Cabezas gigantes de niñas sobresalen en Chicago

En el Parque Millenium, cabezas gigantes de niñas son una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.

El artista y escultor español Jaume Plensa posa delante de su escultura Awilda, parte de una de las cuatro cabezas gigantes de niñas colocadas en el Parque Millennium.

El artista y escultor español Jaume Plensa posa delante de su escultura Awilda, parte de una de las cuatro cabezas gigantes de niñas colocadas en el Parque Millennium. Crédito: Efe

Chicago.- El artista y escultor español Jaume Plensa inauguró una exhibición de cuatro cabezas gigantes de niñas en el Parque Millennium, junto a la fuente Crown, que es su obra más famosa en Chicago y una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.

“Chicago es una ciudad que me ha acogido siempre, donde me siento muy cómodo y feliz porque veo que la gente ha abrazado completamente mi obra (la fuente) y la integró a su día a día”, declaró a Efe el artista catalán.

Plensa vino a Chicago para participar esta semana en los festejos del décimo aniversario del parque y de la fuente, formada por dos torres de vidrio de 50 pies de altura situadas en cada extremo de un espejo de agua con piso de granito negro.

La obra es uno de los puntos más destacados del verano en el parque, cuando los visitantes caminan sobre su superficie llana con la sensación de desplazarse sobre el agua, o se mojan en la cascada que sale de la boca de las fotografías de un millar de rostros de habitantes de Chicago proyectadas en las torres.

Dijo que al imaginar esa fuente su intención no era llenar el espacio con una escultura convencional, sino que la propia obra fuera espacio. “Que la gente lo llenara con sus ilusiones, conversaciones, juegos y sonrisas”, relató.

Y al cabo de diez años, explicó, se dio cuenta de que “el éxito ha sido absoluto, que la obra ha sido integrada al tejido de la ciudad”.

Al ser invitado a los festejos, le pareció “simpático y adecuado” traer algunos de los retratos que hizo por el mundo durante la década pasada, manteniendo el concepto de usar gente común en piezas de arte.

Las cabezas, que pesan varias toneladas y fueron trasladadas en partes para ser ensambladas en Chicago, pertenecen a niñas fotografiadas en Barcelona con una tecnología que permite capturar la imagen con un escáner láser y luego manipular la información en 3-D.

Awilda, la mayor de las cabezas, con 39 pies de altura y de color blanco, fue instalada a la entrada del parque y cerca de la fuente.

Se trata de una escultura que Plensa realizó hace dos años en Río de Janeiro (Brasil) con polvo de mármol y resina, y que estuvo expuesta sobresaliendo del agua frente al Pan de Azúcar y el Corcovado, dos de los iconos turísticos de la ciudad.

“Pensé que sería muy hermoso tenerla cerca de la fuente, a poca distancia del Lago Michigan”, dijo el artista, para quien el agua ha sido una “obsesión”, porque confiesa que de niño no podía nadar o siquiera flotar.

Awilda era una niña emigrante de la República Dominicana que fue fotografiada a los 14 años, mientras que las otras cabezas de hierro fundido y de 20 pies de altura, instaladas en otro lugar del parque, pertenecen a niñas españolas originarias de Barcelona y llamadas Paula, Laura e Inés.

“Me gusta mucho el mundo en tránsito, no solo de las personas cuando se mueven, sino también la belleza en transición y movimiento de las niñas”, expresó.

Las cuatro cabezas estarán expuestas en el parque durante un año y medio, mientras que en la Galería Richard Gray del Centro John Hancock podrán verse hasta fines de septiembre otras ocho esculturas de mujeres realizadas en bronce, vidrio y basalto volcánico.

Plensa visita regularmente Chicago, donde enseña en el Instituto de Arte, y le atribuye a la Fuente Crown el haber cimentado su reconocimiento internacional.

“Aquí aprendí mucho y entendí de verdad el camino a seguir en muchos aspectos de mi obra”, dijo sobre Chicago, una ciudad “volcada a la arquitectura y el espacio público”.

Según Plensa, a pesar del éxito y tiempo transcurrido cada vez que regresa a Chicago deja la maleta en el hotel y se va “corriendo al parque” para ver todavía existe la fuente, que costó 17 millones de dólares y requiere un gasto de 400.000 dólares anuales de mantenimiento.

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