Editorial: Mentiras y más mentiras

El problema es que cuando Trump habla de seguridad fronteriza, reduce todo a levantar un muro para evitar una invasión que no existe

Nadie está seriamente a favor de una “frontera abierta”.

Nadie está seriamente a favor de una “frontera abierta”. Crédito: Cortesía CBP

Hoy se sabe que el Congreso tiene los votos suficientes para rechazar la declaración de emergencia nacional del presidente Trump. Hay suficientes senadores republicanos dispuestos a votar junto a los demócratas para rechazar por mayoría la decisión de Trump.

Los cuatro legisladores republicanos de la Cámara Alta y 13 de la Baja, opuestos a la acción del mandatario no están a favor a que Estados Unidos sea invadido por “drogas, por gente, por criminales” como aseguró Trump en su largo discurso del sábado ante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC).

En realidad, nadie está seriamente a favor de la “frontera abierta”. Tampoco nosotros.

Pero es un latiguillo conveniente para acusar a quien no piense como Trump. Ya no es solamente una hipérbole del discurso político o una exageración para generar entusiasmo como el fatídico “¡A la cárcel!” que todavía se grita contra Hillary Clinton, más de dos años después de haberla derrotado.

Los demócratas han demostrado una y otra vez que creen en la necesidad de la seguridad fronteriza. Sus últimos ocupantes de la Casa Blanca respaldaron medidas conducentes a ello. Hay fronteras en el mundo que son solamente una línea en el piso, pero esta no es una de ellas.

El problema es que cuando Trump habla de seguridad fronteriza, reduce todo a levantar un muro para evitar una invasión que no existe. Detrás de ello viene una sarta de mentiras peligrosas. Aquellas que despiertan odio.

Aceptar por un momento la propuesta del Presidente es reconocer como válido, por ejemplo, los 25 minutos de barbaridades que le dedicó a Trump al tema de inmigración en su discurso ante CPAC. Muchas de ellas ya conocidas, como las cifras tiradas por los pelos. Otras, nuevas como el complot entre Guatemala, Honduras y El Salvador para quedarse con su gente buena y enviar la peor a Estados Unidos. Ahora ya no dice lo mismo de México.

El hecho de que varios legisladores republicanos se oponen a la declaración de emergencia, es porque avasalla la Constitución. Porque comprenden que es ilegal. Porque el Poder Ejecutivo no puede atropellar al Legislativo, que es quien autoriza los gastos del gobierno. Hay presidentes que hicieron declaraciones de emergencia, ninguno fue para financiar algo que el Congreso les negó.

Aunque la censura a la declaración de emergencia tenga mayoría, Trump puede vetarla. Lo hará, y para superar su veto se necesita una mayoría especial de dos tercios, que no existe.

Hay una suficiente cantidad de republicanos a los que le desagrada la decisión presidencial, pero no se atreven a desafiar al Mandatario. Trump hoy es el dueño del Partido Republicano, pero no de la verdad, ni de la Constitución.

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