Gambito, Chicago style
En ajedrez el gambito es el sacrificio de una pieza, en especial alguna de poco valor, como un peón, para lograr una posición más ventajosa en el tablero. El alcalde Rahm Emanuel acaba de llevar a cabo un gambito más, en esta ocasión con el caso de Laquan McDonald.
Como en cada uno de sus movimientos, Rahm estudió el tablero cuidadosamente. Una mala jugada y Chicago podría haberse unido a Ferguson, Missouri, o Baltimore, Maryland, como una de las ciudades donde las protestas urbanas se desbordaron agravando los conflictos raciales.
Bien decía Martin Luther King que Chicago es una de las ciudades más segregadas de Estados Unidos. Aquí el racismo se manifiesta de manera muchas veces solapada, indirecta. Muy Midwest.
Rahm, con una deuda pública agobiante, insuficientes recursos para pagar las pensiones de los empleados municipales, incluyendo policías y bomberos, y el sistema de educación pública otra vez a punto de la huelga, sabía que el caldo podía llegar a punto de ebullición si las protestas callejeras se desbordaban.
La difusión del video del asesinato de Laquan McDonald a menos del oficial de policía Jason Van Dyke hizo que la comunidad afroamericana, harta ya de la violencia que predomina en sus barrios, pidiese la cabeza del comisionado de Policía, Garry McCarthy.
No es la primera vez que se pide la destitución de McCarthy. Al momento de escribir esta columna, no sé si Rahm terminará destituyéndolo.
Pero queda claro que, en el tablero de ajedrez, McCarthy es la reina de Rahm (no piensen mal, es una metáfora) y que para salvar a la pieza más valiosa, el Alcalde tuvo que hacer un gambito: entregar a un peón, en este caso Van Dyke, para no cometer los mismos errores que se cometieron en Ferguson y Baltimore.
Hasta ahora, le ha funcionado. Hasta ahora, las protestas han sido pacíficas.
Pero hay que hacerse muchas preguntas.
Por ejemplo: ¿por qué no actuó antes la procuradora Anita Álvarez? Desde hace meses Álvarez tuvo el vídeo con la evidencia de que Van Dyke había asesinado con alevosía a McDonald. ¿Por qué no actuó inmediatamente, por qué esperó tanto tiempo? ¿Será que había elecciones municipales de por medio, y actuar antes hubiese puesto en la cuerda floja a Rahm? Casi la misma pregunta que puede hacerse sobre por qué el escándalo Byrd-Bennett en CPS no estalló hasta después de los comicios.
McCarthy debe rendir cuentas sobre la protección que la Policía le dio a Van Dyke durante más de un año. Pero Álvarez también. Es un caso de asesinato, y es un asesinato de un oficial de la ley contra un civil.
El hecho de que las protestas hayan sido pacíficas no quiere decir que se vayan a acabar. Los ciudadanos deben exigir cuentas a sus autoridades. Los gambitos son elegantes, pero los problemas de fondo – racismo, brutalidad policial, inseguridad – siguen sin ser resueltos.