Clara Grima: “Las matemáticas sirven para modelar la enfermedad y para darte argumentos para quedarte en casa”
La española Clara Grima habló sobre el uso de las matemáticas para entender cómo se propaga el COVID-19 y sobre cómo viralizar el amor que ella siente por esta ciencia
“Aplanar la curva”, “crecimiento exponencial”, tasa de contagios y de mortalidad… la pandemia de COVID-19, la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus, parecería haber naturalizado las matemáticas en la vida cotidiana.
“Estamos viviendo una situación histórica desafortunadamente para todos nosotros, pero creo que algo bueno pequeñito que nos traerá el COVID es que la gente está empezando a aceptar la presencia de las matemáticas en todo lo que le rodea”, le dice a BBC Mundo la matemática española Clara Grima.
Esta doctora en matemáticas, docente, investigadora y divulgadora de la ciencia es autora de libros como “Las matemáticas vigilan tu salud”, sobre el uso de esta ciencia para entender cómo se propaga una enfermedad (y cómo frenarla) y “¡Que las matemáticas te acompañen!”, que muestra su presencia en distintos aspectos de la vida cotidiana.
- “Soy doctora en matemáticas y no sé dividir con tres cifras ni sé calcular a mano una raíz cuadrada”
Hicimos un Instagram Live con ella el lunes 13 de abril, haciéndole preguntas que ustedes nos enviaron sobre el rol de las matemáticas en la pandemia, pero también sobre cómo viralizar ese amor que ella siente por esta ciencia.
Como dijo en la entrevista: “Todo lo que te importa y todo lo que te preocupa, como el covid-19, se puede explicar usando matemáticas”.
Este es un resumen de esa charla.
Una de las preguntas que nos llegó, y que sirve como introducción, es de qué forma las matemáticas están ayudando a enfrentar la pandemia de COVID-19, que quizás puedas resumir en dos o tres aportes.
Gracias a las matemáticas tenemos modelos para predecir cómo se va a comportar una epidemia.
Quizás en estos días hayan oído hablar del modelo SIR, donde la población se divide en “S” de susceptibles, “I” de infectados y “R” de recuperados.
Mira, aquí hemos hecho una gráfica con las 3 funciones para una enfermedad (ficticia) para ver cómo evolucionarían los 3 valores: los susceptibles, los infectados y los recuperados (sanos inmunes +muertos) pic.twitter.com/PCjOrN4UeR
— Clara Grima (@ClaraGrima) January 25, 2020
En la “S” de susceptibles están todas las personas que no están vacunadas -que en el caso del covid es toda la población-, y que pueden enfermar.
Luego está la “I” de infectados, cuya curva hay que intentar que no suba por encima de la capacidad sanitaria del país, porque son los que pueden requerir de atención hospitalaria.
Finalmente está la “R” de recuperados, que son aquellos que ni infectan ni se pueden infectar, donde siempre se contabiliza a los muertos.
La suma de “S” más “I” más “R” es el número total de la población.
Pero con el COVID-19 se está utilizando un modelo un poco más avanzado que es el SEIR.
Esa “E” representa a las personas expuestas, que son aquellos que son portadores del coronavirus, que están infectados y pueden infectar, pero son asintomáticos.
Estos son los que están produciendo todo este desbarajuste de datos que hay, porque no se sabe dónde están.
Además, cada enfermedad tiene asociado un numerito muy importante que es lo que se llama el R0 de la enfermedad, que es el número básico de reproducción.
Cuando tienes el R0 de una enfermedad, sabes a cuántas personas puede contagiar un enfermo de media.
El R0 del COVID aún se está estudiando, pero se estima que está entre 2 y 4. Vamos a suponer que es 3, por ir por el medio.
Lo que significa eso es que que cada persona que contrae COVID en media va a contagiar a otras tres. Y eso es muy fuerte.
La única forma que tenemos de acabar con una epidemia de un R0 3 es conseguir que, haciendo las cuentas, el 70% de la población esté vacunada o inmunizada.
¿Qué pasa con el COVID-19? Que no tenemos vacuna y no estamos inmunizados porque es un virus nuevo.
Entonces la única solución es que nadie pueda contagiar a sus tres “víctimas”, porque si yo tengo la enfermedad pero estoy aislada, no puedo pasársela a tres personas.
Por eso estas medidas tan fuertes de confinamiento.
Luego, si quieres más matemáticas, puedes usar la paradoja de la amistad, que es un un teorema que viene a explicar que todo el mundo tiene menos amigos que sus amigos en media.
Bueno, casi todo el mundo porque están los influencers, que son las personas más conectadas.
La paradoja de la amistad dice que todo el mundo tiene un amigo que es mucho más popular que él.
¿Y eso qué tiene que ver con la epidemia? Pues que quizás te sientas muy seguro de que puedes salir porque te relacionas poco.
Pero entre la poca gente que conoces, habrá uno que se relacione más que tú, que conocerá a otro que se relaciona más que él y así se supercontamina todo.
Se puede llegar incluso a contaminar a los influencers, que en este momento son los maestros, cajeros de supermercados y sanitarios, por ejemplo. Y con ellos infectados, en dos pasos se contagia a toda la población.
O sea que las matemáticas sirven para modelar la enfermedad y para darte argumentos para quedarte en casa.
Hay varias preguntas sobre el problema de los modelos matemáticos. Por ejemplo, ¿cómo estimar la tasa de muertos si el número de infectados no es confiable, dada la cantidad de asintomáticos y de países que no pueden hacer una cantidad suficiente de pruebas para ser estadísticamente representativo?
Los modelos matemáticos están bien. Digamos que son como máquinas de hacer chorizos: tú les metes los datos y salen los chorizos. Pero le tienes que meter los datos correctos.
El problema es ese numerito “E”, los expuestos, que no sabemos que están infectados pero que están contagiados y no sabemos cuántos son. Entonces es muy difícil hacer estimaciones.
Ahora el gobierno de España, por ejemplo, va a empezar con test masivos, haciendo una buena muestra estadística de la población.
Pero tampoco vamos a tener los datos exactos. Entonces lo que se puede hacer es compararnos con países del entorno y con condiciones socioeconómicas, sanitarias y de habitantes similares, como Francia. Eso nos daría datos aún más fiables.
Lo que también se está haciendo en España -y hablo de España porque estoy aquí- para tratar de estimar la tasa de mortalidad es comparar los números de muertes con los datos históricos.
En comparación con marzo del año pasado, este marzo el número de muertos ha subido un 48% más de lo esperado.
Ahora, ¿este 48% es todo del COVID-19? Pues no.
A lo mejor hay más muertes porque, debido al confinamiento, la gente ha dejado de coger el coche, con lo cual también han descendido los accidentes de tráfico que son una causa de muerte muy importante.
Por otra parte, hay otras causas que no son por el COVID-19 pero que tienen que ver con esta enfermedad, como que la gente está dejando de ir al médico porque tiene miedo a infectarse.
Entonces, infartos y otros temas de salud en los que la atención temprana salva vidas, a lo mejor no las está salvando porque la gente no está yendo al médico.
Luego supongo que es en una proporción más pequeñita, pero la gente está más en sus casas, por lo que quizás subieron los accidentes domésticos.
Todo esto para decir que no se puede decir que el aumento del 48% de la mortalidad se deba al COVID. Todavía se debe analizar más.
Llegaron un par de preguntas sobre la vacuna contra el coronavirus, que científicos de todo el mundo corren a contrarreloj para conseguir. Pero, quizás puedas explicar qué es el “Dilema del prisionero”, que describes en el libro “Las matemáticas vigilan tu salud”, y que explica lo que está sucediendo mientras no se consigue una vacuna.
El dilema del prisionero es una propiedad que se usa mucho en teoría de la decisión en economía y política, por ejemplo.
En la película “Una mente brillante”, dedicada al matemático John Nash, hay un ejemplo un poco desafortunado y machista, en el que todos quieren ligar con una rubia en un bar. Entonces él explica que si van todos por la rubia, los va a rechazar a todos.
Lo que viene a decir es que, muchas veces, un sacrificio de cada uno de los individuos, produce un bien común.
Eso mismo sucede con el confinamiento: si tú te confinas, pierdes calidad de vida y quizás pierdes poder adquisitivo. Pero si todos damos ese paso atrás y perdemos un poco -aunque unos pierden más que otros, está claro-, entonces acabamos con la epidemia, que es un bien para toda la sociedad.
Es igual que con las vacunas.
Cuando vas a vacunar a tu bebé, que está sano, puedes preguntarte: “¿por qué debo ponerle una medicina, que quizás le provoque una décima de fiebre o le deje todo el día quejoso?”.
Bueno, porque ese pequeño sacrificio que tú altruistamente asumes en nombre de tu bebé, hace que todos tengamos inmunidad de grupo y nos salvemos unos a los otros.
Dejando de lado el tema del COVID-19, muchos preguntaron o bien cómo hacer para que a más personas le gusten las matemáticas, o bien para que le gusten a los más pequeños y en particular, a las niñas.
Mi convicción es que a todo el mundo le gustan las matemáticas, lo que pasa es que algunos no lo saben.
Porque cuando escuchan la palabra “matemáticas” se imaginan haciendo divisiones y cuentas y les resulta aburrido. Y a mí también.
Es que eso no son las matemáticas, sino una parte, que es la aritmética, y que la usan también los biólogos, los sociólogos, los peluqueros, los periodistas… A lo mejor nosotros hacemos unas cuentas un poco más difíciles, pero no nos dedicamos a hacer cuentas, sino a pensar.
Por ejemplo, ante una epidemia como esta, sirven para intentar modelarla para saber qué medidas y decisiones tomar.
Las matemáticas son una forma de ver el mundo y de resolver problemas, como un acertijo o un juego. Y a todo el mundo le gusta jugar.
Mi experiencia como divulgadora es que, cuando le enseñas un razonamiento matemático a alguien, su reacción es sonreír.
Cuando toda la sociedad entienda que las matemáticas son la mano que mece el futuro, porque están en el big data, el análisis de datos, la inteligencia artificial, la robótica y más, entonces los niños ya no llegarán al colegio odiando las matemáticas.
Y ahora viene la segunda parte, que es todavía más difícil: la educación en matemáticas.
Los niños llegan al colegio odiando las matemáticas y los maestros refuerzan ese odio porque hacen unas clases súper tediosas y antiguas, que atiborran al niño de cálculos y más cálculos.
Y para las niñas -como para los niños- lo que se precisan son referentes.
Si sales a la calle ahora y preguntas por un matemático, pues quizás alguien te dice Pitágoras o John Nash, porque tiene una película. O a lo mejor Alan Turing.
Entonces ni los niños quieren ser matemáticos ni mucho menos las niñas.
Parece una tontería pero no lo es: las niñas quieren ser lo que ellas creen que pueden ser.
Es importante que sepan que se puede ser matemática y que hay muchas vivas y jóvenes. Que no existe solo Hipatia o, en el caso de física, Marie Curie porque no son referentes. Es decir, esas mujeres fueron unas cracks. Pero ¡qué pereza ser Marie Curie para las niñas! Esa mujer tuvo que luchar contra todo y era una superdotada.
Las personas que hacemos ciencia hoy en día no somos gigantes como Marie Curie, como Isaac Newton o Albert Einstein. Somos enanitos que nos ponemos uno encima del otro.
Esa es la imagen de la ciencia en general y de las matemáticas en particular que hay que transmitirle a los niños y niñas.
Por último, una pregunta propia que creo que será de utilidad para muchos en tiempos de cuarentena y que explicas en tu libro “¡Que las matemáticas te acompañen!”: cuando un hombre y una mujer conviven, ¿cuál es el veredicto de las matemáticas sobre el asiento del inodoro: debe ir arriba o abajo?
El problema es que cuando una mujer vive sola o con otras mujeres, el aro del retrete, -que en Colombia me dijeron que se llamaba el bizcocho- siempre está bajo, porque las chicas normalmente lo hacen todo sentadas. En cambio, la mayoría de los chicos hacen una cosa de pie y otra, sentado.
El estudio, que no lo hice yo, busca resolver en qué posición debe dejar la tapa del inodoro cada miembro del hogar, cuando conviven un hombre y una mujer, para que el consumo energético de la pareja en total sea el menor posible.
Y alguien puede pensar: “¡vaya tontería!”. Pues sí, pero hasta eso se puede estudiar en matemáticas. Y, de hecho fue publicado en una revista científica donde se publican investigaciones muy sesudas.
La respuesta después de hacer el análisis estadístico que se cuenta ahí en el libro es que, durante el día, si el hombre levanta el aro del retrete, lo tiene que bajar, mientras que por la noche cada uno lo puede dejar como quiera porque, por probabilidades, el gasto energético es mínimo.
Lo que me gusta de este estudio es que viene a demostrar que todo lo que te importa y todo lo que te preocupa, como el COVID-19, se puede explicar usando matemáticas.
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