Inmigración y pasado se funden en el arte moderno de latinxs

Siete artistas retoman elementos prehipánicos para representar el universo, la naturaleza y la arquitectura

La exhibición tiene obras de artistas de Brasil, El Salvador, Guatemala, México, Perú y Puerto Rico.

La exhibición tiene obras de artistas de Brasil, El Salvador, Guatemala, México, Perú y Puerto Rico. Crédito: Jesús García

“Quería abrir la exhibición con una entrada monumental”, reconoce Marcela Guerrero, curadora especializada en arte latino en el Museo Whitney de Arte Americano. Y logró su cometido con el uso de letras en color terracota que enmarcan la bienvenida a “Pacha, Llaqta, Wasichay”, palabras en quechua que significan: “Mamá-Universo, Naturaleza-Pueblo y Construir una Casa”.

“Quería usar esas tres palabras para ver a estos artistas contemporáneos inspirados en arquitectura prehispánica… las palabras encapsulan los conceptos de la arquitectura, los edificios, las técnicas, todo relacionado con el cosmos“, explica la experta, quien asignó como sutítulo en español al proyecto, “Espacio indígena, arquitectura moderna, arte nuevo”.

Los artistas William Cordova, Livia Corona Benjamin, Jorge González, Guadalupe Maravilla, Claudia Peña Salinas, Ronny Quevedo y Clarissa Tossin aprovechan como base el pasado prehispánico de América Latina y lo transforman con el estilismo moderno, para empujarlo -quizá sin proponérselo- a un post-modernismo ‘sui generis’, donde los colores vibrantes del arte latinoamericano están ausentes, pero se mantienen las formas que recuerdan monumentos y pirámides y se ofrece un viaje desde la tierra hasta las constelaciones, tal como las culturas prehispánicas recreaban los escenarios donde imaginaban que vivían sus dioses: la tierra, el agua y el universo.

“Hay mucho movimiento, como puedes ver… hay referencias constantes a la inmigración, como ocurre ahora”, explica Guerrero durante el recorrido exclusivo para este diario. De hecho, uno de los montajes es un juego que conecta puntos con líneas, evocando la ruta que puede seguir un inmigrante como lo hizo Maravilla, originario de El Salvador, quien llegó a los 8 años de edad a los Estados Unidos de la mano de su padre. Maravilla no es su apellido real, sino el apodo que su progenitor le dio y él decidió mantener como ‘alter ego’.

Marcela Guerrero es responsable del arte latinx en el Museo Whitney de Arte Americano. / FOTO: JESÚS GARCÍA

Estos siete artistas emergentes tienen mucho en común en temáticas, pero su obra tiene diferencias marcadas tanto en materiales como el tipo de instalación: pintura, escultura, audiovisual. A cada uno se le asignó una pequeña sala que, en suma, conforman el todo, la cosmovisión de la curaduría de Guerrero.

“Es decir, hacemos un montaje con todos, pero no los quería tener a todos en el mismo espacio, por eso dividí la sala… si pudiéramos ver de arriba estos muros simulan una cruz, pero sacada de su eje”, explica Guerrero, quien lidera la “nueva era” de arte latino en el museo que se encuentra al final (o al inicio) del Highland Park, en Manhattan.

Su montaje cobra sentido, hay una transgresión a la imposición de la cruz como el símbolo religioso para el nuevo mundo conquistado; la curaduría de Guerrero rompe con esa imagen para crear el espacio donde se representa la esencia de aquello que los conquistadores quisieron eliminar, ocultar y, entonces, la historia prehispánica emerge e impera, aunque transformada, ya trastocada por la visión de la Conquista.

Silos en México, un trabajo de Livia Corona Benjamín. / FOTO: JESÚS GARCÍA

Los artistas aprovechan casi cualquier rincón para colocar una obra o parte de su montaje, como Ronny Quevedo, quien retoma el espíritu del Mundial de Fútbol y transforma una cancha del juego de pelota en una de fútbol, incluyendo el movimiento de los jugadores, hasta lograr constelaciones, un referente constante en su obra.

La terraza del museo también se vuelve una sala de exhibición y, desde algunos puntos, el montaje en madera, coronado con  con el trabajo del peruano William Cordova, “huaca” (geometrías sagradas), que recuerda un templo que había quedado en desuso a donde se fue a vivir gente pobre, hasta que fue desaloja. “Para él esto es como un portal tridimensional a la culturas precolombinas”, cuenta la curadora.

La exhibición es una muestra del movimiento que algunos consideran parte de “nueva revolución” de artistas latinos o latinxs (que contempla todos los géneros) en Estados Unidos, que exhiben en grandes museos de California, Nueva York, Texas, Illinois, entre otros Florida.

El recorrido es un viaje al pasado diverso de los latinoamericanos. “No fue difícil juntarlos a todos (los artistas) y crear un montaje colectivo, con sus diferencias, porque entre nosotros los hispanos reconocemos la diversidad, lejos de cómo los estadounidenses, nos colocan en una sola caja”, apunta.

“Huaca” (geometrías sagradas), de William Cordova, se funde con la arquitectura neoyorquina. / FOTO: JESÚS GARCÍA

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