“Whitexicans”, la carga del racismo en México

No solo el color de piel, sino la apariencia son factores para el racismo no solo en EE.UU., sino también en México

Racismo.

Racismo. Crédito: Shutterstock

MEXICO.- El racismo en México puede ser tan sutil como un mal perfume cuyo aroma flota molesto en el ambiente y se opta por ignorar. Pero está ahí, como aquella mañana de febrero pasado, cuando un par de estudiantes salieron almorzar en las afueras del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

“Estábamos un amigo y yo afuera de la escuela comiendo unos tacos de canasta y otros alumnos de licenciatura nos rodearon con sus cámaras y nos pidieron una foto porque tenían una tarea sobre trabajo adolescente y pensaban que era nuestro caso”, cuenta Eduardo Monroy, alumno de preparatoria en el campus Ciudad de México.

Ni Eduardo ni su amigo Sergio llevaban herramientas de trabajo consigo ni estaban sucios como los trabajadores de las construcciones cercanas; al contrario, sus ropas eran “de marca”, los tenis impecables y uno de ellos se había puesto colonia después del baño, un hábito no común en los mexicanos varones, ni siquiera en las clases más altas.

— Pensaron que éramos trabajadores adolescentes sólo porque somos morenos— concluye Monroy con molestia e incomodidad.

El ITESM es una de las escuelas privadas más importantes y prestigiosas del país. A sus aulas acuden hijos de políticos, empresarios, nuevos ricos, becados de alto rendimiento y aspiracionistas que no pasan por alto el color de la piel: en el imaginario mexicano ser blanco es aún símbolo de prestigio, dinero y superioridad.

No es la primera vez que Eduardo Monroy, de 17 años, se enfrenta con esta realidad. Destacado orador en modelos de las Naciones Unidas, está acostumbrado a discutir, a contrapuntear creencias sociales, políticas y económicas con sus compañeros quienes, al verse acorralados en argumentos, recurren a la agresión de raza.

“¡Tú qué sabes si eres prieto!”, le han dicho en algunas discusiones, como si soltaran un chiste, una broma de último recurso para hundir al adversario.

“Así son los whitexicans”, dice Monroy. “Se sienten superiores sólo por ser blancos”.

El neologismo “whitexican” se compone de las palabras inglesas “blanco” y “mexicano”. Comenzó a usarse hace apenas unos años, principalmente entre los jóvenes para referirse a los mexicanos de piel blanca soberbios y fanfarrones.

“Es más una actitud que un color de la piel”, matizó Adolfo Laborde, catedrático de la Universidad Anahuac y ex director de la licenciatura en Comercio del ITESM. “También hay morenos con actitud de whitexicans, que emprenden y presumen el dinero de sus papás… al final creo que se trata más de un asunto de clasismo”.

Sobre el clasismo en México coincide Ana Patricia Báez, diputada local de la ciudad de México: la discriminación es más por asuntos económicos, pero matiza en entrevista con este diario: “se discrimina más que por la piel, por los rasgos indígenas”.

Eduardo Monroy cree que raza y clase van de la mano en México, una mancuerna que, a su juicio, condena al subdesarrollo en el país. “No se puede avanzar económicamente con esa mentalidad”.

Alicia Castellanos, investigadora del departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en Iztapalapa, explica que este rezago tiene un origen colonial tras la conquista española.

“Era una forma de justificar mediante un sistema de castas que las clases dominantes mantuvieran sus privilegios aunque fueran unos cuántos”, observa. “Así ha seguido”.

En México la Encuesta Nacional de Discriminación del INEGI de 2017, reportó que sólo el 4,8% del total de la población se considera a sí misma como blanca, mientras que el 59% se considera de tonalidad intermedia y el 11% de piel más oscura.

Sin embargo, el grupo de personas con tonalidad más clara es el que tiene los índices más altos de riqueza, según indica el reporte El color de México, elaborado por el Colegio de México.

En 2019, la organización no gubernamental Oxfam publicó un estudio “Por mi raza hablará la desigualdad” en el cual documentó que una de cada tres personas de tez blanca pertenece al 25% del sector más rico del país, 103% más que las de tez oscura y que el 43% de los blancos tiene más posibilidades de conseguir un empleo prestigioso y mejor remunerado.

Otro estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) a cargo de los investigdores Luis Ortiz e Iván Ayala detalló una lista de quejas de personas morenas relacionadas a la piel que va desde el mal trato en trabajo, menor pago, despido sin justificación, falta de servicios médicos o beneficios sociales, rechazo en las escuelas, humillación en público, violencia callejera y hasta familiar.

El día a día 

En la familia de los Lagunas, Hipólito, el hijo intermedio de tres hermanos, es conocido como “El Güero”. Su madre no se daba cuenta y él tampoco de los halagos que recibió durante la infancia simplemente por tener la piel más blanca, aunque hoy por hoy reconoce que “no es para tanto”.

Con los ojos pequeños y la nariz ancha, los mofletes gordos y la quijada amplia, Hipólito no cree que la belleza sea una cualidad sólo por la palidez. Sin embargo, frases como “mi hijo el más guapo”, “contigo mejoró la raza”, ha sido el pan de todos los días, el que le abrió consentimientos en casa, romances y buenos tratos de otros blancos en la universidad.

Estos privilegios, explica Federico Navarrete, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, derivan del racismo como una práctica implícita, invisible, que se mueve en el ámbito de lo privado, en la familia, con los amigos y hasta dentro del mismo mexicano.

“Por eso se ha dificultado tanto su reconocimiento”, detalló el autor de El Alfabeto del racismo mexicano. “Pero ahí está: cuando dices naco, gringo, güerita; está también en nuestros refranes no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre”.

El Estado mexicano ha apostado durante más de un siglo por la narrativa del mestizaje (la fusión de las culturas española e indígena) para contrarrestar la discriminación por el tono de la piel, pero ha tenido poco éxito, según observan los historiadores, principalmente por no reconocer la diversidad desede varios aspectos.

“Se terminó ensalsando el pasado indígena considerándolo signo de identidad cultural, pero excluyendo y degradando a los indígenas contemporáneos que no se acoplan al modelo de desarrollo”, observan los investigadores Ortiz y Ayala.

Por otro lado, la televisión en México con dos monopolios empresariales dominantes durante casi todo el siglo XX no ayudó a reforzar el mensaje de diversidad e inclusión, sino todo lo contrario.

Las producciones locales más exitosas encabezadas por las telenovelas no hicieron más que reforzar estereotipos con personajes simbólicos donde los protagonistas exitosos, empresarios, ricos, héroes son casi  siempre caracterizado por mujeres y hombres blancos muchas veces actores importados de Argentina, Colombia, Chile

El actor Tenoch Huerta (Narcos México) ha denunciado constantemente los sin sabores a lo largo de ‘su carrera como actor por ser de piel morena, en cómo se manifiesta el rechazo hacia lo oscuro en comportamientos establecidos en la sociedad mexicana.

“Cuando terminen de apoyar el tan necesario movimiento antirracista en Estados Unidos podemos hablar del racismo en México? ¿O ese tema seguirá siendo tabú?”, sentenció Huerta en un tuit a través del cual se sumó a un debate reciente en redes sobre los Whitexicans.

¿Racismo inverso?

A decir de algunos usuarios de Twitter y Facebook que se consideran blancos, en México también existe un racismo a la inversa, o sea, morenos que los discriminan por ser rubios o más pálidos y ese desprecio tiene una de sus máximas expresiones en la cuenta “Cosas de Whitexicans”, donde se burlan de este grupo.

La imagen del perfil en Twitter muestra al excandidato presidencial Ricardo Anaya, un político blanco y conservador que presumía de hablar inglés y francés, rodeado de banderas estadounidenses y modelos con rasgos europeos con ropas bordadas que describen: “Mexico is the shit”, un mensaje retorcido que significa orgullo nacional.

Otras mofas apuntan a la supuesta frivolidad que los “whitexicans” expresan en redes sociales como la complejidad para poder llenar el tanque de gasolina o por la llegada de migrantes centroamericanos al país.

Para la diputada Ana Patricia Báez el problema actual con este tipo de expresiones es que, lejos de ayudar a contrarrestar las divisiones de clase las exacerba. “La segmentación viene desde el Estado por lo que debe haber un discurso general en el trato,, hablar de mexicanos y dejar de hablar de ricos y pobres y de fifís y no fifís”, observa. “Por ahí podríamos empezar”.

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