Votación histórica mexicana se opaca por caos que impidió votar a cientos en la casilla del INE en Chicago
Los mexicanos acudieron con entusiasmo y civismo para votar en persona en el Consulado, pero el proceso se dio de modo excepcionalmente lento y muchos reprocharon que el INE no respetó a los votantes que se habían registrado para votar y cerrara la casilla en Chicago dejando a cientos sin poder ejercer su sufragio
Mexicanos frente al Consulado General de México en Chicago, a donde llegaron para votar en las elecciones mexicanas del 2 de junio de 2024. Crédito: Impremedia
Multitudes de ciudadanos mexicanos residentes de Chicago y una amplia área que incluye a Illinois y estados cercanos, se dieron cita en el Consulado General de México en Chicago, en la avenida Ashland, para ejercer el voto presencial en las elecciones federales del 2 de junio de 2024.
Las filas de votantes, con o sin registro, se formaron de enorme tamaño desde la mañana del domingo, y colmaban las aceras y las calles y daban vueltas por ambos lados de la manzana donde se ubica el Consulado mexicano.
Los ánimos de los mexicanos estaban llenos de entusiasmo y su masiva respuesta para acudir a votar resultó una muestra excepcional de compromiso cívico y deseo de incidir en los destinos de México, el país del que se fueron pero con el que mantienen nexos de toda índole.
El voto presencial era ese gran nexo democrático este domingo 2 de junio.
Pero la desorganización patente de los funcionarios del Instituto Nacional Electoral (INE) en la casilla en Chicago, la lentitud en la admisión de personas en el recinto del Consulado y la considerable tardanza para emitir el voto mediante el sistema de urna electrónica utilizado en ese ejercicio (algunas voces hablaron, sin que se haya confirmado esa versión, de que la infraestructura de conexión de esas urnas presentó fallas que ahondaron las demoras) provocaron que, por horas, los votantes sufragaran a cuentagotas.
Y, finalmente, cientos de votantes registrados se quedaron sin poder votar cuando los funcionarios de la casilla del INE en Chicago la cerraron a las 7 pm (6 pm hora de México), lo que ocasionó profundo malestar entre los presentes, que por horas corearon “Queremos votar, queremos votar” y, con frecuencia, expresaron un severo rechazo por la incapacidad que, a su juicio, mostró el INE.
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Activistas locales incluso afirmaron que el haber cerrado la casilla a las 7 pm cuando aún quedaba una larga fila de votantes registrados esperando su oportunidad de sufragar implicó una vulneración de las leyes electorales mexicanas, que especifican que mientras haya votantes esperando para votar las casillas han de permanecer abierta.
Al final, pese al malestar de muchos que no pudieron votar y la satisfacción de quienes sí pudieron hacerlo, lo que brilló fue el espíritu cívico de los mexicanos en Chicago, algo que se repitió a todo lo largo de Estados Unidos. La conciencia democrática de estos mexicanos, su entusiasmo por ser parte de las decisiones en México y la forma pacífica y convencida con el que se volcaron a votar, o a intentar hacerlo, son valores enormes que México debe reconocer y promover.
Las fallas del INE, su posible falta de cálculo, su desorganización y la falta de respeto que muchos sintieron ante el desempeño de la casilla en el Consulado de Chicago deben motivar una investigación y profundas correcciones. Y no solo un cambio de índole burocrático-operativo dentro del INE, que se requiere de modo evidente en lo concerniente al voto de los mexicanos en el extranjero, sino también de la percepción que la autoridad electoral tiene de ellos y de las leyes que regulan su participación en las elecciones para que realmente reconozcan los derechos y el dinamismo de los mexicanos en el exterior y su decisión profunda de participar en la democracia y la conducción de su patria de origen.
El fiasco del INE en el proceso del voto de los mexicanos en el extranjero, que tuvo lugar en Chicago y otras ciudades, debe motivar reflexión y cambio. Fue notable y bienvenido ciertamente que miles pudieran votar presencialmente (más los otros miles que lo hicieron por correo y por internet) y lo es también que en México se votara de modo libre, masivamente y con escasos incidentes. Eso debe reconocerse.
Pero en general cundió la sensación de malestar por los miles de mexicanos en el extranjero a los que, en la práctica, no se les permitió votar, cuando presumiblemente con mejor visión, planeación y recursos la situación podría haber sido diferente.
Más allá de ello, la jornada del 2 de junio frente al Consulado en Chicago y en otras ciudades de Estados Unidos comprobó que los mexicanos exigen masivamente sus derechos cívicos y políticos, merecen respeto y mayores opciones de participación, y constituyen una riqueza invaluable para México que debe ser atendida.
La democracia mexicana necesita la participación y el compromiso de los mexicanos en el exterior.
