Mexicanos toman los riesgos y… ¡compran criptomonedas!
Conoce la historia de Adriana Degetau que se arriesgo a invertir en el llamado "oro virtual"
MEXICO.- Cuatro años pasaron desde que Adriana Degetau se enteró de la existencia de “criptomonedas’’ (cryptocurrency) hasta que se animó a comprar una de ellas, virtuales, intangibles y cada vez más populares por estar fuera del control de cualquier gobierno del mundo, institución o entidad financiera para manipularlas.
“Exploraba en la web en marzo de 2014 cuando leí sobre ellas’’, recuerda sobre su hallazgo. “Luego se me olvidó hasta este año’’.
En enero pasado, la criptomoneda saltó a los ojos de medio mundo cuando una de ellas, el bitcoin, pasó de valer seis centavos por unidad a $9,8000 dólares por cada una debido al creciente número de usuarios y la propagación de historias de gente que se volvió rica porque invirtió en ella cuando costaba muy poco sin sabe el valor que alcanzaría, el “oro virtual’’.
Adriana, en los 30 años, especialista en estrategias digitales y empleada gubernamental, retomó entonces el tema con 25,000 pesos (alrededor de 1400 dólares) en la mano para invertir. Leyó más, husmeó en internet y así se enteró que existen hasta 800 tipos de criptomonedas, entre ellas las afamadas bitcoin, ethereum, ripple o digitalcash.
Supo hay sitios en línea como Isbit, Bitso, Volabit o Localbitcoins a través de los cuales y con una comisión se puede vender, comprar o intercambiar criptomonedas por pesos o dólares, crear una cartera electrónica, acceder a las comunidades virtuales y que existen plataformas mexicanas para esos servicios desde 2013 cuando se fundó mexBT.
El cofundador de mexBT, Gabriel Mirón, decía que la gente no se animaba a comprar criptomonedas porque es un tema tecnológico avanzado que requiere algunas operaciones matemáticas. Y la Asociación Mexicana de Fintech (AMF), precisaba de que por la carencia de una regulación oficial “la gente no se siente respaldada’’ y no compraba más.
Aún así Adriana adquirió un etherum, rompió con el estereotipo de los usuarios hombres de nivel socioeconómico muy alto y pasó a formar parte de un particular grupo de mexicanos que cree en las criptomonedas sobre los que no hay cifras exactas sino cálculos revelados por la empresa Bitso que suma 81,000 clientes hasta este año y reconoce en México a otras 238 compañías especializadas en este tipo de transacciones que operan por comisiones.
Los riesgos son latentes y sobre ellos han alertado analistas financieros: al no ser una moneda reconocida por ninguna autoridad en el mundo pueden utilizarse para lavado de dinero, evasión fiscal, fraudes o todo tipo de mercados ilícitos por lo que su precio sube y baja dependiendo de presión internacional para regularla.
“Bastaría con aplicar la regla de base de todas las transacciones financieras: cada participante tiene que divulgar su identidad. Esto rompería las criptomonedas”, vociferó Edward Nowotny, miembro del consejo de gobernadores del Banco Central Europeo que, junto con la Comisión de Valores de Estados Unidos empujan la reglamentación.
De cualquier forma Adriana tomó el riesgo para aprender: por curiosidad, por experimento y por el precio.
“Lo cierto es que hoy valen más que hace cuatro años’’, cuenta en entrevista con este diario. “Es un dinero que estoy dispuesta a perder para aprender cómo funciona y, en caso de ganar, pues… ¡bienvenido sea!’’.
El valor de las criptomonedas está basado en la oferta y la demanda mediante un algoritmo que mide la cantidad de transacciones y movimientos en tiempo real.
Las transacciones que elevaron el precio del bitcoin incluía a instituciones financieras que desde 2015 apostaron por ella para perderse no la oportunidad de negocio que implica la moneda criptomoneda creada por el científico australiano Craig Wright siete años atrás con el sobrenombre de Satoshi Nakamoto.
Hoy la respaldan empresas establecidas hasta con mil millones de dólares. Ejemplo de ellas son Dell, Airbnb y Amazon. En México, la aceptan desde instituciones universitarias (como la Universidad de la Américas, de Puebla), hoteles (El diablo y la sandía y Boca del Monte, en Oaxaca) o restaurantes como India Gate, en Puerto Vallarta, Jalisco.
El problema para que se sumen más empresas y usuarios es el carácter especulativo de las moneda, cuyo precio sube y baja. Adriana lo sabe, pero está satisfecha por haber tomado el riesgo y quizás el tiempo le dé la razón. “Yo creo que las criptomonedas llegaron para quedarse’’, concluye.