Cooperativa de vendedores ambulantes de Chicago busca comprar edificio donde opera su cocina comercial
La meta es convertir el lugar en un centro que genere empleo para residentes de vecindarios latinos y afroamericanos
Sin temor a ser detenidos por la policía, vendedores ambulantes de Chicago preparan comida en una cocina compartida que funciona en un local alquilado que ahora quieren comprar.
La Asociación de Vendedores Ambulantes de Chicago (SVAC) busca comprar el edificio en el que opera actualmente y donde funciona su Cocina Compartida de Trabajadores Cooperativistas (CCTC). Allí preparan los antojitos mexicanos que venden en las diferentes comunidades de la Ciudad de los Vientos.
SVAC abrió la cocina compartida certificada por la ciudad en 2016, la cual opera en North Lawndale, uno de los barrios más pobres de Chicago.
Para ceñirse a la ley y cumplir con todos los requisitos de sanidad que impuso la ciudad al legalizar la venta ambulante de alimentos en 2015, estos emprendedores rentaron un local para operar su cocina comercial.
La ordenanza que regula la venta de comida preparada en carritos ambulantes entró en vigor el 13 de noviembre de 2015.
Dicha ley establece que el vendedor ambulante no debe preparar la comida en el carrito ni cortarla o aderezarla allí. Tiene que cocinar y empaquetar sus productos –antes de que su carrito salga a la calle– en cocinas comerciales con licencia aprobada por el Departamento de Salud Pública de Chicago, entre otros requisitos.
Se estima que hay 1,500 vendedores ambulantes en Chicago –en su mayoría inmigrantes mexicanos– que venden en sus carritos elotes, ensalada de frutas, tamales, aguas frescas y champurrado, entre otros antojitos.
Para Fernando Huerta, administrador de la cocina compartida y miembro de la junta directiva de la Asociación de Vendedores Ambulantes de Chicago, ese número podría haber aumentado debido a la pandemia de covis-19, pues muchas personas que han perdido su empleo ahora se han puesto a vender comida en las calles.
Ana Galindo vende elotes, tamales, fruta cortada y chicharrones en el vecindario Back of The Yards desde hace 12 años. Ella utiliza la cocina compartida de SVAC seis días a la semana para preparar los productos que vende en su carrito ambulante en ese vecindario al suroeste de Chicago.
“Entre los requisitos que pide la Ciudad para poder otorgar los permisos a los vendedores ambulantes está tener o rentar una cocina compartida o ser dueños de un restaurante. Lamentablemente no cuento con ese dinero”, mencionó Galindo a La Raza.
Ella dijo que cuando buscaba una cocina comercial en otros barrios le cobraban entre $1,500 a $2,000 al mes.
“Aquí en la cocina compartida de la cooperativa [SVAC] no llegamos a pagar ni $1,000 al mes. Esta cocina es más asequible a lo que uno puede pagar como vendedor ambulante”, dijo Galindo, quien es integrante de SVAC y de CCTC.
La cocina compartida está abierta las 24 horas del día, los siete días de la semana. “La cocina se renta no sólo a los vendedores ambulantes sino también a cualquier persona que quiera rentar el espacio”, enfatizó Huerta a La Raza.
“No ha sido fácil para nosotros sacar las licencias porque son muchos requisitos que no estaban dentro de la ley cuando pasó, se han ido modificando, se han ido cambiando. Entonces es una lucha constante por parte de nosotros, la organización y los abogados que nos han estado ayudando”, dijo Huerta.
SVAC cuenta con una membresía de 150 vendedores ambulantes y 36 de ellos decidieron formar la cocina CCTC, registrada formalmente el 13 de marzo de 2020.
Hacen campaña
Para lograr su objetivo de comprar el edificio de una planta donde opera la CCTC, estos vendedores ambulantes están haciendo una campaña de recolección de fondos en GoFundMe. Hasta el momento han solo han recaudado $355, pero buscan recolectar $40,000 para el pago inicial del edificio, cuyo valor total es $150,000.
La Asociación de Vendedores Ambulantes de Chicago obtuvo una subvención de $114,625 del Neighborhood Opportunity Fund (NOF) de la ciudad de Chicago –en la pasada administración– para la reparación y remodelación del edificio. Pero Huerta dice que aún no pueden acceder a ese dinero porque para ello tienen que ser dueños del inmueble.
Durante dos meses estos vendedores ambulantes prepararon 50,000 tamales y 20,000 tacos dorados los que fueron distribuidos a las comunidades pobres de Chicago afectadas por la pandemia de covid-19. Esto se logró gracias a la subvención de $120,000 que les otorgó el Chicago Region Food System Fund. Y dicen que siguen buscando recursos para seguir dando comida a las comunidades de bajos recursos de la ciudad.
Estos emprendedores piden una mano a la comunidad de Chicago para comprar el edificio donde funciona su cocina compartida, seguir proporcionando alimentos a las comunidades de escasos recursos y llevar un ingreso a sus familias.
Quieren generar empleo
Estos comerciantes tienen como meta convertir el lugar en un centro económico que genere empleo a residentes de los vecindarios latinos y afroamericanos de Chicago.
“Buscaremos generar empleo, mejorar el barrio y que llegue más negocio. Queremos hacer tamales en producción y venderlos y tener trabajadores de todas las razas. Para eso necesitamos el espacio”, puntualizó Huerta.
Usted puede ayudar
Para apoyar esta causa visite www.gofundme.com/f/street-vendors-association-of-chicago-coop-kitchen
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