¿Existen los virus “buenos”?

Aunque son popularmente conocidos por causar enfermedades, algunas veces  los virus también pueden ser de mucha ayuda.

Se estima que 200 tipos de virus infectan a las personas y que unos cientos de miles lo hacen en otros mamíferos. Si además se tienen en cuenta aquellos que infectan plantas, bacterias y otros organismos, los virus se convierten en los grandes protagonistas de la biósfera.

Estos microorganismos solo pueden sobrevivir entrando y copiándose dentro de una célula viva, para ello utilizan la maquinaria de la célula huésped donde replican su material genético y producen más partículas virales. Algunos además de beneficiosos, son incluso necesarios para la vida en la Tierra.

Sin ellos no estaríamos aquí” reconoció la profesora de Marylin Roossinck, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, en EE.UU.

En una entrevista con la revista Knowable, Roossinck compartió cómo los virus benefician a las plantas y a las personas.

Por qué son importantes los virus

La experta destacó que los virus son los organismos más abundantes y diversos del planeta y que es probable que aún solo conozcamos una pequeña fracción de los virus existentes.

A partir de los estudios de metagenómica se conocen nuevas secuencias genéticas similares a los virus. “Lo que realmente nos falta es comprender qué hace cualquiera de estos fenómenos que hemos secuenciado, o cómo pueden estar relacionadas entre sí. A menudo, ni siquiera sabemos cuál es su anfitrión” aseguró Roossinck.

Cómo ejemplo cercano, la profesora explicó que gracias a estos estudios se identificó el funcionamiento de virus en el intestino humano, donde en lugar de afectar nuestra células, se concentran en las bacterias presentes en el órgano.

También destacó que solo un 1% son patógenos, es decir, que dañan a sus anfitriones.

Clases de virus beneficiosos

Roossinck no ocultó su fascinación por lo que se conoce como “virus de plantas persistentes”. Un fenómeno muy común, como tan poco estudiado. Estos son virus que infectan a sus huéspedes y a su siguiente generación, a través de las semillas.

Este fenómeno se ha mostrado beneficioso para las plantas, ya que en algunos casos ha otorgado una mayor facilidad para la absorción de nitrógeno o ha extendido la longevidad de las semillas infectadas.

Otros virus logran brindar a las plantas una mayor tolerancia a la sequía o al frío. Si bien no se conoce con exactitud cómo funciona esa simbiosis, se cree que el virus eleva el nivel de azúcar en las plantas, permitiendo que retengan agua por mayor tiempo. Además, las sustancias dulces se congelan lentamente, por lo que el azúcar adicional haría que las plantas resistieran al frío.

En el caso de los animales, la profesora ejemplificó como en los ratones, los virus del herpes confieren resistencia contra la peste bubónica. “El virus del herpes, latente en el ratón, activa su sistema inmunológico y lo hace capaz de combatir la plaga” señala la experta.

De la misma manera, el pegivirus humano, conocido como virus GB-C o virus de la hepatitis G, puede ofrecer cierta protección contra el SIDA. La hepatitis G es bastante común en los seres humanos y hasta el momento se desconoce que cause alguna enfermedad.

Pero sí afecta el sistema inmunológico de varias maneras. Tal es el caso de que si las personas se infectan primero con hepatitis G, y luego con el VIH, el virus demora más en progresar hacia el SIDA.

¿Qué se depara para la virología?

Con respecto a las proyecciones, Roossinck dijo que en el futuro, podremos encontrar muchas formas de utilizar los beneficios de los virus: “Sé que en este momento se está trabajando en el uso de virus para eliminar las bacterias que infectan las plantas de cultivo” añadió.

De todas formas, la experta cree que el mayor obstáculo para los avances de este rubro, sigue siendo el temor y desconocimiento de las personas “Si le dices a alguien: ¿Por qué no consumes virus de hepatitis G para protegerte contra el SIDA? probablemente nadie lo vaya hacer. Incluso entre algunos virólogos, ese sesgo contra los virus sigue siendo un obstáculo” afirmó Roossinck.

Por ello, concluyó resaltando nuevamente la importancia que tienen estos microorganismos. “Sin ellos no habría un mundo. Creo que es hora de que obtengan el crédito que merecen”.

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