Por qué el acercamiento del Papa a Pekín inquieta a los católicos de China
El entendimiento levanta suspicacias entre quienes creen que Roma está a punto de traicionar a una minoría durante años perseguida por el Estado
Uno es el Estado más pequeño del mundo y se dice basado en el poder de Dios. El otro, la superpotencia más poblada, es oficialmente ateo.
Son el Vaticano y la República Popular de China. Y tienen una relación difícil desde hace mucho tiempo.
Los vínculos se rompieron en 1951, tras el triunfo de la Revolución comunista de Mao Zedong, tras la que la autoridad del Papa fue vetada.
La China de Mao, reacia a la presencia de poderes extranjeros, decidió nombrar a sus propios obispos y expulsar a los misioneros foráneos, en los que veía agentes del “imperialismo occidental”.
Desde entonces, conviven en el país dos redes eclesiásticas, la Asociación Católica Patriótica, controlada por el gobierno, y la leal al Vaticano, abocada a la clandestinidad porque las autoridades no la reconocen.
El conflicto llevó a que Roma y Pekín se disputen desde hace años la potestad de nombrar a los obispos en el país. Ahora las cosas parecen a punto de cambiar.
Una fuente vaticana le dijo recientemente a la agencia de noticias Reuters que un acuerdo marco sobre la designación de obispos está listo para ser firmado en los próximos meses.
Sería un hito en el camino hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas por el que el Vaticano lleva años apostando. Pero no está exento de polémica.
Carrie Gracie, quien hasta comienzos de año se desempeñó como editora de la BBC China en, afirma que “algunos católicos protestan” porque con su nueva política, el Papa “corre el riesgo de traicionar la memoria de aquellos que sufrieron y murieron por su lealtad a Roma”.
Yang Fenggang, director del Centro para la Religión y la Sociedad Chinas de la Purdue University de Indiana (EE.UU.), le dice a BBC Mundo que “hay algunos sacerdotes y obispos leales al Vaticano que están detenidos o bajo arresto domiciliario”.
Organizaciones como Amnistía Internacional acusan a las autoridades chinas de “acosar o incluso encarcelar” a los practicantes católicos. Califica como “persecución” la actitud de las autoridades.
Uno de los que se siente traicionado es el cardenal Joseph Zen, exobispo de Hong Kong de 86 años.
“¿Que si creo que el Vaticano está vendiendo a la comunidad católica en China? Definitivamente, sí”, escribió en su perfil de Facebook.
No es la primera vez que Zen alza la voz contra la política de la Santa Sede.
Tampoco es el único que lo hace. El sacerdote Dong Guanhua es el director espiritual de una comunidad de fieles de Hebei, en el este del país, que se niegan a acudir a los templos tolerados por el Estado.
“Yo no apoyo el acuerdo. El gobierno no va cambiar su política de control de las iglesias, por lo que esas negociaciones no significan nada”, le dijo a la BBC.
Cuando se le pregunta qué le diría al Papa si lo tuviera delante, responde: “Que tenga cuidado”.
El obispo Guo Xijin, al que El Vaticano ha pedido que se someta a la autoridad del Estado chino, afirmó que respetaría el acuerdo pero alertó que Pekín no respetará la libertad de los católicos.
El Vaticano lamentó en un comunicado de réplica a Zen que haya voces dentro de la Iglesia “fomentando la confusión y la controversia”.
Según Gracie, “el Papa está haciendo todo lo posible para que el diálogo tenga éxito”.
También “está poniendo mucho cuidado en evitar criticar a China sobre las libertades religiosas o los derechos humanos”.
El gobierno chino asegura que promueve y respeta la libertad de culto.
Los guiños del papado a China empezaron recientemente a recibir un eco cordial en Pekín.
Un editorial de The Global Post, propiedad del Partido Comunista chino, elogió la “sabiduría” del papa Francisco como la cualidad que ayudaría a superar las diferencias bilaterales.
Y Peter Shao Zhumin, obispo designado por el Papa, fue liberado por las autoridades chinas después de siete meses bajo arresto.
Próximamente, además, está prevista la celebración simultánea de sendas exposiciones, una en la Ciudad Prohibida de Pekín y otra en los Museos Vaticanos, para las que ambos Estados han intercambiado joyas artísticas.
La televisión estatal china destacó el papel de la “diplomacia del arte”.
Atrás quedaron los tiempos en los que el gobierno chino impedía al avión del pontífice atravesar su espacio aéreo en sus viajes, como le sucedió a Juan Pablo II en 1995.
Pero los escollos todavía son muchos.
Según Yang, “al Partido Comunista le preocupa especialmente el catolicismo porque tiene una estructura jerárquica y se percibe como una fuerte organización que podría tener impacto entre los católicos dentro de China”.
“El otro gran obstáculo es Taiwán”, según Yang Fenggang.
Tras el triunfo del comunismo de Mao, muchos de los católicos chinos, partidarios del derrotado ejército nacionalista de Chiang Kai-Shek, se refugiaron en Taiwán.
El Vaticano es el único Estado europeo que mantiene relaciones diplomáticas oficiales con un territorio al que Pekín reivindica como parte de China.
Fiel al principio resumido en el lema “una sola China”, Pekín no acepta tener relaciones con los países que las tengan con Taiwán.
Una línea roja que al argentino Jorge Bergoglio tendrá difícil de sortear. Al Sumo Pontífice le costaría explicar un acuerdo con la China comunista a la comunidad católica taiwanesa.
Desde Benedicto XVI
Los intentos de Roma por romper el hielo con Pekín se iniciaron en la época de Benedicto XVI, pero el Francisco ha pisado el acelerador.
¿Por qué lo hace, si son tantos los problemas?
“China es muy importante en la visión del Papa sobre Asia”, señala Francesco Sisci, investigador de la Universidad Renmin de China.
“La Iglesia católica es una exigua minoría en casi todos los países asiáticos, menos de un 1% de la población en China. Pero Asia concentra el 60% de la población global y es también la parte del mundo que crece más rápido económicamente”, comenta.
Según Sisci, la Iglesia se halla ante un desafío crucial. “O gana presencia en Asia o estará fallando en su misión de ser una iglesia universal“.
Los varios viajes del Papa a la región, el último a Myanmar y Bangladesh en diciembre, dan cuenta de ese interés.
Se desconoce el contenido del acuerdo para la designación de obispos que se perfila como un punto de inflexión en el acercamiento en ciernes.
Según Reuters, el Vaticano estaría dispuesto a reconocer a los prelados de la iglesia oficial china a cambio de que su voz se escuchara en el proceso de designación de los nuevos obispos.
El cardenal Zen afirmó que lo que El Vaticano está haciendo con los católicos de China es “empujarlos a una jaula de pájaro”.
La alta fuente vaticana citada lo ve de otra manera: “Seguiremos siendo un pájaro en una jaula, pero la jaula será más grande”.