Cómo curar el espanto en bebés, niños y adultos

Un miedo intenso puede apoderarse de cualquier persona y afectar su vida cotidiana

Los niños son los más vulnerables al mal de espanto.

Los niños son los más vulnerables al mal de espanto. Crédito: Public Domain Pictures | Pixabay

La creencia popular indica que mal de espanto se presenta cuando un miedo intenso se apodera en lo más profundo de nuestro ser afectando la mente, el estado de ánimo y el alma.

Aunque todas las personas podríamos sufrir este terrible mal, los bebés y las niñas o niños son los más vulnerables. Si notas que un bebé llora sin consuelo tras un fuerte susto, está muy nervioso o se molesta sin causa aparente, probablemente tenga mal de espanto.

Uno de los métodos más sencillos que usan los chamanes para curar el espanto es sacudir un periódico nuevo alrededor del paciente, sin embargo, existen otros rituales que también son fáciles de practicar, por ejemplo, una limpia con un huevo.

El huevo posee la propiedad de absorber el mal que hay en nuestro espíritu y es un elemento muy utilizado en las limpiezas energéticas. Solo hay que pasarlo por todo el cuerpo del bebé de pies a cabeza, romperlo y echar su contenido en un vaso con agua. Después solo hay que tirarlo en el inodoro y dejar que la corriente del agua se lo lleve.

Otro método efectivo es usar alumbre. Es muy interesante cómo este mineral puede revelar lo que asustó a los niños. Pasa el alumbre por todo el cuerpo del pequeño y colócalo en una olla o cazuela que no uses para cocinar. Una vez que se consuma por completo, en el fondo se formará una figurilla que, según los esotéricos, representa a lo que asustó al niño.

Para los adultos que no puedan abandonar un miedo y desean curar su espíritu del mal de espanto, se recomienda rezar la siguiente oración por tres días seguidos:

“Te santiguo, en el nombre del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo, amén. Jesús, criatura de Dios, yo te corto el susto, no lo corto con cuchillo, ni con hierro, ni martillo porque no puede ser cortado, te lo corto en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

Jesús, señor mío Jesucristo, a los 33 años anduviste por el mundo, que por los nervios y venas del cuerpo corren, y a los ángeles del cielo y las misas del misal y las tres palabras fuertes, que el sacerdote dice en el altar, o cualquier otro mal que esta criatura en su cuerpo tenga llévaselo a lo más hondo del mar donde no crezca ni permanezca, donde no haga mal ni a ti, ni a mí, ni a ninguna criatura nacida.

Jesús entró en Belén y ningún mal sintió, así que con estas palabras, susto te curo yo. Jesús, criatura de Dios, donde Jesús se nombre de todo mal se asombra, donde Jesús es nombrado todo mal y quebranto se ha quitado, donde Jesús se nombró todo mal y quebranto se quitó, se despide de ti, se despide de mí y lo aparto con la gracia de Dios y el Espíritu Santo. Amén”.

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