COVID-19 enfrenta a paisanos a la cremación para repatriar a sus familiares

Regiones defienden la sepultura ante la cremación

Hilaria Martínez, vestida de rosa, con cuatro de sus cinco hijos.

Hilaria Martínez, vestida de rosa, con cuatro de sus cinco hijos. Crédito: Familia Martínez | Cortesía

MÉXICO – El 24 de marzo pasado, Hilaria Martínez, de 42 años, se sintió enferma. Un dolor estómago que la doblaba y no le dio más opción que ir al hospital regional de Fountain Valley. Ahí le dijeron que tenía cáncer, le hicieron seis biopsias y la enviaron a recuperación. Unos días después recayó. A sus males se había sumado el coronavirus.

Tres días antes de cumplir el mes entre quirófanos, terapias y ventiladores, falleció.

Dejó cinco niños con su padre, la menor de 10 meses, el mayor en high school; pero dejó algo más como testamento emocional: la ilusión  de regresar a México aunque sea sin vida, a lado de su padre y una hermana, quienes le sobreviven, la esperan, la sufren y desean verla por última vez en Buenavista, Oaxaca, cerca del mar de la Costa Chica, donde nació y  de donde partió hace 23 años.

—Sería muy doloroso para ellos recibirla en cenizas — advierte Pablo Martínez, el hermano de Hilaria que vive en Los Angeles.

Los Martínez batallan desde el mismo día del fallecimiento de Hilaria con la difícil decisión de la cremación, una práctica inconcebible para ellos que prefieren el entierro por razones culturales, religiosos y de identidad.

A la mayoría de los mexicanos en Estados Unidos no les gusta incinerar los cuerpos de sus familiares. Menos aún si el difunto pidió como última voluntad regresar a su tierra en cuerpo presente porque sabe que ahí lo esperan aquellos que lo vieron partir, padres, madres, hijos, tíos, amigos, compadres, amores…

Así que el coronavirus los tomó por sorpresa en el proceso de repatriación de cadáveres que sugiere el envío de cenizas. Magda Maldonado, propietaria de la funeraria angelina Continental Funeral Home, dijo en entrevista con este diario que durante la pandemia se le fueron acumulando cuerpos embalsamados porque los fallecidos por COVID-19 fueron llegando con la etiqueta de la enfermedad.

“No quieren cremarlos, es algo fuerte para ellos”.

Al principio de la pandemia,  el  equipo de la funeraria siguió el  procedimiento de siempre con los cuerpos de los mexicanos para la repatriación: les inyectaba los químicos y embalsaba, les componía el rostro, les vestía y acicalaba, pero pronto se topó con lo que intuía como una negativa o evasiva del consulado en Los Angeles para autorizar la salida.

“En algún momento llegué a tener 20 cuerpos esperando el envío a sus lugares de origen porque mucha gente no los quería cremar”.

Mal momento

Hasta antes del presente año, el proceso de repatriación de mexicanos muertos en Estados Unidos estaba, de alguna manera, automatizado. Los deudos llevaban el cuerpo a la funeraria y ésta solicitaba a grandes rasgos tres permisos: el de tránsito, el certificado de embalsamiento y el sanitario.

Los dos primeros los otorga el condado en Estados Unidos y el tercero el gobierno del estado mexicano donde se entierra el cuerpo.

El ataque del coronavirus dio un giro de 360 grados a este proceso porque las medidas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud y las autoridades sanitarias mexicanas para el manejo de cuerpos se enfocan en evitar riesgos con la cremación.

En México son los gobiernos de los estados los que deciden las reglas para el manejo de cuerpos en tiempos del coronavirus y es por ello que la repatriación, otrora un asunto sencillo, se ha complicado, explica en entrevista con este diario Felipe Carrera, encargado de protección a mexicanos en el Consulado General de Los Ángeles.

“Vale la pena destacar que las medidas que se toman en las entidades son de salud pública, no un capricho. Se trata de evitar que un cuerpo mal manejado sea motivo de contagio en comunidades enteras y la cremación es la única forma comprobable de evitar la propagación de cualquier cuerpo bacteriológico”, advierte. “Pero la decisión es de cada estado, algunos son más duros que otros”.

Hasta ahora, las entidades que se niegan tajantemente a recibir los cuerpos embalsamados por la Continental Funeral Home son dos: Oaxaca y Sinaloa. Coahuila y Morelos también son inflexibles. Desde el Registro Civil del  Consulado de Los Angeles aconsejan revisar constantemente las políticas de cada estado porque están cambiando constantemente; algunos se cierran otros se abren y así intermitentemente.

Magda Maldonado, la propietaria de la funeraria, no ha batallado aún con otros estados porque, finalmente, la mayoría de las familias aceptaron volver cenizas a los suyos con tal de no seguir lidiando con los permisos y la espera, pero sabe que vendrán otros mexicanos que se negarán.

Por ahora, entre quienes cambiaron  de actitud se encuentran los Mejía, quienes prefieren omitir el lugar de origen de su deudo Adrián. Adrián Mejía, de 38 años, era un albañil de la construcción en Los Angeles, donde trabajó hasta el mismo día que comenzó a sentirse mal por los síntomas relacionados al coronavirus.

Su prima, Sandra Mejía cuenta que parecía un chico muy sano, nunca iba al hospital ni se quejaba de mal alguno. La familia se sorprendió mucho cuando los médicos dijeran que tenía diabetes y el Covid 19.

Murió muy pronto: el 18 de abril. Así comenzó la batalla para la repatriación del cuerpo, que sí, que no, que si lo incineraban o si no, que si les daban el permiso o no. Finalmente se tomó la decisión de cremarlo el pasado viernes. La madre se sintió “totalmente devastada”. Pero lo aceptó. Es el tiempo que tocó; otros,  siguen en resistencia.

LA ESPERANZA

Mauro Vázquez murió por Covid. La familia espera para repatriar el cuerpo.
Mauro Vázquez murió por Covid. La familia espera para repatriar el cuerpo.

De acuerdo con la última cifra reconocida por la Secretaría de Relaciones Exteriores, hasta el pasado 11 de mayo se tenían registrados 827 fallecimientos de mexicanos en Estados Unidos, siendo Nueva York el estado con más decesos al contabilizar 594, seguido de California e Illinois con menos de cien cada uno.

Días antes, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió condolencias a los familiares de los mexicanos que perdieron la vida en EEUU y prometió apoyo en una dinámica similar a mensajes que han enviado los gobiernos de los estados con mayor número de migrantes.

Este tipo de mensajes son, de alguna manera, una especie de aliento para los deudos que esperan un sí para la repatriación de los cuerpos y están dispuestos a esperar con sus embalsamados en las funerarias. Ahora mismo hay dos casos así en la Continental Funeral Home que siguen en pie de lucha.

Pablo Martínez dice que está dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario con tal de que el cuerpo de su hermana Hilaria regrese íntegro a casa.

“Pedimos al gobierno que nos tienda la mano, no estamos abusando, no queremos dinero sólo la autorización”, precisa. “No vamos a contaminar, el cementerio está en la orilla del pueblo, nadie lo verá pasar, nadie lo tocará, no habrá velorio, nosotros podemos comprometernos a eso… ¡por favor!”.

El otro caso es Alfredo Vázquez, hijo de Mauro Vázquez quien murió recientemente. A pesar de que su papá tenía 30 años sin ir a México, su último deseo era volver a Cuautla, en el céntrico estado de Morelos, después de trabajar en el campo estadounidense durante décadas, en New Jersey, California e Illinois.

Además, cuenta Vazquez hijo, se trata de un asunto de dinero puesto que la familia no tiene trabajo actualmente debido a la pandemia. “No podríamos pagar los 5,000 dólares o más que cuesta enterrarlo aquí en Los Angeles”, advierte.

Mientras tanto, Sandra Maldonado considera ya algunas opciones para apoyar el envío de los cuerpos pues poco a poco el tema se está abriendo. Antes ninguna aerolínea quería trasladarlos, pero desde mayo American Airlines aceptó hacerlo. Por ahora puede llevarlos a Jalisco, un estado que sí recibe los cuerpos embalsamados.

“Desde ahí ya quedaría en manos de las familias para que los lleven al destino final”, advierte.  “Creo que poco a poco habrá más apertura y aprenderemos a manejar esto. Yo voy a seguir luchando para apoyar a las familias que quieran que los suyos vuelvan a México”.

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