Cómo es Orión, la nave de la NASA que enviará al hombre a la Luna y conquistar Marte
Más de cuatro décadas después del último alunizaje, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos se prepara para volver a enviar al hombre a la Luna… y más allá.
Una nueva era espacial está por comenzar.
O, al menos, eso cree la NASA.
Más de cuatro décadas después del último alunizaje, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) se prepara para volver a enviar al hombre a la Luna… y más allá.
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Orión, una nave diseñada en colaboración con la Agencia Espacial Europea, será el vehículo para el viaje “legendario” que pretende seguir el curso del cosmos hasta Marte y otros recónditos lugares del “espacio profundo”.
Y, tras varios años de prueba, la cápsula recibió este viernes el último impulso que necesitaba para estar operativa: un módulo diseñado por Airbus que la dotará de electricidad, propulsión, control térmico, aire y agua.
Es la primera vez que la NASA utiliza un dispositivo construido en Europa como un elemento crítico para impulsar una nave espacial estadounidense que, de acuerdo con expertos, da cuenta de la “cooperación internacional en materia espacial”, pero también de la magnitud del proyecto.
De acuerdo con la agencia espacial estadounidense, aunque en un inicio Orión realizará una misión no tripulada, el objetivo, además de llevar cosmonautas al espacio, es construir un puesto de avanzada más allá de la Luna que podría permitir expediciones a Marte.
Aunque aún no hay fechas exactas para la primera expedición tripulada, se cree que tendrá lugar a inicios de la década de 2020.
En criterio del jefe de la Agencia Espacial Europea, Jan Worner, se tratará de una “forma totalmente nueva” de viajar al espacio y un regreso “de nuevo tipo” a la Luna.
En caso de concretarse la expedición, Orión será la nave diseñada para transportar tripulantes que más lejos llegue desde que el hombre llegó al espacio hace más de medio siglo.
Orión, el cazador del espacio
El diseño, producción y pruebas de la nave con que la NASA pretende iniciar esta nueva era espacial han corrido un largo y accidentado camino.
La idea original surgió en 2011 como parte del Proyecto Constelación, una idea del gobierno de George W. Bush para llevar nuevamente al hombre a la Luna y que se suspendió por falta de presupuesto con la llegada al gobierno de Barack Obama.
No obstante, la NASA continuó el desarrollo de la cápsula.
Aunque el proyecto inicial pretendía que Orión llevara seis personas en sus misiones, el número se redujo finalmente a cuatro, y cedió la construcción de uno de sus dos módulos principales a la ESA (el que se recibió este viernes en Cabo Cañaveral).
Según la descripción de la NASA, el diseño de la cápsula de cinco metros de diámetro y 21 toneladas de peso toma elementos básicos del módulo de comando Apollo, las célebres naves de las misiones que llevaron a los astronautas a la Luna entre 1969 y 1972.
Sin embargo, la agencia espacial asegura que la tecnología y capacidad de Orión permitirá realizar misiones espaciales más avanzadas y de mayor duración.
Se estima que, con tripulación a bordo, puede viajar sin necesidad de nuevas provisiones hasta 21 días, mientras en estado de inactividad, puede mantener las condiciones de utilidad por otros 6 meses.
Durante ese último período, de acuerdo con la NASA, se prevé que el soporte de la vida útil de la tripulación sería proporcionado por otros módulos espaciales.
Nuevo diseño
Esta semana, la NASA probó también una de las características más revolucionarias que tendrá la nave: un módulo de descenso que combina paracaídas y retrocohetes o bolsas de aire para la recuperación de la cápsula cuando regrese a la Tierra.
De acuerdo con la agencia este mecanismo, similar al utilizado por las cápsulas Soyuz rusa o la Shenzhou china, eliminará los costes de tener que utilizar una flota de barcos como sucedió antes en los vuelos del Proyecto Mercury, Gemini o Apollo.
Otra de sus características es que está diseñada para la reutilización parcial del módulo de tripulación, que podrá usarse por 10 vuelos, lo que abaratará costos y también permitirá construir una flota de estos dispositivos.
Para que la nave pueda también servir a la Estación Espacial, su diseño le permitirá acoplarse a otros vehículos de forma automática, aunque como medida de seguridad el piloto podrá tomar el mando y realizar la maniobra en caso de emergencias.
Una nueva era espacial
Desde 1972, cuando se realizó el último alunizaje, hasta fechas recientes, los viajes a la Luna o más allá perdieron interés.
Pero en los últimos años vez son más las iniciativas estatales y privadas que no solo anuncian un regreso al satélite, sino ambiciosos planes de colonización, la mayoría de ellos basados en el abaratamiento de las tecnologías y la fabricación de naves espaciales.
China, por ejemplo, planea alunizar en 2018, mientras que Rusia anunció que para 2031 pondrá una nave allí.
Mientras, muchas iniciativas privadas buscan actualmente un modelo de negocio espacial, que va desde explotar los minerales que hay en la Luna hasta vender trozos del satélite como piedras preciosas.
Y, al parecer, Estados Unidos no quiere quedarse atrás.
La agencia espacial estadounidense sostiene desde hace años que aún existen grandes razones para regresar a la Luna.
La NASA opina que una vuelta del hombre allí podría traer un mayor conocimiento de la ciencia lunar y permitir la aplicación de nuevas tecnologías en el terreno.
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