador y Honduras. Hay, por ejemplo, familias completas de madres, padres y hijos metidos en pandillas y la extorsión (contra su propia gente)’’, agrega Leticia Gutiérrez, directora de Scalabrinianas: Misión para Migrantes y Refugiados
Seguir o quedarse
“Lo complicado para los migrantes es que si regresan no tendrán una reinserción sana a la sociedad’’.
Por eso Jairo Linares, de 18 años, duda si seguirá hacia EEUU, porque a sus tíos los está persiguiendo ICE en Houston, según le han contado, no quiere volver a El Salvador y ya se lo está pensando para quedarse en México, según cuenta desde el albergue.
“Así estoy desde julio’’, comenta.
Solalinde considera que en adelante habrá dos puntos de atracción para los salvadoreños: intentar cruzar cueste lo que cueste o quedarse en este país, principalmente en la Ciudad de México, aunque también en otras ciudades.
“No sabemos cómo va a impactar en la sociedad mexicana porque hablamos de cientos de miles (tan sólo entre enero y noviembre de 2017 fueron repatriados 11,498 salvadoreños desde México) y aunque cada vez hay más apertura, mucha gente aún no está preparada y a veces hay cierto rechazo: este es un tema en el que se tiene que trabajar’’.