Retrasos en cortes de inmigración siguen aumentando, aún con nuevos jueces
A pesar de la contratación de nuevos jueces, las cortes de inmigración están cada vez más atascadas de casos y el promedio de espera para una audiencia es de 2 años, en algunos tribunales, de hasta 5 años.
Los retrasos en corte de inmigración no han hecho más que aumentar durante los primeros meses del gobierno de Donald Trump y en estos momentos hay tribunales -como San Francisco, donde una persona debe esperar hasta cinco años para obtener una audiencia.
Según el más reciente análisis de los datos de Tribunales de Inmigración dado a conocer esta semana por TRAC, un proyecto de análisis de datos de la Universidad de Syracuse, en Nueva York, el promedio nacional de espera para una audiencia es de casi dos años, a menos que la persona esté detenida, sea un menor no acompañado o esté libre bajo fianza como resultado del caso Rodríguez, ahora pendiente ante la Corte Suprema.
En nueve de los casi 60 tribunales del país, la espera es de cuatro años o más, lo que quiere decir que los casos no comenzarían a verse hasta que termine el primer período de gobierno de Donald Trump.
He aquí una tabulación de los casos acumulados en las Cortes de Inmigración del país donde puede verse como los casos pendientes han venido subiendo consistentemente en los últimos años, particularmente desde 2009, cuando empezó el gobierno de Barack Obama.
La contratación de 79 nuevos jueces en los últimos 18 meses para estos tribunales, que no son cortes independientes sino parte del Departamento de Justicia, no parece haber hecho mella en el retraso de casos, que tiene diferentes efectos en los inmigrantes que están en proceso de deportación o pidiendo asilo, por ejemplo.
De hecho, la acumulación de casos para un sistema de tribunales que cuenta únicamente con unos 300 jueces en cortes de todo el país ha alcanzado proporciones épicas. Hace un año y medio había 456,644 casos pendientes, esa cifra es hoy de 585,930 casos.
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Varios abogados de inmigración entrevistados para esta nota coincidieron en que, en la mayoría de casos, los retrasos no son ventajosos para inmigrantes que “están en el limbo” esperando que se resuelva su caso para seguir con sus vidas. Especialmente si la persona está detenida o si tiene un caso fuerte que puede resultar en una residencia permanente.
“En los últimos tres meses no he perdido ni un solo caso de las solicitudes que he presentado a las cortes, así que para mis clientes, esperar cuatro años no es necesariamente algo bueno, porque si se trata de un caso de cancelación, por ejemplo, este resulta en una green card y el tiempo empieza a correr para la ciudadanía!”, dijo Matthew Kolken, abogado con oficinas en el área de Buffallo, en Nueva York.
Las consecuencias de estos retrasos dependen de qué tipo de caso tenga la persona, dijo Delia Franco, abogada de Franco Law Group en Los Angeles.
Franco explicó que un retraso no es necesariamente algo malo para personas que no tienen casos fuertes para quedarse en este país. “En esos casos, el retraso les ayuda a vivir aquí mientras dura el proceso”, dice.
En algunos casos, dijo otro abogado, Angelo Papparelli, se trata de personas que “realmente no deberían estar aquí y esto les permite que sigan viviendo en nuestro país”.
Pero la acumulación de casos y la lentitud con la que se mueven en el tribunal son peligrosas para algunos inmigrantes, dijo Franco.
“Si eres un residente legal y por alguna razón adquieres un record criminal, el retraso significa un limbo que puede ser nocivo”, dijo Franco. “A muchos les quitan la green card y solo cuentan con un permiso temporal que deben renovar cada año”.
Otros inmigrantes que están en proceso de deportación y tienen casos fuertes de asilo o de cancelación de remoción (a veces llamado la “ley de 10 años” pero que requiere probar consecuencias muy graves para un dependiente ciudadano), el retraso en las cortes es malo, apuntó Franco.
“Están en limbo, tienen que vivir solo con un permiso de trabajo y con el tiempo la memoria empeora y es más difícil probar que cumplen con los requisitos para lograr el alivio migratorio“, dijo Franco.
También va a depender de si se trata de una persona que está detenida o si está en libertad bajo fianza o bajo monitoreo electrónico (el famoso “brazalete” en la pierna).
Pero para los expertos que se preocupan por el funcionamiento de las Cortes de Inmigración, estas no son buenas noticias, ni para los jueces ni para los inmigrantes.
Paul Wickham Schmidt, ex juez de inmigración y una vez director de la Junta de Apelaciones de Inmigración (BIA), ha venido promoviendo la idea de extraer los tribunales migratorios del Departamento de Justicia y establecerlos como un tribunal independiente, como los son las cortes civiles o penales en el país.
Wickham dijo hace unos meses a La Opinion que la enorme cantidad de casos genera problemas de “proceso debido”, es decir, que no se atienden adecuadamente los casos individuales y esto va en detrimento de la justicia y de los propios inmigrantes.
Agregó que que los grandes retrasos que está sufriendo la corte actualmente se debieron en parte a la mala decisión de dar prioridad a casos tan complejos como los de asilo y retrasar otros casos de deportación que probablemente saldrían con más rapidez.
“Estos casos de centroamericanos no tenían abogados, no estaban listos, y había que procesarlos antes de otros mucho menos complicados para satisfacer lo que quería el gobierno”, dijo Schmidt. “Esto causó un embudo y retrasó más las cosas”.
La administración de Trump cambió las prioridades de nuevo, creando otra reorganización del “docket” (o los casos pendientes), pero la situación amenaza con empeorar porque el nuevo presidente ha ordenado más arrestos.
“El programa de deportaciones que está implementando Trump, de máximo impacto y poco sentido común, va a terminar de despachar lo que queda de la justicia en las cortes de inmigración”, dijo Schmidt recientemente en su blog, desde el cual analiza la situación migratoria y política en torno al tema. “A menos que haya un proyecto de ley para establecer una corte independiente que haga sus propias prioridades, el sistema está destinado al colapso”.