Por qué decidí donar mis heces a la ciencia

Cómo una muestra de heces fecales enviada por correo reveló muchas sorpresas -algunas un poco preocupantes- sobre el estado físico del editor de salud de la BBC

De no haberlo hecho no se hubiera enterado de una particularidad de su sistema digestivo.

De no haberlo hecho no se hubiera enterado de una particularidad de su sistema digestivo. Crédito: Shutterstock

“Bacterias buenas”. ¿Qué son? ¿Pueden ayudar a mi salud? De ser así, ¿cómo puedo conseguir alguna?

Para responder estas preguntas, decidí hacer algo inusual, y francamente desagradable, donar mis heces a la ciencia.

Los microbios viven afuera y dentro de nuestro cuerpo, incluso superan en número nuestras células del cuerpo.

Pero su lugar favorito –donde se concentran en gran cantidad- es en nuestro sistema digestivo.

Esta es la razón por la que mandé mis heces por correo al Proyecto Intestinal Británico (British Gut Project) para que le hicieran un análisis.

“No estás exactamente en la media, pero tampoco sobresales mucho”, fue el diagnóstico que me hizo el profesor Tim Spector.

Las bacterias en mi materia fecal no se estudiaron con un microscopio, sino con herramientas poderosas que permiten obtener su código genético.

Resultó que mis intestinos no cuentan con familias enteras de bacterias.

Algo que causó preocupación fue que tenía menos Firmicutes que otras personas.

“Estas son las que por lo general tienen los microbios que son beneficiosos, y (tus resultados) sugieren que tienes menos diversidad que la media de las personas”, me explicó el experto del Proyecto Intestinal.

“A menor diversidad (de microbios) menos saludable es tu intestino. No es algo bueno”.

Un análisis más profundo determinó que tenía niveles altos de Akkermansia, que “por lo general se observa en personas sanas y delgadas”.

Pero también tenía bacterias relacionadas con inflamaciones.

Cada vez hay más interés en entender las consecuencias para la salud del microbioma.


El microbioma

  • Si se toma en cuenta que tenemos más microbios que células en el cuerpo -solo 43%- entonces somos más microbios que humanos
  • El otro 57% es microbioma, que incluye bacteria, virus, hongos y los organismos unicelulares arqueas
  • El genoma humano -el conjunto completo de instrucciones genéticas para un ser humano- está hecho de más de 20.000 instrucciones llamadas genes
  • Pero si sumamos todos los genes que están en nuestro microbioma, la cifra asciende a entre 2 millones y 20 millones de genes microbianos
  • Se conoce como el Segundo Genoma y está ligado a enfermedades y trastornos como alergias, obesidad, enfermedad inflamatoria intestinal, Parkinson, influye en la efectividad del tratamiento de cáncer e incluso en la depresión y autismo

El cuerpo humano, donde reinan los microbios


El profesor Spector asegura que el microbioma es “lo más importante y emocionante que de la medicina actual” y que la “diversidad” -tener una amplia gama de distintas especies- es clave.

Fibra, fibra… fibra

Los investigadores Eric Alm y Lawrence David cuentan con los microbiomas más estudiados del planeta, gracias a que se han pasado años analizando unas 548 muestras fecales.

Lawrence David, profesor asistente de Centro Duke para la Biología Genómica y Computacional, considera que nuestra dieta es lo que más incluye en nuestro microbioma… y una cosa es particularmente efectiva.

“Uno de los conjuntos de moléculas que más entusiasma a la gente es el que tiene que ver con plantas, específicamente la fibra”, señaló.

“Al menos es lo que a algunas bacterias del intestino les encanta comer”

Para David, la fibra de las plantas puede beneficiar el microbioma de la mayoría de las personas.

También admite que la especialización que ha escogido hace que se sienta más culpable de ingerir según qué alimentos.

“Todavía como hamburguesas y nuggets de pollo”, confesó.

Comidas fermentadas: “el futuro”

La fibraes un prebiótico que proporciona combustible a los microbios de nuestro sistema digestivo.

Pero Paul Cotter, con quien hablé en la universidad de Cork, le preocupa que no estemos introduciendo suficientes microbios nuevos en nuestro cuerpo.

“Una gran cantidad de lo que comemos ahora son alimentos enlatados o con una larga vida útil, y la razón por la que pueden durar tanto es porque tienen muy pocos, o casi ningún microbio”, comentó.

Cotter se especializa en los alimentos fermentados por bacterias antes de que las comamos.

Esto incluye muchas comidas favoritas -como quesos y yogures- pero también el kefir (también conocido como yogur búlgaro, leche kefirada, yogur de pajaritos o yoca), un té llamado Kumbucha y algunos platos elaborados con repollo como el cuchrut o el kimcho coreano.

Para Cotter, la mayoría de las personas deberían pensar en incluir alimentos fermentados en su dieta a fin de que los microbios que contienen ayuden a calibrar el sistema inmune.

“Si eres una persona sana, la forma de mantenerte es consumiendo comida fermentada en vez de ingerir algún probiótico en particular”.

En líneas generales, la fibra y comida fermentada son buenas, pero no hay garantías de que sean efectivas para todo el mundo.

Esto se debe a que cada microbioma es único, de manera que el trabajo que hacen en los intestinos varía de una persona a otra.

Eric Alm, codirector del Centro de Microbioma Informática y Terapéutica del MIT, en Estados Unidos, advierte que en el futuro las dietas deben ser más personalizadas.

“Una de las cosas que estamos aprendiendo, basados en el microbioma, es que distintas personas pueden requerir consumir distintas dietas para tener el mismo efecto

Reacción en cadena

Alm estudia cómo el microbioma de distintas personas responde a distintas dietas de fibra.

En general, las fibras se descomponen en sustancias químicas llamadas ácidos grasos de cadena corta.

Pueden ser absorbidas por los intestinos y tener efectos en todo el cuerpo.

Es una de las formas que se cree el microbioma influye en nuestra salud.

El trabajo de Alm ha demostrado cómo el microbioma de algunas personas es muy bueno para crear pequeñas cadenas de ácidos grasos a partir de una fibra dietética llamada pectina que se encuentra en las manzanas y las naranjas.

Mientras que otras personas necesitan inulina (presente en puerros, espárragos y cebollas) para crear la misma cadena de ácidos grasos.

Ilustraciones de Katie Horwich


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