Paramédico: “¡Quédate en casa! no esperes a que te pegue el coronavirus”
Exponerse al COVID-19 a diario, lo hace tomar conciencia de su peligrosidad
Todos los fines de semana, de dos de la tarde a doce de la noche, Isaac Cardona transporta a los hospitales a las personas que han salido positivas al COVID-19 en el condado de Los Ángeles.
“Algunas vienen sin síntomas, solo con tos; otros, presentan fiebre y dificultad para respirar”, dice Isaac, un paramédico de 22 años de edad que vive en la ciudad de Lynwood.
Desde que la pandemia del COVID-19 azotó a Los Ángeles, no ha dejado de trabajar ni un solo fin de semana. Aún con miedo a llevar el virus a su familia, él no falla a su trabajo considerado esencial.
“Tomo mis precauciones, pero sí me asusta que el virus se vaya entre mi ropa y pueda contagiar a mi familia“, comparte.
Isaac vive con sus padres y un hermano. “Mi mamá como cualquier madre se preocupa, y me ha pedido que deje mi trabajo, pero me gusta mucho ayudar y quiero pasar a la historia como el grupo que trabajó en la primera línea contra el coronavirus ”, dice.
En enero, cuando aún el COVID-19 no se había convertido en un grave problema de salud pública en Los Ángeles, Isaac comenzó a trabajar como paramédico para una compañía de ambulancias localizada en la ciudad de Carson.
Él nació en la ciudad de Bellflower en el condado de Los Ángeles; su madre en Huntington Park; y su padre es un inmigrante mexicano.
“En la ambulancia, vamos dos, el conductor y yo. A mi me toca ir atrás, con la persona que transportamos”, explica.
Su rutina normal comienza, revisando que la ambulancia tenga todo el equipo que necesitan para brindar los primeros auxilios.
“Una vez que vemos que todo está bien, el despachador empieza a darnos órdenes de dónde debemos ir. Transportamos personas a hospitales de todo el condado”, cuenta.
Su trabajo consiste en ir en la parte de atrás de la ambulancia para verificar los signos vitales del enfermo; y hablando con él o ella, por lo que sienta a su lado.
“Me protejo usando guantes, mascarillas, lentes de protección, una bata, pero sabemos que el COVID-19 se contagia a través del aire”, dice.
Una vez que entregan al paciente al hospital, limpian y desinfectan la ambulancia. “No nos cambiamos de ropa, a menos que algún enfermo nos derrame algún líquido”, detalla.
Cuando llega a su casa en la media noche, deja sus botas a un lado de la puerta de entrada, arroja su ropa a la lavadora, y se mete a la regadera para darse un baño.
El sueño de Isaac es convertirse en asistente de médico. Antes del coronavirus, asistía al Colegio Comunitario del Este de Los Ángeles durante la semana. Ahora toma clases online. Los fines de semana trabaja como paramédico.
“Esta experiencia me está sirviendo mucho porque estoy conociendo cómo funcionan los hospitales, y me ayuda en mi preparación para ser asistente médico”.
¿Ha aumentado el trabajo durante la cuarentena?
“Tenemos el mismo volumen de trabajo, pero la mayoría de las llamadas son para llevar a los hospitales a los pacientes con fiebre, o positivos al COVID-19. Llevamos también a pacientes de residencias de la tercera edad y asilos a las salas de emergencia; de éstas a los hospitales; de las cárceles a urgencias; y algunas veces, los transportamos a los centros de diálisis”, explica.
La convivencia a diario con los enfermos del COVID-19, hace que Isaac se atreva a dar un consejo a los angelinos: “¡Por favor, quédense en su casa!, no salgan, lávense las manos, mantenga la higiene adecuada. El COVID-19 es algo muy serio. No esperen a vivirlo para aceptar que existe y que es un virus peligroso”,
Considera que si bien, los ancianos corren más riesgo de sufrir y morir por esta pandemia, los jóvenes no están exentos. “He transportado a muchos en mi ambulancia. Así que, ¡cuídense!”.