Penales en Guerrero, los peores del país

Las pugnas en las calles entre dos células que anteriormente pertenecían al cártel de Los Beltrán Leyva, Los Ardillos y los Jefes, se han trasladado a las cárceles

MÉXICO.- La riña en el penal Las Cruces del puerto de Acapulco en la que murieron 28 personas, algunas degolladas o decapitadas, representa la crónica de una muerte anunciada desde hace más de un año por dos instituciones del más alto nivel en México, el Consejo Nacional de Seguridad (CNS) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

En su último Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria, la CNDH calificó a los reclusorios en el estado de Guerrero como los segundos peores calificados, sólo por arriba de Nayarit con una evaluación de 4.39 en una escala del uno al 10.

“El objetivo es que la persona que esté en situación de vulnerabilidad se le respete su dignidad”, advirtió el ombudsman nacional Luis Raúl González. “Y no se está cumpliendo”.

Autoridades acuden a controlar un motín en la cárcel de Acapulco. EFE

Las alertas que emitió la institución que preside González parten de la preocupación de la falta de garantías a la integridad personal del interno y a una estancia digna; a la reinserción del interno y la atención a requerimientos específicos, amén del sobrecupo.

Estas fallas están sustentadas en situaciones concretas como la ubicación en el mismo espacio a hombres y mujeres, falta de servicios de mantenimiento de las instalaciones, ausencia de supervisión de los centros por parte de las autoridades, carencia de programas de prevención de enfrentamientos y negligencia para atender las quejas por violaciones a derechos humanos.

En Acapulco, donde ocurrieron los crímenes de reclusos, la CNDH documentó en 2016 que la capacidad del penal era para 1,445 presos y en los hechos había internados 2,198. También detalló que 12 meses antes hubo cinco riñas, dos eventos de desorden y 55 quejas por tratos inhumanos relacionadas al sistema penitenciario.

El gobierno del estado no hizo en su momento (ni después) ningún pronunciamiento al informe de la CNDH sino que ha culpado a la situación de inseguridad general que vive la entidad. “Hay una pugna constante por el control interno del penal (de Acapulco)”, dijo Roberto Álvarez, vocero de seguridad local.

Lo cierto es que las pugnas en las calles entre dos células que anteriormente pertenecían al cártel de Los Beltrán Leyva, Los Ardillos y los Jefes, se han trasladado a las cárceles, como era previsto y hasta obvio frente a hechos tan sintomáticos como el esparcimiento de 18 bolsas de cadáveres en marzo pasado en una sola ciudad.

El Consejo Nacional de Seguridad documentó en su Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Inseguridad Pública 2016 que el estado de Guerrero se había coronado como el estado más violento de México con énfasis en el otrora paradisíaco puerto de Acapulco, donde más armas se aseguraban en todo el país y nueve de cada 10 personas se sienten inseguras

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