La expansión global del narco
El Presidente Barack Obama se reúne esta semana con su homólogo Enrique Peña Nieto en México en el marco no sólo de la continua violencia de la delincuencia organizada, sino ante la expansión internacional de los principales cárteles de la droga mexicanos. El gobierno de Obama tiene la responsabilidad de determinar si Peña Nieto combatirá decisivamente al narcotráfico o se hará de la vista gorda como lo hicieron gobiernos priistas anteriores; más allá del arresto de Inés Coronel Barreras, suegro de Joaquín “El Chapo” Guzmán justo antes del arribo de Obama a México.
Combatir al crimen organizado en México es fundamental para lograr un mayor acercamiento entre ambos países. Quizá Peña Nieto prefiera no enfocarse en el narcotráfico, pero para Estados Unidos es un asunto de seguridad nacional.
Durante los seis años de gobierno de Felipe Calderón, la guerra contra el narcotráfico registró más de 60,000 muertos y 25,000 desaparecidos. El flujo de narcóticos a Estados Unidos se ha mantenido representando un negocio estimado en más de 30 mil millones de dólares anuales. México sigue siendo el principal proveedor de heroína, mariguana, cocaína y metanfetaminas a Estados Unidos.
Desde que tomó posesión en diciembre, la administración de Peña Nieto ha enfocado su atención en temas como la economía y en una serie de reformas constitucionales al tiempo que minimiza la violencia. El número de víctimas del crimen organizado continúa a la par del gobierno anterior habiéndose registrado más 4,000 en sus primeros cuatro meses. Peña Nieto evita usar términos como cárteles, narcotráfico y capos, pero los ejecutados, secuestrados, descuartizados y decapitados se multiplican como en la administración anterior.
Peña Nieto ha declarado que su gobierno prefiere la prevención del crimen en lugar del énfasis en la captura de capos y ha pedido un año para que su estrategia dé resultados positivos. A cinco meses de haber asumido la presidencia, todavía se desconocen detalles de esa estrategia y de la creación de una gendarmería, un nuevo cuerpo policial de élite que sustituirá a la actual Policía Federal. Asimismo se desconoce cuál es el plan de Peña Nieto para detectar y atajar las enormes cantidades de lavado de dinero del narcotráfico.
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dio a conocer en abril cifras que supuestamente muestran un descenso del 17% en homicidios relacionados con el crimen organizado. Sin embargo, especialistas como Alejandro Hope, experto en seguridad, cuestionan los datos del gobierno de Peña Nieto. Según Hope, las cifras gubernamentales están basadas en suposiciones e inferencias que no han pasado una revisión rigurosa independiente.
InSightCrime, organización especializada en el crimen organizado en la Américas, reprodujo el análisis de Hope. El especialista señala que el gobierno de Peña Nieto presentó un “número inusual de homicidios no relacionados con el crimen organizado”. Esto significa que el declive al que hizo alusión Osorio Chong tiene que ver más con la forma en que su gobierno determina si un homicidio está ligado al crimen organizado o no. Hope se pregunta:
“¿Esto significa que los narcotraficantes están matando mucho menos, y que todas las otras formas de violencia están creciendo? ¿Ha habido una explosión en violencia doméstica y peleas en los bares?”
En realidad, hay un precedente a este tipo de manejo de la información sobre la violencia. En su último año como gobernador del Estado de México, Peña Nieto presentó cifras que supuestamente demostraban un descenso en el número de homicidios durante su administración. Sin embargo, la revista The Economist desenmascaró la manipulación de las cifras. Peña Nieto tuvo que reconocer que se empleó una metodología errónea.
El prestigiado semanario Zeta, que se dedica a temas de narcotráfico y corrupción gubernamental, determinó en base a su propio análisis que en los primeros 100 días de gobierno de Peña Nieto sucedieron por lo menos 4, 549 homicidios relacionados con el crimen organizado.
El crimen organizado ha expandido sus operaciones más allá del narcotráfico a rubros como el secuestro, la extorsión, la prostitución y el tráfico humano. Al mismo tiempo, el Cártel de Sinaloa y los Zetas se han convertido en mafias que controlan el narcotráfico en un área geográfica en continua expansión, desde Estados Unidos a Europa pasando por Centro y Suramérica y llegando a África. A principios de abril, la Europol difundió un reporte que revela que organizaciones criminales mexicanas están intentando incursionar en Europa. El reporte señala que en la última década, los cárteles mexicanos se han convertido en “coordinadores globales del tráfico de cocaína para los mercados de Europa, Norteamérica y Asia.”
Rob Wainwright, director de la Europol, advirtió sobre el riesgo de extrema violencia en Europa: “No queremos el nivel de violencia y brutalidad que vemos en México reflejado en Europa”.
Por su parte, la Agencia Anti Drogas Estadounidense (DEA) reveló que los cárteles mexicanos tienen nexos con grupos criminales en Mozambique, Ghana y Nigeria. El Cártel de Sinaloa tiene conexión con narcotraficantes en Australia.
Al mismo tiempo, los cárteles de la droga mexicanos han consolidado su presencia en el territorio estadounidense. Una investigación reciente de la Prensa Asociada da cuenta de lo que hemos venido señalando algunos periodistas desde hace tiempo: el narco tiene una presencia creciente en ciudades norteamericanas. No se trata ya de un problema fronterizo. Los narcos mexicanos operan en 1,200 ciudades norteamericanas de costa a costa. La fiscal general de Pensilvania, Kathleen Kane, declaró a un comité legislativo en febrero que los cárteles mexicanos “están tomando el control de nuestro barrios”, según cita la Prensa Asociada.
En Chicago, el líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue declarado enemigo público número uno a principios de año. De acuerdo con Jack Riley, agente especial de la DEA a cargo de la región del Medio Oeste, la zona metropolitana de Chicago se ha convertido en un centro neurálgico de distribución de narcóticos debido a su extensa red de comunicaciones y el acceso a las ciudades del este.
En entrevista reciente, Riley señaló el creciente contacto entre narcos mexicanos y pandillas para la distribución y venta de narcóticos. “Los pandilleros se encargan de la venta al menudeo de las drogas y del transporte de dinero y armas”, dijo Riley.
En Texas, el Reporte Anual sobre Pandilla, publicado este mes, revela que los cárteles mexicanos usan a pandillas tejanas como Barrio Azteca y Mexican Mafia para contrabandear drogas, armas, dinero y personas. Los cárteles reclutan pandilleros para llevar a cabo actos violentos en Texas y en México.
La expansión del narco mexicano es la mayor amenaza del crimen organizado a la seguridad de Estados Unidos. El gobierno de Obama no puede ignorar el peligro que representa la expansión global de los cárteles mexicanos. Debe asegurarse que la estrategia de Peña Nieto no es en realidad lo que hicieron los gobiernos priistas en el pasado: mirar hacia otra parte mientras los cárteles mexicanos hacían su negocio y las autoridades se enriquecían recibiendo una tajada del pastel. Una investigación reciente del diario Washington Post revela que funcionarios norteamericanos están a la espera de determinar cuál será el nivel real de colaboración con el gobierno de Peña Nieto en cuanto al combate al narcotráfico. El gobierno mexicano anunció esta semana que va a limitar el acceso de las agencias de seguridad norteamericanas involucradas en la lucha contra el narcotráfico.
La paz en México es vital para la relación entre ambos países, pero debe obedecer a que impere el estado de derecho. No se trata de volver a la paz de dejar hacer a las mafias siempre y cuando se dejen de matar. Esto significaría la claudicación ante los cárteles de la droga y México correría mayor riesgo de convertirse en un narcoestado. Estados Unidos no puede correr el riesgo.