Dunkin, el desastroso

No recuerdo, en los muchos años que llevo en Illinois, un caso en el que un individuo, por sí solo, haya descarrilado una sesión legislativa de la manera en que en la sesión de noviembre en Springfield lo ha hecho el representante estatal Ken Dunkin, del Partido Demócrata.

Es probable que muy pocos lectores hayan oído hablar de Dunkin. Es lo que, por desgracia, suele suceder con nuestros representantes y senadores estatales, que sólo hemos oído hablar de ellos cuando han hecho algo extraordinario (como Barack Obama) o cuando se meten en líos por corrupción o incompetencia.

El Distrito 5 de la Cámara de Representantes, el que encabeza Dunkin, ocupa una larga franja al este de la Interestatal 90-94, que al norte llega hasta Division Street y al sur hasta la calle 79. Sería bueno que los ciudadanos que viven en esa franja llamen a capítulo a su legislador.

Me explico: de forma sistemática, Dunkin ha bombardeado votos claves en el Capitolio estatal, con consecuencias lamentables para la población general.

Dunkin fue un voto clave en 2013, en una ley que redujo los beneficios de los pensionados estatales y que finalmente la Suprema Corte de Illinois invalidó. Hace menos de dos meses, votó en contra – el único Demócrata que lo hizo – de una ley que hubiera creado un proceso de arbitraje para disputas laborales entre los sindicatos y el gobernador.

Y esta semana, en una sola sesión, Dunkin – insisto, demócrata – descarriló el intento de su partido de salvar el programa de guarderías y los servicios de salud, apoyo financiero, cuidados médicos y transportes para ancianos y personas con discapacidades.

Esos dos votos negativos de Dunkin ponen en situación de riesgo a miles de personas en Illinois. Y Dunkin había prometido defender ambos programas.

El propio presidente de la Cámara de Representantes, Michael Madigan, denostó públicamente a Dunkin en conferencia de prensa. Otro legislador, en pleno debate, arrancó del escaño de Dunkin la placa que lleva su nombre y la arrojó a la bancada republicana.

La pregunta es ¿por qué lo hace? Circulan en Springfield dos versiones: que el gobernador Rauner le ha prometido un cargo en su administración si lo apoya con votos en el Capitolio; o que aspira a ocupar la Secretaría de Estado puesto en el que Jesse White ya no buscará una nueva reelección.

En un sentido o en otro, Dunkin ha dado una bofetada en el rostro a sus votantes, y a miles de personas en el estado, poniendo sus intereses personales por encima de los reclamos de sus representados.

En alguna columna previa escribía yo sobre la urgencia de que los votantes llamen a sus representantes electos a rendir cuentas sobre sus votos y sus acciones. El estado de Illinois pasa por un momento de alta disfuncionalidad. Es necesario que los votantes confronten a sus representantes electos, se trate de Ken Dunkin, o de quien se trata.

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