Mientras afroamericanos dejan algunos barrios de Chicago, hispanos se reubican allí
El Instituto sobre Raza y Política Pública de la Universidad de Illinois en Chicago destacó que 350,000 afroamericanos han salido de Chicago por diversas causas desde 1990. Entre ellas está el alto desempleo, la criminalidad en los barrios, la segregación y el mal trato de la policía, como en el caso de Laquan McDonald y muchos otros casos similares.
Otra causa importante de la salida de los afroamericanos de la ciudad es la mala calidad de las escuelas públicas. Un hecho que causó controversia entre esta comunidad fue cuando el entonces alcalde Rahm Emanuel cerró 50 escuelas en los barrios negros de un solo tajo. Además, la ciudad prácticamente no ha invertido para reactivar la economía de los barrios del sur y del oeste de la ciudad.
Los afroamericanos empezaron a llegar a Chicago entre las décadas de 1930 y 1950 cuando escaparon de la segregación racial en el sur del país bajo las leyes conocidas como Jim Crow.
Porteros de color que trabajaban en los trenes Pullman durante esa época fueron los que corrieron la voz que en el norte había trabajos. Los porteros mismos distribuían el periódico The Chicago Defender el cual traía noticias de afroamericanos exitosos en Chicago.
Uno de los principales imanes que motivó a la población afroamericana a llegar a Chicago fueron los trabajos del sector manufacturero. En una fábrica se tenía un trabajo seguro y bien pagado.
El Great Cities Institute de la Universidad de Illinois en Chicago sostiene que eventualmente esa fuente de trabajo se agotó. En 1947 había en Chicago 667,407 trabajos de fábrica pero en 2014 solo había 110,445 trabajos industriales.
Teresa Córdova, directora del Great Cities Institute, afirma que aún se están sintiendo los efectos del declive del sector manufacturero.
Pero ante la salida de este sector de la ciudad, ahora los hispanos están optando por vivir en ciertos barrios afroamericanos y comprar casas y rehabilitarlas.
Ese es el caso del comerciante y líder activista Tomas Ramírez, quien desde hace ocho años ha comprado propiedades en Sur Lawndale, Sur Chicago y otros barrios que los residentes afroamericanos están abandonando.
Ramírez, de origen mexicano, dijo que sus experiencias han sido positivas y que vecinos afroamericanos son “más cordiales que los propios mexicanos y más amigables”.
Ramírez, quien dice tener varias propiedades, comentó que lo ve como una inversión ya que renta algunas casas, dos las usa como un centro cultural para el público hispano y otra propiedad alberga un tipi nativoamericano para organizar temascales o sea baños al vapor estilo azteca.
Otro hispano que se ha mudado a un barrio afroamericano en transición es el reconocido artista Roberto Ferreyra, quien hace siete años se mudó a una casa en el barrio de West Garfield Park.
“Como te puedes imaginar tengo infinidad de historias aquí,” dijo Ferreyra. “Fui pionero en Garfield Park, llegue hace siete años aquí y he visto muchas cosas, venta de drogas etc. y he visto como el barrio va cambiando de color”.
Aun así la ciudad permanece un tercio blanca, otro tercio hispana y otro tercio afroamericana y cuenta con 2.7 millones de habitantes.