Tres años después de la muerte de 24 bebés en México…¡la impunidad!

Los casos se registraron entre diciembre de 2014 a septiembre de 2015

Bebé hospitalizada por consumir cocaína.

Bebé hospitalizada por consumir cocaína. Crédito: (Archivo / GFR Media)

MEXICO – El recién nacido Jesús Abel Ruiz Medina no debió morir. Pero falleció entubado, con el cuerpo marcado por hematomas y diversas cirugías sobre las cuáles los padres nunca fueron informados por los médicos del Hospital General Regional Núm. 1 de Culiacán, Sinaloa, donde había sido internado.

No fue el único caso entre diciembre de 2014 a septiembre de 2015. En el mismo lugar, 24 recién nacidos, dejaron de existir. Todos de manera inesperada en tan sólo unas cuantas horas, días o semanas con un común denominador: estuvieron en un área contaminada por dos bacterias: la Klebsiella, principal causante de la sepsis, y Escherichia coli, que provoca infecciones intestinales.

Cuatro años después, aún no se sabe si las bacterias fueron las causas o si el dinero para mantener el área no se entregó o no se usó y todo se contaminó; si hubo corrupción o simplemente negligencia y no se sabe porque la Procuraduría General de la República (PGR) no investigó o, al menos, no dio resultados que llevaran a un juicio. Mucho menos a un sentencia, según reporta el informe de la organización civil Mexicanos contra la corrupción.

“Cuando nació mi niño yo lo vi bien, luego lo entubaron y no me di cuenta. Siempre me lo negaron.

Por mi cuenta busqué verlo y es cuando me dijeron que mi bebé ya había fallecido, lo veo envuelto entre las sábanas y sólo me digo, ¿cuándo pasó?, ¿de qué manera pasó?”, relató Mariana, madre de Jesús Abel en el reporte de MCC “Esperar la vida, encontrar la muerte”. (https://contralacorrupcion.mx/esperarlavidaencontrarlamuerte/)

Según los testimonios de los padres, las respuestas de médicos y autoridades a estas preguntas han sido las mismas las mismas: que se desconocen las causas. O evasivas o explicaciones poco convincentes con falta de tacto.

Gladys, madre de Renata Victoria Díaz Ochoa, relató que a ella le decían que la niña estaba bien, que todo iba bien, pero de pronto decayó y una doctora le soltó “se va a morir” y otro doctor le sugirió: “Desconéctela, ¿para que la tiene sufriendo ahí?”.

Regina Tamés, directora del Grupo de Información de Reproducción Elegida (GIRE), que asiste a los familiares de las víctimas, asegura que este es un caso muestra “de las condiciones tan precarias e insalubres de los hospitales en nuestro país” y la falta de respuestas a las causas.

“Las víctimas no han visto en instituciones como la Comisión Nacional de Derechos Humanos una aliada, ni han sido acompañadas… Y esas deficiencias tienen víctimas de carne y hueso… están matando a mujeres, a sus recién nacidos. Ya basta”.

Tanto las familias como los activistas reprochan al gobierno mexicano actuar sólo hasta después de que ocurren las tragedias. En el caso de los bebés muertos en Sinaloa, la Secretaría de Salud ordenó el retiro de las láminas oxidadas, el material obsoleto, innecesario o con superficies orgánicas, como madera, la limpieza de los ductos, las rejillas de ventilación y de las lámparas de techo, pero no se supo más.

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