Una barbershop “a modo’’ de los repatriados

Son varias las travesías que pasan lo deportados y lo que les gusta adaptarse a su nueva vida

MEXICO.- Durante algunas semanas, Edwin rondó la peluquería Alameda Flow Barbershop: cuando iba de regreso a casa o cuando caminaba presuroso hacia el call center, donde trabajó durante cinco meses desde su repatriación de Atlanta, en 2013, y hasta una tarde que se animó a hablar con el hombre que atendía en el negocio de los cortes de cabello.

—Yo también soy peluquero- dijo a José Arnulfo Olarte, quien ya era entonces toda una institución en el mundo de la peluquería para caballeros en la colonia Tabaquelera, en el centro de la Ciudad de México, donde abrió su negocio treinta años atrás.- ¿Por qué no me renta una silla y yo busco mis clientes?

Don José —como se le conoce en el barrio— lo escuchó con atención y para sus adentros sacó cuentas: “este muchacho viene de Estados Unidos, lo sé. No por los tatuajes que lleva en los brazos y los antebrazos ni por su acento medio raro sino porque ese concepto de rentar sillas en una peluquería es de allá,  así que algo nuevo ha de traer; además, a mis 78 años, ya quiero retirarme y podría ser mi relevo…’’ .

— ¿Por qué no nos nos asociamos y compartimos gastos y clientes?— le propuso.

Cinco años después, la alianza sigue en pie, Don José no se ha jubilado, “algún día, algún día’’, dice entre broma y broma a la muchachada que se encuentra en el local, una parte bilingüe, la otra chilanga, clientes o amigos que pasan a saludar y que en su mayoría son migrantes de retorno: deportados, autorepatriados…

Cerca de Alameda Flow Barbershop se encuentra uno de los mayores centros de reclutamiento de personal bilingüe para empresas que subcontratan servicios de atención telefónica, Teletec, que aprovecha la mano migrante de retorno que llega a las ciudades: de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, seis de cada 10 repatriados se instala en las ciudades y en 2017 regresaron casi 167,000.

José Guido y Eduardo Carmona clientes asiduos de la peluquería.
José Guido y Eduardo Carmona clientes asiduos de la peluquería.

Por ello la Tabacalera es un ir y venir de migrantes de retorno que agradecen una peluquería que “los entienda’’, que hablen en inglés, que entiendan.

José Guido y Eduardo Carmona, de 24 y 29 años, expulsados de Los Ángeles y Chicago, respectivamente, lo saben perfectamente y por eso se volvieron clientes asiduos. Ahora ya no tiene que explicar que el corte “fade’’ es el “casquete corto’’ una deducción que les costó varios buches amargos por cortes erróneos si no ridículos o extraños.

“Era difícil explicar lo que queríamos’’, precisa Carmona. “Más cuando queríamos algo más loco, más nuevo, como Dady Yanqui. Nos decían ¿qué es eso de line up?¿clean up?’’

Don José abre unos libros que muestran algunas fotografías con hombres negros de cabello perfectamente delineado en el contorno o con figuras delimitadas por espacios rasurados en el cráneo. “Edwin dice que eso es lo más moderno, pero yo le digo que esta moda ya es vieja, que yo lo hacía desde hace 60 años, cuando empecé con esto de la peluquería, y ahora se está volviendo a usar: antes le decíamos corte Boston’’.

Don José muestra algunos de los cortes que le son familiares hace décadas.
Don José muestra algunos de los cortes que le son familiares hace décadas.

De cualquier modo,  los socios y su empleado Frank Hernández, deportado de Chicago hace un año, están acostumbrados a meter tijera a cualquier greña: el mayor por tantos años y los otros porque vienen del “otro lado’’ cosmopolita donde arrasaban por igual con pelo boricua filipino, afroamericano, irlandés, oaxaqueño, michoacano, guerrerense…

“Yo estudié en la academia en Chicago y me enseñaron a hacer el trabajo con mucho esmero“, detalla Frank, quien acaba de llegar corriendo: viene de su trabajo matutino en el call center: para complementar sus gastos tiene dos trabajos. Su cliente lo mira por el espejo y asienta.

— ¿Alguien quiere una cerveza?— pregunta Edwin. Dentro suena música de Bad Bunny, algo de banda; afuera, la calle arde: probablemente es uno de los días más calurosos del año.

Abre el refrigerador y saca un par de Budweisers. Las reparte. Entonces Alameda Flow Barbershop  se vuelve más cool: el lugar más fraternal de la Ciudad de México.

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