La pandemia de coronavirus o el descanso que la naturaleza necesitaba
Mientras gran parte de la población mundial está en cuarentena, la naturaleza se recupera
Antes de que los contagios de coronavirus COVID-19 se convirtieran en una pandemia mundial, las noticias sobre el cambio climático, la contaminación de los mares con plástico y otros desechos humanos, la extinción de especies, los graves incendios en Australia y la zona del Amazonas, el derretimiento de los grandes hielos y otros desastres en el ámbito ecológico, dejaban poco espacio a la esperanza sobre un futuro armónico con la naturaleza.
Ahora, con un tercio de la población mundial en cuarentena, la naturaleza parece demostrarnos que se encuentra en un descanso de la plaga que durante años ha mermado sus recursos de manera indiscriminada: la raza humana.
Para muestra, algunos de los cambios favorables que se han registrado en el ecosistema de la Tierra desde que más de 2,600 millones de personas en el mundo, según cálculos de la agencia AFP, estamos confinados en nuestras casas.
Reducción de la contaminación
Durante la última semana del mes pasado, los expertos del King’s College en Londres encontraron que la contaminación atmosférica en la capital británica se redujo en un 50 por ciento. Un efecto similar se observa en las grandes ciudades italianas, como Roma y Milán. China también registró una reducción dramática de las concentraciones de dióxido de nitrógeno contaminante. Las restricciones de movilidad han contribuido a estas condiciones, principalmente en las grandes urbes.
La vida silvestre reclama sus espacios
La semana pasada, la costa india de Rushikulya recibió una sorpresiva visita: unas 2,000 tortugas golfinas llegaron a desovar a una playa en la que no se atrevían a dejar sus huevos desde hace siete años. Según The Hindu, ahora que el lugar está vacío de personas a causa de la cuarentena, los quelonios recuperaron las arenas para anidar. Se sabe que el principal depredador de esta especie marina es el hombre.
Eventos parecidos han ocurrido en otras partes del mundo. En Oakland, California, los pavos salvajes se lucen por el centro de la urbe. En Llandudno, una ciudad de Gales, un grupo de cabras de Cachemira pasearon libremente por las calles, comiéndose los patios y los jardines de los pobladores. En Ventanueva, Asturias, un oso aprovechó la noche y la cuarentena para caminar por ahí. En Venecia, los canales recuperaron su transparencia. Los jabalíes hurgan en las jardineras de Barcelona y de Madrid. Los zorros se dan sus escapadas por Londres.
Usualmente, esta fauna vive confinada ante la presencia de edificios, plazas, automóviles y demás manifestaciones de la actividad humana. “Nosotros somos ahora los que estamos atemorizados, y nos encerramos; y con nuestro miedo lo que hacemos es liberar a quienes nos tenían miedo”, le dijo el naturalista español Joaquín Araujo a La Vanguardia.
La Tierra se mueve de otra manera
La actividad humana genera ruido y vibraciones que alteran el movimiento natural de la Tierra. Los investigadores del Observatorio Real de Bélgica han advertido una reducción de 33 por ciento del nivel medio de ruido en ese país, y algo parecido ha reportado el Instituto de Tecnología de California. Los expertos esperan que esta disminución del ruido ayude a mejorar la sensibilidad de los detectores de las ondas naturales terrestres.
La capa de ozono se recupera
La capa de ozono es el filtro natural de la atmósfera terrestre para protegerla contra la radiación ultravioleta de los rayos solares. En la década de los 80 los científicos advirtieron sobre el daño que la actividad humana había perpetrado en ella, por lo que se realizaron acciones a nivel global para protegerla, como dejar de producir aerosoles, refrigerantes y productos de limpieza que dañaban su composición.
Casi cuatro década después, un estudio de la Universidad de Colorado Boulder publicado en Nature, ha revelado que los esfuerzos para proteger la capa de ozono parecen estar teniendo éxito. Y los expertos señalan que la reducción de la actividad humana generada por la pandemia puede ser de buena ayuda.
¿Un antes y un después?
Son muchos los investigadores del medio ambiente que han advertido sobre una necesidad de cambiar la manera en que los humanos nos relacionamos con la naturaleza y sus recursos. Ésta puede ser una oportunidad para reflexionar sobre cómo hemos reducido a la naturaleza a un instrumento utilitario y sobre cómo la misma naturaleza encuentra la manera de equilibrarse y colocarnos en nuestro lugar.
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