A 35 años de la tragedia más grande del futbol mexicano: El túnel 29

El 26 de mayo de 1985 ocho personas murieron en uno de los accesos al Estadio Olímpico Universitario

Aficionados de Pumas llaman a la unidad nacional

Los aficionados de Pumas formando la bandera mexicana. Crédito: Álvaro Paulin | Imago7

La muerte pisó como nunca un escenario del futbol mexicano aquel soleado 26 de mayo de 1985. Con la sangre de ocho personas que quedaron sin vida en el interior del túnel de acceso número 29 del Estadio Olímpico Universitario, de Ciudad de México, se escribió el capítulo más trágico en la historia del balompié azteca.

“Pisoteados, mueren ocho aficionados al entrar al futbol”, tituló El Universal su nota de ocho columnas la mañana siguiente, mientras que otro rotativo, Ovaciones, decía en su portada: “Empate y tragedia. 10 muertos”.

El partido de vuelta de la Final de la temporada 1984-85, disputado entre Pumas y América, convocó a una multitud al Estadio Olímpico Universitario. De acuerdo a las crónicas periodísticas de aquel día, el inmueble se llenó dos horas antes del encuentro y muchos aficionados, boleto en mano, se quedaron afuera.

Saúl López y Guillermo Valencia escribían en El Universal: “Ocho personas muertas, entre ellas tres menores de edad, más de 70 lesionadas y 21 detenidos, fue el resultado de los disturbios ocurridos ayer al medio día en los túneles e inmediaciones del Estadio México 68, de Ciudad Universitaria. La desorganización que privó en el coso de la UNAM, la tibieza e imprevisión de las autoridades policiacas y de seguridad interna de esa casa de estudios para controlar la asistencia, así como la agresividad de algunos de los aficionados, fueron los factores que provocaron la pérdida de vidas, lesiones y daños que se reportaron”.

La tragedia se produjo cuando miles de aficionados se agolparon sobre los túneles de acceso al estadio que ya se encontraban cerrados. El tumulto hizo que algunos de los barrotes de las rejas fueran arrancados de tajo. Siete de las víctimas fallecieron en el túnel 29, localizado en la parte sur del estadio, sobre Insurgentes. La octava muerte se produjo en el Hospital de Xoco.

El número de lesionados y detenidos fue indeterminado, ya que además de lo acontecido en el túnel 29, adentro del estadio y en sus inmediaciones se produjeron varias riñas.

Debido a la magnitud del hecho, la noticia ocupó las primera planas de los diarios y hasta en las páginas editoriales la tragedia tuvo un espacio.

El regente del entonces llamado Distrito Federal, Ramón Aguirre, acusó de negligencia a la administración del estadio y a las autoridades universitarias. Se habló de reventa, de falsificación de boletos, pero nadie aceptó nunca la responsabilidad por los hechos.

La FMF se lavó las manos

Como en muchas otras ocasiones, la respuesta de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) fue ridícula. A un año de celebrarse el Mundial de 1986, lo que más importaba a los hombres de pantalón largo era la imagen que México proyectaba al exterior.

Rafael del Castillo, presidente de la FMF declaró: “La tragedia no nos compete” y descartaba que “estos hechos de ninguna manera ensucian la imagen de México a nivel internacional. La realización del Mundial no está en duda”.

Por su parte Rafael Lebrija, que presidía la rama de la Primera División, culpó de la tragedia a los aficionados que acudieron sin boleto al Olímpico Universitario y exoneró de cualquier responsabilidad a las autoridades civiles y del balompié al señalar “son hechos que no se pueden prevenir”.

Ni el gobierno del Distrito Federal ni las autoridades del Club Universidad se pronunciaron al respecto, sin embargo, la directiva de Pumas decidió que la recaudación que le correspondería por la taquilla del encuentro definitivo de la Final, celebrado en el estadio La Corregidora, de Querétaro, fuera destinado en su totalidad a los familiares de los ocho fallecidos.

Una final llena de polémica

La Gran Final de la Temporada 1984-85 del futbol mexicano dio mucho de qué hablar en el terreno deportivo. América consiguió, ayudado por los errores del árbitro Joaquín Urrea, su segundo título de la década y jugadores hoy considerados históricos en el balompié nacional como Alberto García Aspe, Miguel España y Carlos Hermosillo, despuntaban con sus respectivos cuadros.

Tras un empate 1-1 en el partido de ida, en el Estadio Azteca, con goles de García Aspe (85′) y Hermosillo (91′), Pumas y Águilas debía decidir el partido en CU. Pero no fue así.

Los universitarios, dirigidos por Mario Velarde, nunca pudieron romper el “cerrojo” defensivo impuesto por el América del técnico argentino Miguel Ángel “Zurdo” López. El empate sin goles en el Olímpico mandó la “Finalísima” a un tercer encuentro que se disputó en el recién inaugurado Estadio La Corregidora, de Querétaro.

Ahí, dos días después de la tragedia, América se coronó tras doblegar 3-1 (4-2 global) a Universidad con dos goles de Daniel Brailovsky y uno más de Hermosillo. Por Pumas descontó Ricardo Ferretti.

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