De las finanzas al natural cuidado de la piel
Sol María Vélez trabajó durante 15 en un hedge fund pero tras un descanso decidió hacer de los remedios basados en aceites esenciales y hierbas su negocio, Sipp Organics.
Sol María Vélez trabajó durante 15 años en el sector de finanzas, en el mundo de los hedge funds (fondos de inversión de alto riesgo). Esta mujer nacida en Pensilvania de padre puertorriqueño y madre salvadoreña, fue directora de operaciones y contralor y dice que le encantaba aunque reconoce que las tensiones por el dinero y las largas horas de trabajo diario no le gustaba tanto.
En 2012, cuando su padre falleció las cosas empezaron a cambiar para ella, “fue cuando empecé a pensar que tenía que hacer algo con más sentido”.
Pocos después, entre 2015 y 2016, se tomó un año sabático. “Al final de este año iba a regresar al trabajo pero empecé a pensar si verdaderamente quería y decidí que no. Quería hacer algo que me encantara”, dice con una voz suave y siempre con una sonrisa.
Ella, de hecho, ya había empezado a hacer algo que le estaba encantando, aprender la técnica de la aromaterapia.
Era un hobby que tenía desde hacía años y en buena medida se había interesado por motivos personales. “Tenía la piel delicada. Me daban reacciones las comidas y las medicinas, incluso las cremas del dermatólogo”, además de otros problemas de salud, explica. Eso la decidió por cambiar el estilo de vida. Primero la dieta — eliminando las carnes, los alimentos procesados y los carbohidratos– y luego usando remedios caseros y los basados en aceites y hierbas.
En 2017, en vez de volver a las inversiones, decidió seguir en el camino que se estaba abriendo y crear Sipp Organics, un pequeño negocio con sede en su apartamento donde dedicó una estancia y la mitad de la cocina a sus cremas, bálsamos, pomadas, sueros para la piel y el cabello, mascarillas e infusiones, entre otros productos. La lavanda, el sándalo, el aloe vera, la camomila, las esencias de eucalipto, limón y de rosas son algunos de los ingredientes de sus recetas.
“Puse aquí mis ahorros”, dice de su empresa artesanal. Su madre y su sobrino, la ayudan en la tarea de hacer los productos. Hasta la etiqueta y el diseño de la marca está hecha por ella.
Admite que tenía un cierto vértigo al dejar el trabajo estable bien remunerado que tenía y empezar algo desde cero. A su favor tenía que había estudiando empresas en la Universidad y que cuando empezó a su andadura profesional en la casa de inversiones esta apenas estaba empezando por lo que tuvo que hacer muchas cosas para una compañía que arrancaba.
“Ahí aprendí a vivir y a manejar responsabilidades. Creo que todo lo que he hecho en mi vida me ha traído a este punto y me sirve, por todo lo que aprendí allí y por los remedios que aprendí de forma sencilla porque estaban en casa”.
En el día a día tiene que manejar no solo el dinero sino los ingredientes y los botes, el tiempo, la capacidad de lo que puede hacer “y lo que puede almacenar para un negocio que empezó con las ventas en internet y la publicidad vía medios sociales.
Mercados pop ups
Desde hace un año Vélez también participa en mercados pop-ups o temporales tanto en Nueva York como en Nueva Jersey (donde reside) y algunos Farmers Markets. A estos eventos lleva su colección de productos y los difusores de aromas con los que se hace protagonista de los sentidos en estos mercados que se multiplican en las próximas fechas. Ya se está preparando para ello. “De cara a fin de año estoy trabajando para hacer muchos productos porque se venden mucho”, cuenta.
A la vez está trabajando para empezar a hacer venta en tiendas. Su misión ahora preparar el salto a un mercado mayor. “Tengo que buscar un espacio más grande, y dónde guardar los ingredientes y los botes que ocupan muchísimo espacio. Ya no puedo meterlos en el apartamento y tendré que hacer más cantidad de producto de forma regular”.
Sipp está creciendo “pero aún no es suficiente para vivir”, cuenta. “Ahora trabajo para pagar los billes pero esto es lo que quiero hacer y mi objetivo es que esta empresa pueda crecer y sostenerse”. Ella, mientras tanto, también trabaja dos días a la semana como consultora financiera y contable a tiempo parcial para un inversionista particular.
Su sueño es abrir su propio espacio en el que tenga una cocina grande y que la gente pueda venir a aprender a hacer productos sencillos. En ese mismo espacio espera tener una tienda para su marca y para que la gente hable. “Y para echar una mano a otros empresarios que necesiten un lugar”.
Vélez calcula que pueda llegar al punto de equilibrio, el momento en el que los gastos sean compensados con las ventas –la antesala de las ganancias–, en uno o dos años. “Normalmente esto es algo que tarda en llegar entre tres y cinco años después de que se abra la empresa, y estoy cerca, pero aún en la lucha”.