Voluntad para la reforma migratoria

Todos sabemos que las marchas multidudinarias del 2006 y 2007 levantaron a millones de inmigrantes indocumentados y documentados de todo el país y brotaron con ira contra el famoso proyecto de ley Sensenbrenner y en pro de una reforma migratoria y papeles para todos.

Posteriormente, en Chicago y en Illinois se continuó con luchas a favor de las licencias para los indocumentados, contra las políticas de odio, a favor del Dream Act, protestas anti-Minutemen.

Pero la comunidad inmigrante seguía siendo golpeada cada vez más duro.

En agosto de 2007 fue deportada Elvira Arellano, que llevaba un año viviendo en el segundo piso de una iglesia. En mayo de 2008 vino la horrorosa redada en Postville, Iowa. Vino ese año también el triunfo de Barack Obama como presidente.

Pero nada cambiaba, a pesar de las desgastantes campañas contra las redadas, la lucha contra la polimigra, ni el esfuerzo por sacar el voto inmigrante.

En el 2009 un grupo de jóvenes de Chicago logró que las autoridades frenaran la deportación del estudiante Rigo Padilla, quien caminaba por las calles de Chicago con un brazalete electrónico atado al tobillo para que Inmigración lo pudiera monitorear. Ese fue un triunfo importante, y de ahí surgió un movimiento joven, lleno de energía. Rigo se salvó; pero hubo muchos que no lo lograron.

El sufrimiento continuaba. Madres, hermanas, tías y padres seguían buscando a sus seres queridos en los centros de detención. Esposas se despedían de sus esposos, y niños de sus padres, sin saber cuándo volverían a verse.

En el 2010 empezaron las acciones de desobediencia civil. Varios se acostaron en la calle frente al centro de detención de Broadview, tratando de impedir el paso de un autobús lleno de inmigrantes que con la luz del alba serían llevados al aeropuerto para ser deportados.

Vino la SB1070 de Arizona, nació y murió la esperanza por el Dream Act, vino y se fue el 2011. Unos, agotados, no sabían cómo seguir en la lucha sin desfallecer. Otros nunca titubearon, a pesar de la enfermedad, de la crisis económica, del desaliento.

Luego, como diminutos granos de arena, empezaron a llegar cambios. La ordenanza en el condado de Cook contra las órdenes de detención de inmigración, el “alto” al programa Comunidades Seguras, los cambios en las aplicaciones de visas sin que se tuvieran que separar las familias, el anuncio de la política de acción diferida. Finalmente, unas elecciones en las que el voto latino fue aplastante.

Mientras nos preparamos para decir adiós al 2012 y empezamos a ver más señales de que la reforma migratoria verdaderamente podría moverse el próximo año, no olvidemos a los que se fueron, a los que deportaron, a los que aún se levantan día con día con el corazón apretado, a los que están en los centros de detención.

Y hoy por hoy, merecen reconocimiento los que nunca cejaron, los que no descansaron, los que se arriesgaron, los que dieron ánimos, consolaron y abrazaron a los que sufrían, y los que no se han callado y nunca lo harán.

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