Mi día de Acción de Gracias… fue de noche, sin pavo y en un avión

Luz María Doria nos cuenta el susto que se llevó en un vuelo que despegó y aterrizó en el mismo aeropuerto

Vista de un sector del aeropuerto de Miami, Florida.

Vista de un sector del aeropuerto de Miami, Florida. Crédito: Shutterstock | Shutterstock

Gabriel García Márquez decía que no le gustaban los aviones porque eran como sepulcros blindados.

Mama Tina, mi abuela, siempre repetía que ella, cuando cerraban la puerta del avión, se despedía del mundo.

El lunes pasado despegué del aeropuerto de Miami pensando en mi hija que volaba a la misma hora de Fort Lauderdale a Charlotte. Siempre busco protección celestial rezando el Rosario y confieso que ese día lo recé más por su vuelo que por el mío.

Algo debió faltarme… A los 16 minutos el piloto anunció que teníamos que devolvernos y aterrizar de emergencia en el Aeropuerto de Miami.

“Tenemos un problema”, dijo por el altavoz interrumpiendo ese silencio que uno guarda en los aviones cuando está despegando. Después hizo una pausa eterna mientras parecía que escuchaba instrucciones.

Nadie dijo nada.

Solo se empezó a escuchar el sonido de los cuerpos desacomodándose…

Segundos después, el piloto con voz preocupada continuó diciendo que el motor del avión tenía una vibración anormal y que tendríamos que devolvernos al Aeropuerto de Miami.

Como si el nudo en la garganta no fuera suficiente, el auxiliar de vuelo recomendó que nos ajustáramos al máximo el cinturón de seguridad.

Nos dijeron que todo el proceso duraría unos 8 minutos. Fueron más.

Por la ventana del avión no se veía nada. De pronto el auxiliar de vuelo se acercó a los pasajeros de la salida de emergencia y les preguntó si estaban listos para abrirlas.

Recé con más fuerza. Muerta de miedo, pero con una calma que hasta ahora solo se la agradezco a la fe, seguí rezando mientras pensaba en todas las veces que pensé como sería un aterrizaje de emergencia. Y me dio rabia sentir que ya no tenía que imaginármelo.

Cuando aterrizamos en Miami en medio de los aplausos de los pasajeros, y vi por las ventanillas del avión las luces de las ambulancias, volví a tocar con mis oraciones las puertas del Cielo.

Esta vez no las toqué para pedir nada.

Solo agradecí.

Mi Día de Acción Gracias fue de noche, sin pavo y en un avión.

Sobre la autora

Luz María Doria es inmigrante colombiana, periodista, productora ejecutiva de Despierta América y autora del libro “La Mujer de mis Sueños”. Podrán encontrar su columna cada lunes en nuestro diario impreso y en este sitio web.

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