Murallas halladas en Tikal podrían reescribir la historia maya
El inesperado descubrimiento de un inmenso complejo fortificado pone en duda el supuesto pacifismo de la Guatemala precolombina
Cuando creíamos tener las ideas más o menos claras respecto a los principales rasgos socioculturales que definieron las principales civilizaciones mesoamericanas, un reciente descubrimiento arqueológico ha vuelto a arrojar dudas razonables en torno a cómo prosperaron y cayeron estos imperios. Se trata de un complejo de estructuras que alberga nada menos que 60 mil estructuras (entre los que se encuentran tumbas, palacios, monumentos e incluso una pirámide de 30 m de altura), calzadas peatonales y un elaborado sistema de distribución de agua.
Pero si por algo destaca este hallazgo es por un conjunto de murallas defensivas que se extienden hasta casi 40 millas, toda una revelación que pone en tela de juicio la tradicional concepción académica según la cual los mayas eran esencialmente pueblo no beligerante.
El imponente hallazgo tuvo lugar en un área de 820 millas cuadradas del departamento norteño de Petén, donde desde hace años se estudian los yacimientos del archiconocido asentamiento maya de Tikal. De acuerdo a sus descubridores, un grupo de investigadores estadounidenses y guatemaltecos pertenecientes a la Fundación Pacunam (Patrimonio Cultural y Natural Maya), esta noticia nos obliga a replantearnos la imagen preconcebida que pudiéramos tener hasta hoy del pueblo maya, comúnmente identificada como una cultura pacifista más centrada en la investigación de avances astronómicos y matemáticos que en el entrenamiento de tropas militares.
Los puestos de vigilancia y los sistemas de defensa de esta fortaleza, sin embargo, narran otra historia bien distinta. Expertos como el arqueólogo y miembro de Pacunam Edwin Román coinciden en que el descubrimiento sitúa a los mayas no como un pueblo en desventaja en cuestiones militares, sino como una fuerza militar a tener en cuenta independientemente de sus revolucionarios e indudables logros científicos. Las ruinas, rescatadas del olvido gracias a una vanguardista tecnología de mapeo láser, sugieren además reevaluar los factores demográficos teorizados hasta el momento, los cuales podrían arrojar luz sobre la mezcla de factores responsables de que esta legendaria civilización despareciera sin dejar rastro.
A la luz de estos acontecimientos, Tikal ya no debería ser estudiado meramente como un núcleo clave para el comercio y la economía de la región en tiempos precolombinos, sino como un significativo bastión militar capaz de proteger tras sus murallas a cerca de 100 mil habitantes.
Resulta evidente, por tanto, que todavía nos queda mucho por conocer sobre los mayas. Un pueblo fascinante como pocos, responsables de logros tan decisivos para el progreso de la humanidad como la creación del número “cero” o uno de los calendarios lunares más conocidos de la historia, pero también, visto lo visto, fieros guerreros perfectamente preparados para defenderse.
¿Qué otros secretos nos dejaron ocultos entre las frondosas selvas de Centroamérica? Tras lo ocurrido en Petén, podríamos encontrarnos más cerca que nunca de desentrañar el gran enigma sobre el declive de esta misteriosa civilización.
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